bilbao. Carlos Pouso forma parte de este Athletic. No por su condición de vizcaino o por su amor a los colores rojiblancos. Sino porque el técnico del Mirandés es culpable de que Koikili, primero, y Gaizka Toquero, después, crecieran bajo su magisterio en el Sestao River, lo que propició el salto de ambos a Lezama, a donde llegaron como ejemplos de que lo sueños se pueden cumplir. Pouso, hoy enemigo de los dos leones, es casi el padre futbolístico de Koikili y Toquero, a los que les sacó prácticamente del anonimato. Pouso colaboró para que el Athletic se fijara en su dos antiguos pupilos y estos se sienten partícipes del éxito de su exentrenador, al que también le auguran un futuro en los banquillos de máxima categoría.

Pouso dirigió al Sestao entre 2003 y 2008; y durante ese lustro fue el responsable de que un gran número de futbolistas curtidos en el barro recalaran en el Sestao River, entre ellos Koikili y Toquero. El de Otxandio llegó a la entidad verdinegra procedente del Gernika en el verano de 2005 para completar dos campañas. "Tenía opciones para volver a Segunda B, pero me decidí por del River, que estaba en Tercera. Pensaba que podíamos hacer un gran año, con una afición especial, y me ilusionaba mucho el reto, aunque no conocía a Carlos (Pouso) personalmente", recuerda el rojiblanco. En su primera campaña fue protagonista del ascenso del River a Segunda División B y en la segunda el Sestao se quedó a un solo pasito -cerró en quinto lugar la Liga regular- de meterse en el play-off de ascenso. Koikili jugó 64 partidos de Liga, uno de Copa como verdinegro y con una tarjeta de 16 goles. En verano de 2007, el Athletic le reclutó para su causa aunque llegara con ficha del filial en primera instancia.

Koikili cerró su etapa en el Sestao y pocos días después la inició Toquero, que recaló en el club de Ezkerraldea desde el Lemona. "La verdad es que tenía dos opciones; ir al Sestao con Carlos o al Barakaldo. Carlos me insistió y esa confianza influyó en que me decantara por el Sestao", explica el delantero. El de Ariznabarra sobresalió en su primer curso como verdinegro, con 37 partidos de Liga y cinco goles. El Athletic, gracias al encuentro que presenció Joaquín Caparrós -por entonces técnico de los leones- en San Mamés entre el Bilbao Athletic y el Sestao, puso en su agenda a Toquero, pese a que este recalara en el siguiente ejercicio en el Eibar, al que pasaba a dirigir, en 2008, Pouso, que se llevó al que fue su pupilo en el Sestao. Con los armeros, jugó 16 partidos en Segunda División con 4 tantos de cosecha.

Caparrós llamó a Toquero en enero de 2009 ante el enfado del hoy entrenador del Mirandés. El rojiblanco lo explica: "Nos estábamos jugando mucho, cerca de la zona de descenso, y la comunicación llegó en una concentración, lo que no gustó a Carlos. Era un partido que nos jugábamos mucho ante el Sevilla Atlético. Me dijo que había llamado el presidente del Athletic (Fernando García Macua, por entonces) y que volvía al Athletic. Era mi último partido en el Eibar y me preguntó si quería jugarlo. Respondí que mientras fuera jugador del Eibar, podía contar conmigo. Empatamos (0-0, 14 de diciembre de 2008)". Toquero disputó dos meses después, al igual que Koikili, su primera semifinal de Copa como rojiblanco y cuatro después, su primera final, en la que además hizo gol al mismísimo Barça de Guardiola. Pasados tres años, Toquero y Koikili están a las puertas de repetir semejante frenesí. Solo les queda superar o traicionar a su "aitatxu" en el Sestao, como le define el lateral izquierdo.

Pouso no solo ha dejado una huella futbolística a sus dos leones, sino que también la ha dejado en lo humano. "Es un tío muy transparente, un tío que merece la pena, que hace muchas piñas. Es una de sus características", subraya el delantero, descripción que comparte su compañero en el Athletic: "Es un tío directo, deja las cosas claras y, sobe todo, a nivel de vestuario cuida a la gente, procura establecer un ambiente familiar. El River era una pequeña familia, donde él era el aitatxu y los jugadores sus hijos. Esa unión ayudaba a conseguir éxitos".

Ambos, además, acentúan el perfil de entrenador del leiotarra, al que "no vamos a descubrir". "Para ser entrenador, es necesario ser duro en determinados momentos, cuando la gente se está relajando... Se puede tener mano dura, pero también ser amigo de los jugadores", declara Toquero, mientras que Koikili pone un pequeño matiz: "Su cercanía y su cariño hacia el grupo no lo confundían con la exigencia".

mejora futbolística Los dos jugadores a los que Pouso ayudó a ser leones coinciden al reconocer que bajo el magisterio del hoy entrenador del Mirandés sus cualidades futbolísticas mejoraron. Fue como hacer un máster. El gasteiztarra no lo duda ni una milésima de segundo: "Es el que me dio la confianza en los momentos en que más lo necesitaba. Si Carlos no me hubiera concedido tantos minutos y no me hubiera enseñado cosas que hasta entonces no sabía, no habría llegado al Athletic. Gracias a él, a mis compañeros y a mi trabajo hicimos un gran año en el Sestao, que permitió que Joaquín Caparrós se fijara en mí".

El lateral vizcaino tira de un discurso similar. Es rotundo, sin medias tintas: "Sinceramente, sí. Coincidí en un grupo donde varios jugadores dimos un salto cualitativo desde el Sestao. Por ejemplo, Txema Añibarro, que se fue el Eibar en Segunda A; o el mismo Joseba del Olmo, que luego vino al Athletic; o Álvaro Martínez (hermano del rojiblanco Javi Martínez)... Tuve varias ofertas ese verano (2007) y una fue la del Athletic, por la que aposté y me decanté. Conseguí llegar al primer equipo y esta es ya mi quinta temporada".

Pouso dio galones tanto a Koikili como a Toquero bajo su jefatura en el colectivo. El primero recalca que el técnico de Leioa le curtió como un lateral diferente en Segunda División B, con pegada. "Hice 16 goles en dos temporadas", dice a modo de aperitivo. Era el encargado en el Sestao de lanzar los penaltis y los golpes directos: "Así era, pero la libertad ofensiva que daba me favorecía para participar en las jugadas de ataque, lo que es muy positivo para un defensa".

El delantero desgrana su aprendizaje con Pouso: "Quizá de 50 partidos con él, tanto en el Sestao como en el Eibar, solo cuatro los comencé en el banquillo. Jugaba en banda derecha, en izquierda, media punta... El hecho de ver que el entrenador está contigo te da tranquilidad, no te genera tanta presión. Mi mejoría en los centros desde banda se deben en parte a Carlos".

Los dos jugadores del Athletic presumen de conocer muy bien a Pouso, que, por mucha rabia que les dé, hoy no le desearan nada bueno en lo deportivo. Eso sí, comparten que su exentrenador tiene todos los datos posibles, y fiables, del conjunto de Marcelo Bielsa. "Estudia muy bien a los rivales, además de que intentará frenar la euforia. Querrá que sea un partido normal, pese a que no lo es", reflexiona Toquero, en tanto que Koikili continúa con el análisis: "Va a intentar jugarnos de tú a tú, con cabeza, controlando los tiempos de los dos partidos para tener opciones de jugar la final. Buscará marcar en los dos partidos, eso seguro".

Quizá ese conocimiento hace que los dos rojiblancos pongan el énfasis en que su equipo, y por ende todo el entorno que rodea al Athletic, no vendan la piel antes de cazar al oso. Recurren a la prudencia. Posiblemente con conocimiento de causa. "Estamos ante dos partidos muy difíciles, más de lo que pueda pensar la gente. Si nos relajamos, está claro que este equipo tiene algo por eliminar a tres Primeras, que no es casualidad", avisa el delantero. "Juegas contra un equipo de Segunda B y parece que el tema está hecho. Nos confundiríamos mucho si pensáramos en un paseo ante el Mirandés. Nos tenemos que dejar la piel, luchar todos los balones... porque el premio es muy goloso", insiste Koikili. Lo dicen dos leones de Pouso.