Bilbao - Entre las diversas conjeturas sobre el once que el Athletic presentará el domingo en Balaídos, una afecta de lleno a Iker Muniain. El motivo para pensar que Gaizka Garitano le puede sentar en el banquillo no es otro que su flojo rendimiento en este comienzo de temporada. Siendo uno de los hombres más utilizados, en absoluto ha respondido a la confianza del entrenador y en la última jornada, frente al Valencia, su actuación fue muy pobre. Tuvo el día cruzado, transmitió una llamativa falta de frescura y perdió incontables balones, tantos que resultó incomprensible que siguiera sobre el césped hasta el final del partido.

El rendimiento habitual del capitán justificaría objetivamente su paso a la suplencia, circunstancia que únicamente se dio en Butarque. En las demás citas ha sido titular, alternando ambas bandas, pero se diría que el sacrificio sin balón que exige la propuesta del Athletic le perjudica y no está dando el nivel, especialmente en aquellas tareas para las que se supone está mejor dotado. Muniain ha intentado amoldarse a un juego intenso que tiene en la presión y la disciplina defensiva sus principales fortalezas, pero ni su físico ni su perfil futbolístico cuadran con dicho planteamiento. El desgaste que debe realizar en defensa le merma a la hora de aportar con balón y en consecuencia su rol carece de la transcendencia deseable.

Durante la campaña anterior ya se detectaron los problemas de Muniain para cumplir su parte del guión en el plan de Garitano. Jugó con frecuencia aunque su peso en el colectivo fuese discreto, de ahí que en ocasiones no entrase en el equipo o cambiase a menudo de posición. Terminó en la banda derecha, donde ha repetido en este curso. El detalle se ha esgrimido como atenuante y es cierto que se trata de una demarcación desconocida para él en su larga trayectoria en el club, no obstante en la mayoría de los casi 400 partidos que lleva como rojiblanco su sitio ha sido la otra banda.

No se discute que no es un extremo al uso y por ello siempre se ha transigido con su tendencia a buscar la franja central, pero sucede que la teórica demarcación ideal para Muniain es propiedad de Raúl García, pieza clave en la estructura por su capacidad de arrastre y estrecha relación con el gol. Garitano, como se ha señalado, insiste en poner al capitán e incluso defiende que alterne su posición con argumentos más que discutibles. A veces le ha pasado de la derecha a la izquierda en una misma tarde porque así pretendía equilibrar la salida del equipo hacia el ataque.

El sábado en San Mamés, Muniain empezó en la derecha, sobre la media hora intercambió puesto con Raúl García por espacio de unos diez minutos, en la segunda parte se ubicó en la izquierda y acabó convertido en un segundo media punta. En vano, pues no levantó cabeza en los noventa minutos, pero el entrenador prefirió sustituir a otros compañeros. Esa apuesta concreta y la titularidad de un Ibai que prácticamente no apareció, fueron defendidas por Garitano diciendo que son los más adecuados para duelos donde escasean los espacios en campo rival. Ambos fallaron en la vigilancia de sus pares y no facilitaron una vía de progresión para el conjunto, que sufrió para neutralizar las transiciones de los de Albert Celades y visitó el área rival con cuentagotas.

En este contexto, no es casual que días atrás Muniain protagonizase un incidente dialéctico en la sala de prensa de Lezama. Estaba molesto por un artículo que cuestionaba su rendimiento y lo quiso dejar claro ante la totalidad de los medios. La reacción no ha tenido correspondencia en los siguientes partidos y no extrañaría que la megafonía omitiese su nombre en los prolegómenos del duelo con el Celta. Al fin y al cabo, el escenario y la personalidad del oponente auguran un tipo de enfrentamiento más abierto, con más espacios para correr.

Él y otro Hasta la fecha, Muniain encabeza el ranking de participación de los jugadores ofensivos de banda. Con 572 minutos se halla a gran distancia de Ibai (180), Córdoba (175), De Marcos (135) y Larra (129). Atendiendo a las estadísticas, en la pizarra de Garitano el asunto se despacha fácil: Muniain y otro a escoger. Sucede que hay muchos candidatos para las alas, lo que es bueno para el técnico, sin embargo a la hora de la verdad la producción en ataque que se genera es insuficiente y normalmente lo que se gesta, en términos de profundidad y centros al área o disparos, corre (nunca mejor dicho) a cargo de los laterales, Capa y Yuri.

Muniain no halla el hábitat para sentirse a gusto. Las directrices de juego y su plasmación en el funcionamiento colectivo, le estarían penalizando. A lo largo de la temporada precedente ya atravesó por una tesitura semejante. Eduardo Berizzo le mareó con constantes cambios de lugar y luego, con Garitano, le costó hacerse notar. Los siete goles que consiguió, cuatro en la etapa del argentino, compensaron parcialmente el bajón que experimentó respecto al ejercicio en que estuvo dirigido por José Ángel Ziganda. Fue entonces cuando brindó su mejor versión, con la particularidad de que una grave lesión le mantuvo ausente bastantes meses. Antes y después del desgraciado contratiempo ejerció de faro para el grupo, un rol que ha extraviado totalmente. A día de hoy, el capitán necesita encontrar luz para sí mismo.

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