BILBAO. Este Athletic es reconocible y semejante pelaje le convierte en uno de los equipos más difíciles de batir en este liga. Las sensaciones que proyecta son convincentes a la hora de sacar resultados y los números, en este sentido, no engañan. Otra cosa es que su fútbol sea más o menos vistoso, lo que entra en el plano subjetivo. Lo cierto es que Gaizka Garitano ha dotado a su plantilla de un músculo competitivo que le premia y que hace que se gane por méritos propios su sitio en la zona alta de la clasificación recorridas las primeras cinco jornadas, en las que, como se sabe, el conjunto rojiblanco no conoce la derrota y en las que solo ha encajado un gol, argumentos que explican su éxito momentáneo.

El derbi de ayer no fue más que un retrato de la genética de este Athletic. En la previa, el entrenador había puesto el acento en la tensión que pone el Alavés, un equipo rocoso y poco amable para sus rivales. Pero la realidad fue otra. Al conjunto rojiblanco le valió tirar de un evidente pragmatismo para controlar el partido ante un Alavés mucho más flojo de lo esperado y que no puso en apuro alguno a los leones, que no tuvieron necesidad de exigirse lo máximo para sacar adelante el choque, lo que es una buena noticia. Este Athletic tiene algo único que le hace poderoso, lo que ya no es una casualidad.

La inercia positiva en la que está metido refuerza sus prestaciones, sobre todo cuando comparece en San Mamés, donde luce pleno de victorias y con la plusvalía de no haber encajado gol alguno. La pegada salió al rescate, ya que el primer gol llegó en la jugada más peligrosa a los 35 minutos de juego. La picardía de Williams fue determinante para que Duarte cometiera un penalti de libro y la sentencia la puso Muniain, después de que este fallara una clamorosa acción y Williams estrellara en la cruceta un duro disparo. Este Athletic, por tanto, proyecta una solvencia que le permite firmar su mejor arranque a estas alturas de la película desde la campaña 1993-94, la segunda de la primera etapa de Jupp Heynckes. Entonces, aquel Athletic sumó trece de los quince puntos posibles. Y que siga la fiesta el miércoles en Butarque.

El buen momento de Raúl García da premio

El buen funcionamiento de un colectivo se explica también por el momento de forma del que gozan sus referencias. Raúl García es uno de los pesos pesados en el conjunto rojiblanco y el navarro vive un estado de gracia que premia a este Athletic, que sabe rentabilizar sus goles. El de Zizur Mayor se ha echado al equipo a sus espaldas y gusta de estos escenarios en los que se siente protagonista. Ayer lo fue de nuevo, primero porque ganó un buen número de duelos personales, esa letra pequeña que también decide los partidos. Y lo fue sobre todo porque no falló en la ejecución del penalti cometido sobre Iñaki Williams. Raúl García los ha metido de todos los colores, una virtud que no es nueva. En Getafe lo hizo con un toque de calidad con su zurda a asistencia de Ander Capa y ante la Real lo ejecutó con una vaselina que sorprendió a Moyá. Raúl García lleva una magnífica media en este primer tramo de liga y, de seguir así, no es de extrañar que supere su mejor marca anual, la que firmó como jugador de Osasuna con once tantos.

La magia de San Mamés aporta un nuevo triunfo

Dicen que una buena defensa es el mejor ataque. El Athletic puede dar fe de ello. Su racha es brillante y ayer encadenó su tercera victoria consecutiva en San Mamés este curso, lo que prolonga la imbatibilidad de Gaizka Garitano en Bilbao, ya que no ha perdido ninguno de sus 17 encuentros caseros. Curiosamente, los rojiblancos esquivaron el vértigo que ofrecía Asier Garitano, ya que la Real Sociedad que dirigía por entonces sigue siendo el último equipo a día de hoy en ganar en La Catedral. Lo cierto es que el Athletic puede presumir de ser el equipo menos goleado de la categoría, con un solo gol encajado, después de que el Real Madrid batiera ayer al Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Una fortaleza que no asomaba desde la campaña 1988-89, con Howard Kendall en el banquillo. La fórmula de Gaizka Garitano, por tanto, funciona a las mil maravillas y confía en que vuelva a ser así el miércoles ante el Leganés.