Bilbao - Tres goles en la portería del Athletic son noticia. No recibía tantos desde la jornada previa a la llegada de Gaizka Garitano al cargo y mientras estuvo Eduardo Berizzo tal cosa ocurrió hasta en cuatro partidos de Liga. El dato no puede considerarse preocupante en sí mismo, menos cuando el rival se llama Real Madrid y se juega en su estadio. Sin embargo, el 3-0 del domingo adquiere otra dimensión si se añade a los resultados inmediatamente anteriores, pues el equipo lleva ya cinco jornadas sin dejar su portería a cero. Un registro que refleja una tendencia distinta a la establecida desde que en diciembre el club procedió al cambio de entrenador.

Muchos dedos han señalado a Iago Herrerín, poco afortunado en dos de los tres tantos de Benzema, pero centrar el problema en el portero no viene a cuento. Cierto es que los errores de quien juega con guantes suelen acarrear consecuencias directas en el marcador y difícilmente pasan inadvertidos, pero nadie se libra de tener una mala tarde y en esta ocasión le tocó a él. Herrerín ha venido ofreciendo un comportamiento notable durante la temporada y en la escalada clasificatoria aparece como uno de los destacados, al lado de los centrales. Su última actuación sería una salvedad y del análisis del partido se deduce que tampoco el resto de sus compañeros estuvieron finos para impedir el holgado triunfo del Real Madrid. Hubo más implicados en las acciones que subieron al marcador y en otras que perfectamente pudieron incrementar la goleada.

A Herrerín poco cabe echarle en cara, por ejemplo, en lo sucedido frente a Girona, Levante, Getafe y Rayo Vallecano, duelos todos ellos donde el Athletic encajó uno o más goles. Se trata de los compromisos previos al desplazamiento al Bernabéu. El balance de este tramo de cinco jornadas dice que las prestaciones defensivas del equipo se han resentido. Son nueve goles en total, uno más que los recibidos en las catorce jornadas anteriores. La diferencia es sustancial, aunque en puntos ni por asomo haya supuesto un descalabro. El Athletic ganó tres de esos partidos (Girona, Levante y Rayo) y perdió dos (Getafe y Madrid), lo que le ha valido para aferrarse a la séptima posición que ocupa en solitario.

No obstante, los números algún significado encierran y se entiende que el domingo Garitano reconociese que se están cometiendo fallos en la contención que antes no se daban. Es evidente que nada le hace menos gracia al entrenador que observar un descenso en el rendimiento de sus hombres en tareas destructivas. No en vano si alguien es consciente de cuál es la faceta clave en la reacción del Athletic, ese es Garitano, quien desde el principio puso su máximo empeño en lograr la mejora del trabajo colectivo en defensa. Era su prioridad y no ha dejado de serlo, sobre todo tras comprobar lo rentable que sale un buen funcionamiento sin balón. Así que es lógico que le desagrade especialmente ver al equipo recoger balones de su red.

CAUSAS El salto de la zona de descenso a una plaza europea es una realidad a partir de que se pusiera freno a la sangría que padeció el Athletic en la etapa de Berizzo: 23 goles en 14 partidos. Uno de los hitos de la propuesta de Garitano habla de que el equipo fue capaz de blindar su área hasta en ocho jornadas. Circunstancia que permitió sacar chispas a la irregular producción en ataque. Las carencias creativas han sido llevaderas gracias a la seguridad exhibida en terreno propio, lo que ha convertido al Athletic en un duro rival, preparado para competir con un estimable porcentaje de probabilidades de éxito.

Si ahora, y hablamos del mes de abril, el Athletic empieza a flojear atrás, se le van a encarecer los puntos que determinarán quién viaja por el continente el año que viene. Hay varios factores que facilitarían la comprensión de lo que ocurre. Sin duda, el de mayor peso versa sobre lo que cuesta en el largo plazo mantener el nivel de exigencia que implica el despliegue, físico y de concentración, que efectúa el equipo para obstaculizar las maniobras ajenas. El desgaste del curso pasa su factura y asimismo se acusa la ausencia de piezas habituales.

Frente al Real Madrid faltaba Capa en el lateral y también su sustituto o posible interior De Marcos, por lo que tuvo que salir Lekue, casi inédito desde verano y mal asistido por quien se movía por su banda más arriba. Tampoco estuvo Dani García, medio específico de cierre, y en su lugar se ubicó San José, que no es ese tipo de futbolista que quita trabajo a la defensa. Son tres demarcaciones que sumaron menos en defensa, algo que en la segunda mitad se hizo más patente.