MADRE de 13 hijos, siete chicas y seis chicos, Teresa Rivero (Jerez de la Frontera, 1935) entiende el Rayo como una familia. Como la suya propia, como esos 55 nietos a los que distingue uno por uno por su nombre. "Hace un par de domingos bautizamos al último, y eso me impidió ir a Villarreal, ya que suelo viajar a la mayoría de los sitios". Ha fundado un centro social para atender no sólo las necesidades de los socios, sino también de todos los vallecanos, que encuentran en el equipo rayista a su mejor nexo, y en su presidenta, tras ya 16 años al frente del club, a su principal aliada. Hoy recibe al Athletic en Copa evocando los gloriosos noventa, una época donde a la esposa del afamado José María Ruiz-Mateos el fútbol -como reconoce en una distendida charla con DEIA- le parecía algo de otra galaxia y que ahora es, casi, su pasión. "¡Es que no había visto en mi vida un partido, no sabía que era un penalti o un fuera de juego!".
Hija de un notorio abogado, tuvo un novio marino mercante y otro militar, pero con 21 años, conoció al mediático empresario, con quien se casó tras dos años de noviazgo. A ella le hubiese gustado ser médico pero sus padres le impidieron marcharse a estudiar a Madrid, donde se trasladó en 1967, ya casada. Tras la expropiación de Rumasa (35 empresas y 65.000 empleados) en febrero de 1983 por aquel voto de García-Pelayo, que dio con los huesos de su marido en la cárcel o en plena calle disfrazado de Superman o atizando a Boyer; ella ejerció de sostén, de columna vertebral. Hasta el punto de que el Rayo le sirvió después de "aspirina, fue una válvula de escape". "Aquello fue una injusticia. Nosotros sólo dábamos puestos de trabajo y, de la noche a la mañana (nos enteramos a través de nuestra hija Socorro, que vino a casa llorando), nos hicieron la mayor de las canalladas. Él sigue luchando para que, tras 26 años, haya justicia. Todavía estamos esperando. José María continúa creando trabajo porque tiene una cabeza privilegiada. La gente de la calle le apoya. Era normal que ésta dudara, pero le pusieron de estafador, de ser un delincuente", rememora con pesar. Después de la absolución, la Nueva Rumasa de Dhul hace olvidar a la de Galerías. "Los ciudadanos de a pie ponen dinero porque confían en Ruiz-Mateos. Nadie da el dinero a un chorizo, y menos en los tiempos que corren".
Siempre bien peinada con un cardado que emula al que ostentaba la Thatcher, cada fin de semana acude al palco aunque sea con retraso porque haya tenido que fregar los platos de la comida familiar, pero no le gusta bajar al vestuario. "No lo he hecho nunca, es cosa de hombres". Perteneciente al Opus Dei, no obliga a sus jugadores a acudir a misa pero, por si acaso, mandó edificar una capilla en el estadio que lleva su nombre gracias a un referéndum con los abonados, algo que le colma de orgullo. Vive momentos de vino y rosas con el Rayo aspirando a volver a la máxima categoría y con un conjunto femenino (donde militó Ronaldinha, Milene, a la que Teresa tuvo que hacer unos calzones a su medida) peleando con los grandes de la Superliga.
su predecesora Y es que puede decirse que desde que el cura Llanos recaló en el Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas, nunca hubo algo tan peculiar como la dirigente rayista. De hecho, en 1924, otra mujer, Prudencia Priego, fundó la modesta entidad madrileña, aunque no es hasta la llegada del periodo democrático cuando sube a Primera. Su estreno es tan impresionante que es catalogado el equipo como el "matagigantes", si bien pronto bajaría tres escalones hasta que Felines lo devuelve a la cúspide. Un espejismo. Desciende a la División de Plata y la crisis presagia la demolición. Fue cuando en escena entra Ruiz Mateos, transforma el club en sociedad anónima y ficha a Camacho para retornar a la Liga de las Estrellas. El 12 de enero de 1994 Teresa Rivero se coloca en el escaparate de un deporte aún machista y dominado por el género masculino en las altas esferas, causando conmoción. Entre los logros, verle líder momentáneo, disputar la UEFA y plantarse en cuartos apeando al Lokomotiv ruso o al Girondins galo. Pero la luz se apagó hasta darse de bruces otra vez con la Segunda B. "Salimos de ahí con voluntad, energía y ejemplo", proclama ella, amparándose en su credo religioso, que no esconde, como su ideología conservadora y tradicional. "Si una mujer quiere ser presidenta del Gobierno, ¡que lo sea!, pero lo principal , si se casa, es que esté preparada para ser una buena ama de casa y madre de familia", llega a decir. El peso de la educación de la época. "Eso sí, los hombres de hoy tienen que ayudar. A mis hijos que se han casado les dije: Tenéis que poner también vosotros los biberones", precisa con aire de ordeno y mando maternal.
Su día más feliz no guarda relación con el balón, "es cada uno en los que nacieron mis hijos, que me tuvieron siempre gorda entre 1958 y 1977. Quería aprender a tocar la guitarra y nunca pude tomar más de tres clases seguidas, me quedaba embarazada y la tripa me impedía llegar a las cuerdas". ¿Por qué no le obliga a Don José María a no trabajar para disfrutar más? "Él no sabría qué hacer, le horrorizaría", afirma sin ocultar la admiración que le profesa.
La misma que a los aficionados del Rayo. "El fútbol ha servido de unión para todo un distrito trabajador a más no poder. Ahora tenemos a casi 10.000 que van siempre al campo a animar. Pero también iban frente al Benidorm", comenta. Es más, en el feudo vallecano se reúnen más hinchas que en el propio Coliséum Alfonso Pérez de Getafe pese a que éste último cuenta con unos dos mil abonados más. Ni siquiera en los tiempos de Primera División concentraba el estadio Teresa Rivero tanta expectación. El haber estado año y medio sin perder en casa y el hecho de que el 80% de la grada ronde la veintena en edad ejercen de palancas prometedoras, con el ascenso a Primera en el horizonte. Sin prisa pero sin pausa. Otro factor. "Una docena de futbolistas han nacido en el mismísimo Madrid, algo que le asemeja en cierta forma al Athletic". Por todo esto y más no puso reparos en rascarse el bolsillo para pagar el autobús a las 3.600 personas que viajaron en la promoción a Segunda A. Conecta a la perfección con el barrio -"bueno, no se crea usted, que tiene más de 500.000 habitantes"-, con sus gentes humildes, muchos ni siquiera mileuristas, de espíritu obrero. Como el de la familia Ruiz-Mateos a pesar de haber conocido billetes de todos los colores y en diferentes monedas porque se considera "rica por dentro, que es lo que importa". Su altruismo lo exportó a su ciudad natal: en 2004 creó junto con su marido una Fundación con el fin de mejorar las condiciones de vida, socioculturales y educativas de los jerezanos, especialmente de los sectores más desfavorecidos.
Dice haber aprendido a disimular los gestos en los palcos, devora prensa deportiva y trata de caminar para mantenerse en forma, desconectando con la música de Julio Iglesias y de Alejandro Sanz. Así es doña Teresa, el rayo que no cesa.