Bilbao - Todavía no ha arrancado oficialmente el verano y la cuenta de gastos en fichajes del Real Madrid ya va por los 303 millones de euros. A pesar de ello, en la presentación de Hazard, la grada del Santiago Bernabéu suplicaba el fichaje de Mbappé, otro desembolso que se antoja de tintes descomunales. En el cruento ecosistema del fútbol parece que no hay lugar para clubes diferentes. “Nosotros lo somos”. Joan Agustí es el presidente de la Unió Esportiva Olot, un club de Segunda División B que hace tres campañas decidió recoger las velas y renunciar a que les arrastrase el vendaval del fútbol moderno. Eligieron tomar otro rumbo y remar contracorriente.

En 2013 L’Olot llegó a la categoría de bronce por primera vez en su historia, pero tras descender a Tercera la directiva liderada por Agustí decidió que a partir de ese momento adoptarían una filosofía que en Bilbao lleva funcionando desde hace más de un siglo: “Fijamos la idea muy clara y explícita de jugar con jugadores de Catalunya y los Países Catalanes (Valencia y Baleares). La letra pequeña la aprendimos del Athletic: son jugadores formados en nuestra cantera o formados en canteras de otros clubes catalanes. No hace falta que nazcan aquí. No es una política exclusiva, es un criterio de enraizamiento, de buscar nuestras raíces y de poner en relieve nuestra ciudad, nuestra comarca y nuestro país”.

Joan Agustí no oculta que el Athletic fue un modelo inspirador. “Lo primero que veíamos es que el Athletic es un ejemplo único”, explica el presidente del Olot, “sigue una trayectoria firme. Además, dejando de lado los factores políticos, sí que existe un factor de personalidad, de no renunciar a lo que somos, de que nos gusta ser como somos y de que queremos tener unas magníficas relaciones con todo el mundo, pero reflejando lo que somos sin renunciar a ello”.

Ese cambio de rumbo nace de una visión mucho más global. “Jugar con jugadores catalanes va ligado a un posicionamiento que tenemos como club respecto a cómo debería organizarse el fútbol”, explica Agustí, un empresario de la distribución de productos siderúrgicos y suministros industriales, “hacemos todo lo posible para que nuestro club, además de competir, ataque otros círculos que están dentro de nuestra actividad, como podrían ser la formación, la cultura, la integración, la inclusión o contribuir a que haya más cohesión social”. Entres los veintisiete equipos de la estructura del Olot hay cinco equipos femeninos, seis de la escuela de fútbol, dos equipos sociales y cuatro equipos de personas que necesitan un fútbol inclusivo. En ese triple compromiso competitivo, formativo y social destacan los convenios que el club mantiene con Cáritas, luciendo publicidad en sus camisetas y aportando dinero, con Integra, una asociación de Olot que trabaja con personas con discapacidades, con el Banco de Tejidos y Sangre y con una asociación de familiares de personas con trastornos de espectro autista.

Lo de ser peculiar empieza por lo social, continúa en lo deportivo y termina en lo económico. Las acciones de la Unió Esportiva Olot tienen un valor de veinticinco euros y su consejo de administración adquiere con ellas una responsabilidad inédita en el fútbol estatal: “No podemos perder un céntimo del valor de las acciones. Cuando hay pérdidas, nosotros metemos dinero. Nos responsabilizamos del precio de la acción. Y esto no es porque hay un tipo que es el dueño mayoritario. La posesión máxima individual de acciones es de un 10%. Esto nos hace absolutamente diferentes”.

La plantilla de la Unió Esportiva Olot, en la campaña que acaba de concluir, contaba con un jugador valenciano, otro balear y el resto eran catalanes, diecisiete de ellos de Girona. El presidente presume de la identificación de la plantilla con el proyecto deportivo y ve “perfectamente posible que en Catalunya pueda haber un equipo al máximo nivel jugando con jugadores catalanes”. Hasta Olot llega la gigantesca sombra del Barcelona, un club con el que Joan Agustí está convencido de que su entidad está condenada a entenderse: “Los valores que tradicionalmente el barcelonismo ha lucido coinciden con los nuestros. Nuestro proyecto es diferente porque, sin basarnos en la exclusión sino en la inclusión, hacemos un proyecto limitándolo a los recursos de nuestro territorio y a la sostenibilidad que ello da. Cualquier euro invertido en Olot se queda en la zona en la que trabajamos, vivimos y nos desenvolvemos. Al igual que los recursos que se invierten en el Athletic quedan en Euskadi”.

El presidente de la Unió Esportiva Olot quiere que su club adquiera una dimensión mayor y para ello necesita el apoyo de algún club “que no sea solamente un equipo de fútbol”. “Nuestro aliado natural es el Barça”, apunta. Mes que un club. “A veces se dice, pero también hay que serlo”, advierte Agustí. Y es entonces cuando sus convicciones le hacen mirar a Bizkaia: “Otra alternativa de más que un club es el Athletic. Quizá pudiera haber sinergias con otro club que nos parece que es más que un club”.