BILBAO

CON el riesgo de que esta noche juegue en Balaídos el partido de su vida ante el Athletic y deje en evidencia al arriba firmante, el surcoreano Park Chu-Young ha pasado a engrosar, y en un lugar muy destacado, la lista de los fichajes menos afortunados de la Liga. Al menos del presente curso. Un fiasco que ya ha empezado a asimilar la afición del Celta. Después de conceder el beneplácito de la duda a un delantero que se presentó allá por el mes de agosto ante los medios de comunicación como "un rematador que puede marcar muchos goles", en Vigo nadie da un euro por él. La apuesta por el mercado asiático le ha vuelto a salir rana a un conjunto de la Liga española. Jugadores exóticos, con costumbres alejadas a las de esta parte de Europa y acostumbrados a un fútbol menos exigente y en el que el físico no juega un papel tan importante, que han pasado sin pena ni gloria por equipos que buscaban algo diferente para sus plantillas.

Con el aval de pertenecer al Arsenal, de donde llegó procedente del Mónaco (en las filas del equipo de los Grimaldi superó la docena de goles), Park recaló en Vigo en medio de una gran expectación. Desconocido para la mayor parte de los aficionados al fútbol, el jugador surcoreano, de golpe y porrazo, pasó a ser uno de los mejor pagados en el vestuario celtiña, al compartir la ficha con el conjunto de Londres, donde Arsène Wenger no le acabó de encontrar un hueco en su plantilla y optó por cederle al mejor postor. Fichado para ser una alternativa real a Mario Bermejo y Iago Aspas en el ataque o para hacer de escudero de la estrella de Moaña, el paso de los partidos ha demostrado que Park no está al nivel del resto de hombres que se juegan la titularidad en el Celta. Hasta Abel Resino, el segundo entrenador del conjunto vigués en lo que va de temporada (Paco Herrera sí le empezó dando confianza y minutos), le ha relegado a un papel secundario.

"Esta es una Liga que me gusta y de la que sacaré una buena experiencia. Ha sido una acertada decisión", subrayó Park en una de las pocas ruedas de prensa que ha ofrecido desde que recaló en Vigo, donde su comienzo no pudo ser mejor. El delantero surcoreano se estrenó como goleador en el primer balón que tocó en su estreno en la Liga. Fue ante el Getafe, al que pudo hacer un doblete. Salió del campo de Balaídos en volandas. Rodeado de aficionados, y un tanto perdido al no conocer el idioma, la apuesta del club celeste parecía que no podía haber salido mejor. Pero el paso de los meses y de las jornadas -Park suma tres goles en Liga y Copa- han demostrado que el jugador celeste no va a poder cumplir su compromiso de llegar a los quince tantos en su primer, y último (todo indica que no seguirá en Vigo), año en las filas del Celta. Esta noche estará de nuevo en el banquillo esperando una oportunidad de Abel para demostrar a la afición celtiña que las pitadas que le han dedicado en sus últimas comparecencias en Balaídos no son merecidas. Pero el dato de que no vea puerta desde noviembre no le ayuda a reconciliarse con una grada que vive en el alambre ante el peligro de regresar a Segunda solo una temporada después de regresar a la categoría de oro.

La experiencia donostiarra

Al menos, Park Chu-Young pasará a la historia por ser el primer y único jugador nacido en Corea del Sur en conseguir un gol en la Liga española. Un honor que no pudo lograr Lee Chun-Soo, el surcoreano más conocido por estos lares, que no terminó de cuajar en las filas de la Real Sociedad a principios del presente siglo. Querido por la afición txuriurdin, recaló en Donostia en 2003 y a la temporada siguiente -sin ver puerta- fue cedido al Numancia antes de pasar por otras ligas menos relevantes hasta acabar en el Omiya Ardija japonés, donde milita en la actualidad.

Lee Chun-Soo fue el pionero del fútbol asiático en la Liga BBVA. Gracias al buen papel que la selección de Corea del Sur protagonizó, de la mano del holandés Guus Hiddink, en el Mundial de 2002 -en el que fue una de las anfitrionas-, los ojeadores de la Real Sociedad se fijaron en él. Un delantero que presentaron como rápido, versátil y regateador, que, al igual que su compatriota del Celta, dejó de esperanzar a la afición a las primeras de cambio. Uno de los objetivos de los mandatarios donostiarras era incorporar la Real al mercado asiático, algo que no consiguieron, ya que el Barcelona y el Real Madrid eran y siguen siendo los dominadores en Asia.

Después del fiasco de Lee Chun-Soo, otro equipo de la Liga española que probó suerte con un surcoreano fue el Racing. Y con la misma suerte. El elegido fue Lee Ho-Jin, que recaló en El Sardinero en el mercado de invierno de la temporada 2005-06. Duró media vuelta y apenas participó en el campeonato doméstico. Su falta de adaptación fue una de las claves para que no triunfara. Otro fichaje estrambótico que dejó como anécdota la presentación del jugador ante los periodistas cántabros. La puesta en escena fue surrealista, ya que hasta dos traductores (uno del castellano al inglés y otro del inglés al coreano) convirtieron en prácticamente inverosímiles las respuestas de Ho-Jin. Un presagio de lo que luego ocurrió.

De lo que no hay duda, al margen de las dudosas cualidades futbolísticas de Park Chu-Young y sus compatriotas, es de que los jugadores surcoreanos que han pasado por la Liga no han dado guerra en el vestuario. Educados y entregados, como marca su cultura, han aceptado las decisiones de sus entrenadores sin rechistar. Esperemos que esta noche, por el bien del Athletic, el delantero celtiña siga con la pólvora mojada.