De él, quienes más le conocen, destacan que es un tipo normal. Que no es poco. Apasionado de la música y de la fotografía, quizá en otro orden, qué más da, Ernesto Valverde (Viandar de la Vera, 9-II-1964) es el líder de un Athletic de Champions. El técnico, en su tercera etapa al frente del banquillo rojiblanco (2003-2005, 2013-17 y 2022-...), ha moldeado a un equipo campeón, como demostró el curso pasado al conquistar la Copa 40 años después. Un título que hizo olvidar la desazón de la campaña 2022-23, en la que el equipo se vino abajo en el tramo final para quedarse de nuevo con la miel en los labios y fuera de Europa, y que revivió las imágenes del pasado glorioso del club.

Esta temporada se ha quedado a las puertas de disputar la tercera final continental de su historia, quizá la más especial por jugarse en Bilbao, pero ha compensado al clasificar al Athletic por sexta vez en su historia a la máxima competición europea de clubes. Todo ello con una mezcla de veteranía y juventud, un enorme despliegue físico y una más que solvencia defensiva unida a una nada despreciable eficacia ofensiva, si bien es cierto que en las últimas semanas su producción ofensiva se ha visto menguada, en buena medida por las bajas de sus futbolistas más relevantes.

Pese a esto último, el equipo es cuarto a falta de dos jornadas, depende de sí mismo para finalizar la liga en esa misma posición, para lo que necesitará sumar tres puntos o calcar uno de los dos resultados del Villarreal, y tiene en su mano superar los 70 puntos que logró en la campaña 2013-14, también con Valverde en el banquillo, y que es el mayor registro histórico de la entidad desde que la victoria reparte tres unidades. Con los 67 que lleva actualmente, una victoria y un empate serían suficientes para establecer una nueva marca.

El curso pasado logró aquello que no consiguieron José Ángel Ziganda, Eduardo Berizzo, Gaizka Garitano ni tampoco Marcelino García Toral, los inquilinos del banquillo en su ausencia. Devolvió al equipo a Europa por sus méritos en liga, aunque con el título de Copa habría bastado. Ahora, tiene el reto de mantenerse en la cuarta posición, en la que se instaló curiosamente el 1 de diciembre, como hizo también en 2013, lo que se traduciría en disputar la próxima edición de la Supercopa, con el plus económico que ello supone, así como estar exento en las dos primeras rondas de Copa.

Aunque el técnico ha tenido que convivir con algunas críticas –nadie está exento de ellas–, ha dotado al Athletic de una estabilidad deportiva y regularidad sobre el verde que no se veían en años. Cierto es que este curso no ha encontrado la excelencia en su juego que tuvo durante muchos momentos de la pasada temporada, pero el equipo ha sido aún más competitivo si cabe, con el hándicap añadido de la exigencia de disputar una competición como la Europa League.

El equipo acabó cuarto la primera vuelta con 36 puntos y un balance de +12 (29 goles marcados y 17 encajados) y ahora, con dos jornadas por delante, suma 67 y su balance es de +15 (24 y 9). Solo le han recortado puntos Villarreal, Betis y Valencia –tres los dos primeros y uno los che– y con 26 tantos recibidos es el equipo menos goleado de las cinco grandes ligas europeas. Datos que refrendan la competitividad de un equipo de Champions.

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Solo falta el sí

Ahora, solo queda que el técnico le dé el sí al Athletic y que ambos estampen la firma en un nuevo contrato que llevaría a Valverde completar el mandato de Jon Uriarte en el club –está por ver si se presentará a la reelección–. Ninguno de ellos ha querido dar pistas al respecto, aunque se entiende renovará. En el vestuario lo tienen claro. “Ni le hemos dicho nada. Lo tenemos todos tan claro que va a ser él…”, apuntó Dani Vivian en la zona mixta del Coliseum. Hablaba de Valverde, el técnico que ha elevado al Athletic a otra dimensión.