TOTTENHAM: Vicario; Porro, Romero, Van de Ven, Udogie (Min. 90, Spence), Sarr (Min. 90, Gray), Bissouma, Betancur, Johnson (Min. 78, Danso), Richarlison (Min. 67, Son) y Solanke.
MANCHESTER UNITED: Onana, Yoro, Maguire, Shaw, Casemiro, Bruno Fernandes, Mazraoui (Min 85, Dalot), Dorgu (Min. 91, Mainoo), Diallo, Mount (Min. 71, Garnacho) y Hojlund (Min. 71, Zirkzee).
GOLES: 1-0: Min. 42; Johnson.
ÁRBITRO: Felix Zwayer (Alemania). Amonestó en el Tottenham a Van de Ven (Min. 49), Richarlison (Min. 57) y Bissouma (Min. 68). Por parte del Manchester United vieron la tarjeta amarilla Diallo (Min. 35), Zirkzee (Min. 84), Maguire (Min. 88) y Evans (Min. 92).
INCIDENCIAS: Final de la Europa League disputada en San Mamés ante 49.924 espectadores.
El Tottenham necesitó bien poco para proclamarse campeón de la Europa League en una final sin brillo. En San Mamés, donde el Athletic soñó hasta semifinales con disputar la final más especial posible con el deseo de abrazar el primer título continental en su historia, logró salvar la temporada el cuadro londinense tras superar por la mínima (1-0) al Manchester United. Los ‘red devils’, verdugos de los leones en la antesala de la gran final que congregó anoche a 49.924 espectadores en 'La Catedral' para ver en acción al decimosexto y decimoséptimo clasificado de la Premier League, se quedaron con las ganas de suceder al Atalanta italiano en el olimpo de una competición cuyo desenlace se definió en el santuario rojiblanco. Con las calles bilbainas invadidas por hinchas ingleses, el terreno de juego dictó sentencia para elevar a los altares al Tottenham y enterrar al Manchester United, que partía con un ligero favoritismo y acabó certificando una de las peores temporadas que se le recuerdan.
Más allá de la emoción derivada de la trascendencia del encuentro, el choque no dio para mucho. El pleito, insulso desde el principio hasta el final en términos estrictamente futbolísticos, se desarrolló de saque en medio de continuas imprecisiones en ambos bandos, nada nuevo en una campaña en la que los dos equipos han proyectado serios problemas para controlar los partidos y ejercer un dominio sobre el rival de turno. Una final continental con el anhelado billete para la próxima edición de la Champions League en juego, con todo lo que ello implica, no invitaba a pensar en un juego alegre, ni vistoso para el espectador neutral. Y así fue. Solo lo mucho que había en juego neutralizó en parte una sensación de soberano aburrimiento en el transcurso de una primera mitad en la que solo el balón parado parecía generar cierta sensación de peligro en las áreas.
Se sucedieron los saques de esquina, hasta cinco en el primer cuarto de hora del envite, dando pie uno de ellos a una ocasión del Manchester United en las botas del eléctrico Diallo, quien no acertó en el remate entre un bosque de piernas. Un error de Maguire en la recta inicial del encuentro había permitido previamente a Johnson probar con un centro chut desde la corta distancia a Onana, un guardameta capaz de lo mejor y de lo peor siempre en el punto de mira de la afición de los ‘red devils’, que vio cómo el camerunés volvía a dejar que desear en un momento clave. Corría el minuto 42, apenas se contabilizaban disparos a ninguna de las dos porterías, cuando el Tottenham logró adelantarse en el marcador. Lo consiguieron los londinenses prácticamente de la nada. Bastó un centro desde la izquierda a pierna cambiada de Sarr para que Johnson, con la ayuda del central Shaw y la pasividad de Onana al permanecer estático sobre la línea de gol, perforara las redes rivales para permitir a su equipo enfilar el camino hacia vestuarios con una ventaja en el luminoso que a la postre se tornó decisiva.
Con un pírrico, pero válido 38% de posesión del esférico fue capaz de desnivelar la balanza el Tottenham en la sexta final europea entre dos equipos ingleses y la tercera de ellas con el cuadro londinense en liza. Se esperaba algo más del Manchester United tras la reanudación, aunque tampoco demasiado, y lo cierto es que el arranque del segundo acto no proyectó variación alguna respecto a la observado hasta el descanso. La impotencia de los hombres de Amorim fue tan patente como la sensación de tranquilidad que transmitía un Tottenham sabedor de que lo más difícil estaba hecho. Sin apenas noticias del vértigo de Diallo y con Bruno Fernandes desaparecido en combate, contratiempo insalvable para un equipo tan pobre de juego como este Manchester United, solo un golpe de fortuna podía igualar una contienda que no hizo justicia a la relevancia del evento.
PASO ADELANTE
Con el Tottenham centrado únicamente en tareas defensivas, los de Amorim, con más decoro que fútbol, apretaron por pura inercia y dispusieron de varias ocasiones de gol. Salvó sobre la línea Van de Ven un cabezazo de Hojlund tras error del cancerbero Vicario en la salida y perdonó después Bruno Fernandes con un testarazo libre de marca que envió fuera desde el corazón del área. Garnacho, que ejerció como revulsivo, obligó por su parte a una gran estirada a Vicario para evitar el 1-1 en el minuto 74. Solo por insistencia, al margen del juego ofrecido, mereció al menos el empate el Manchester United, que acumuló hombres por delante del balón a la espera de un chispazo que le permitiera devolver las tablas a una final que se le escapó sin que su oponente hiciera nada del otro mundo.
Un cabezazo de Shaw en el tiempo de añadido que repelió Vicario y un último saque de esquina que subió a rematar Onana con chilena incluida de Casemiro pusieron el lazo a una final que se llevó el Tottenham con un único remate a portería. Se llevaron así los londinenses, sin brillo, pero con un productivo ejercicio de resistencia y efectividad, un título al que bien pudo optar por talento y rendimiento el Athletic. La gloria, sin embargo, fue para el equipo dirigido por el entrenador griego Postecoglou, que vuelve a saborear un título 17 años después y que disputará la Champions, por lo que podría regresar a Bilbao como rival del conjunto rojiblanco.