bilbao - Iñigo Lekue (Bilbao, 4 de mayo de 1993) ha pasado página al annus horribilis que ha sufrido en esta última campaña. El cúmulo de desgracias que le ha azotado dejan huella, pero el rojiblanco ha cambiado de chip para meterse en una dinámica de optimismo. Es complicado que las cosas le puedan salir peor después de haber sufrido tres lesiones de diferente signo que le han obligado a permanecer casi todo el curso en blanco, lo que ha frustrado su objetivo de haber ayudado en la mayor medida posible al equipo. La temporada se le empezó a torcer el pasado agosto cuando en un entrenamiento se rompió el tobillo derecho que le hizo pasar por el quirófano, al que tuvo que volver meses después por culpa de una “discopatía en la columna vertebral” que le impedía entrenar con normalidad y que debió corregir. La guinda a tal infortunio llegó en vísperas del partido que cerraba la liga en el Sánchez Pizjuán y que no pudo disputar debido a una inoportuna lesión muscular. Con anterioridad a este último percance, le quedó el consuelo de poder participar en cuatro encuentros de liga frente al Atlético de Madrid y Rayo Vallecano en San Mamés, y en las visitas al Santiago Bernabéu y a Butarque, en las que ejerció desde el inicio debido a la baja de Ander Capa.

Precisamente, el fichaje del portugalujo ha reducido las opciones de Lekue, quien a sus 26 años de edad está obligado a reinventarse. La competencia en el vestuario ha aumentado e irá a más con el salto al primer equipo de Gaizka Larrazabal, por lo que se detecta un evidente overbooking en el costado derecho pese a la salida de Markel Susaeta. La dirección deportiva maneja estos datos y el caso Lekue está sobre la mesa de Rafa Alkorta y Gaizka Garitano. Los dos quieren trabajar con un plantel mucho más reducido que el actual y contar con un grupo de 22 o 23 futbolistas para echar mano del filial cuando el momento lo requiera. De ahí los comodines de Ohian Sancet o Daniel Vivian, que harán la pretemporada con el primero equipo, pero que formarán parte del Bilbao Athletic. Las situaciones de Iñigo Vicente, Larrazabal y Asier Villalibre son diferentes.

Lekue, que tiene contrato con el Athletic hasta el 30 de junio de 2023 con una cláusula de 40 millones de euros ampliables a los 50 millones, está citado el 4 de julio en Lezama junto al resto de sus compañeros, asume el reto de reivindicarse y es consciente de que tiene que hacer frente a una reválida casi a la carrera, con el expreso objetivo de convencer a Garitano. No lo tendrá fácil. El derioztarra dispone de su núcleo duro, sobre todo con un Capa que es fijo salvo lesión o sanción, en tanto que también parece apostar por Larrazabal, al que le conoce perfectamente de su etapa en el banquillo del Bilbao Athletic, en tanto que Óscar de Marcos ha gozado de mucha continuidad en el último curso.

El bilbaino, que también ha tenido que aparcar sus estudios universitarios en la Facultad de Ingeniería Superior de la UPV, necesita disfrutar de minutaje después del calvario que ha pasado desde el pasado agosto. Una nueva campaña sin protagonismo sería muy difícil de llevar, por lo que a lo largo del verano no se descartaría una posible salida del lateral a modo de cesión. En la cúpula deportiva de la entidad bilbaina se entiende que ofertas no le faltarían al ser un jugador con recorrido en la élite, 115 partidos oficiales con el Athletic y una tarjeta de cuatro goles, y de hecho ya fueron algunos clubes, entre ellos el Girona y por lo menos dos de la Championship inglesa, los interesados por Lekue antes de que este sufriera su grave de lesión de tobillo. En 25 días le toca empezar prácticamente de cero. Y la pretemporada dictará sentencia.