bilbao - Las pretemporadas, cargadas de entrenamientos y con numerosas pruebas de por medio en forma de partidos, acostumbran a tener un impacto paulatino en el desarrollo posterior del curso sin que los resultados cosechados en los amistosos de turno digan gran cosa. Lo sucedido y observado los dos últimos veranos en clave rojiblanca, sin embargo, sí se vio reflejado acto seguido en las respectivas aventuras de José Ángel Ziganda y Eduardo Berizzo al frente del Athletic. Si hace dos años por estas fechas comenzaba a vislumbrarse sobre el césped un equipo irregular y desconcertante bajo la batuta de Kuko, quien tuvo que abandonar el banquillo bilbaino tras firmar una adversa decimosexta posición en liga en su única campaña como timonel de los leones, en la última pretemporada las prestaciones de los de Berizzo volvieron a resultar inconsistentes y carentes de una regularidad que también se trasladó al campeonato de la regularidad.

El único triunfo logrado en las catorce primeras jornadas, un desolador bagaje que instaló a los rojiblancos en puestos de descenso a Segunda División en pleno diciembre, resultó a todas luces insuficiente para dar una mayor continuidad al proyecto del entrenador argentino, que no consiguió imprimir su sello al Athletic durante una preparación estival en la que los resultados, como el juego, no terminaron por convencer. No lo hicieron porque los leones, con un modelo futbolístico totalmente distinto al del año anterior, no llegaron a encontrarse cómodos en ningún momento con el plan trazado por Berizzo, cuyo intento por variar la propuesta defensiva y ofensiva quedó diluido a la mínima expresión. Pronto, de hecho, comenzaron a asomar síntomas de las dificultades que hallaría el equipo para resultar atractivo y efectivo al mismo tiempo.

Las marcas individuales ordenadas por el técnico de Cruz Alta desde el primer entrenamiento y, por ende, desde el primer partido de pretemporada dejaron al descubierto carencias que trajeron por la calle de la amargura a los jugadores desde el primer momento. Ejemplo de ello fueron las dos únicas victorias firmadas en verano ante equipos de una talla equiparable a la del Athletic. Solo el Augsburgo alemán (0-1) y la Real Sociedad, en una final de la Euskal Herria Txapela que los de Berizzo solventaron con éxito gracias a un solitario gol de Iñaki Williams en el mejor amistoso que completaron los leones, mordieron el polvo ante un equipo que no pudo pasar de las tablas frente a Duisburgo (1-1), Fiorentina (0-0), ni Mainz 05 (0-0) y que cayó derrotado a manos del ADO Den Haag (3-2), Fulham (3-1) y Hannover 96 (2-0). En total fueron solo seis los goles marcados por el Athletic en los ocho amistosos disputados, si bien dos de ellos, ante la Fiorentina y el Mainz 05, el tiempo reglamentario fue de 45 minutos al tratarse de un triangular.

Los seis tantos a favor en 630 minutos se antojaron, aun así, más que escasos habida cuenta del tipo de equipo que buscaba Berizzo, cuyo método durante la pretemporada en el apartado físico llegó a criticar avanzada la pasada campaña Yuri Berchiche, quien se mostró crítico al asegurar en Lezama que “la preparación física no fue la mejor. Llegaba al final de los partidos prácticamente muerto. Se podían haber hecho mejor las cosas. Yo para el minuto 60-70 no tenía físico. Ahí se juntan las piernas y la cabeza y vas perdiendo confianza”. Las palabras del lateral de Zarautz, fiel reflejo de cuanto se empezó a observar el pasado verano, así como en los catorce encuentros de liga dirigidos por Berizzo en Bilbao, pusieron de manifiesto la importancia de llevar a cabo una buena preparación estival. En ello, sin ir más lejos, han puesto los cinco sentidos los jugadores y el cuerpo técnico liderado por Gaizka Garitano a fin de arrancar de la mejor manera posible un campeonato doméstico en el que el Barcelona ejercerá como primer rival.

DUDAS TAMBIÉN CON ZIGANDA El conocimiento previo de la plantilla tras las 24 jornadas acumuladas al frente del equipo la pasada temporada juega a favor del técnico derioztarra, que tendrá la posibilidad de retocar aquellos puntos que considere oportunos a fin de incorporar ciertos matices a un bloque que recibió con satisfacción su mensaje el cada vez más lejano 4 de diciembre del pasado año. No tener que empezar desde cero en verano ayudará así a Garitano y a su grupo de trabajo en un relevante periodo de tiempo que tampoco pudo aprovechar de la manera deseada Ziganda en 2017.

El entrenador de Larraintzar, tras sustituir en el cargo a Ernesto Valverde, afrontó con éxito las eliminatorias previas de la Europa League contra el Dinamo de Bucarest y el Panathinaikos, pero el desarrollo de los acontecimientos durante julio y agosto también dejó pistas negativas acerca de un equipo que cedió durante su preparación contra Basilea (2-3), Valladolid (1-2) y Liverpool (1-3). Los triunfos frente al Sion (2-0), Brujas (2-0) y Reus (3-0), eso sí, invitaron a un moderado optimismo que el posterior transcurso de la temporada se encargó de difuminar y mandar al olvido para lamento de la parroquia rojiblanca, expectante en una nueva pretemporada en la que el Athletic buscará las mejores sensaciones posibles en todos los aspectos para arrancar con fuerza y confianza el curso.