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Ligar en Aste Nagusia: “No hay que tener miedo, hay que lanzarse”

Las txosnas se convierten en el escenario perfecto para conocer gente, bailar, charlar y, a veces, ligar

Ligar en Aste Nagusia: “No hay que tener miedo, hay que lanzarse”Miguel Acera

Aste Nagusia, la gran cita festiva de Bilbao, no solo ofrece conciertos, fuegos artificiales y cuadrillas: también se ha convertido en un escenario donde muchos buscan conocer gente. El centro de la villa, con sus txosnas alineadas junto a la ría, concentra cada noche a miles de personas que bailan, beben y charlan. Entre el bullicio de vasos de plástico y canciones que van desde los clásicos en euskera hasta los últimos hits de verano, las conversaciones a menudo acaban derivando en algo más.

“He tenido la posibilidad de ligar pero de momento nada”, cuenta un joven madrileño que ha viajado a Bilbao con un amigo para disfrutar de las fiestas. Mientras él no ha tenido suerte, su compañero sí. Aun así, no pierde el ánimo: “La verdad que ligar aquí no es complicado. Ahora en las fiestas hay mucha chica y se liga muy bien”. Según explica, la clave está en saber dónde moverse: “En las txosnas de Gogorregi y Moskotarrak se liga mucho. Son las más modernas y de chavales”. En esas zonas, la música suele subir de volumen a partir de la medianoche, los grupos se arremolinan en torno a las barras y los bailes improvisados sirven de pretexto para romper el hielo. La escena se repite a diario: pasos de baile, miradas cruzadas y conversaciones que, con algo de suerte, terminan en planes para el día siguiente.

Facilita oportunidades

Desde las primeras horas de la tarde, las cuadrillas locales se mezclan con visitantes que llegan de otros lugares, turistas que descubren la fiesta por primera vez y jóvenes que convierten la zona en su punto de encuentro habitual. Las calles se llenan de movimiento, y los bares cercanos se suman a la inercia de las txosnas, generando un circuito constante que facilita los cruces y las oportunidades de conocer a alguien nuevo.

Dos amigas bilbainas confirman la impresión, aunque su balance este año es distinto. “De momento no hemos ligado”, admite una de ellas, mientras su amiga matiza: “Ligar como tal no es complicado porque suele venir mucha gente, tampoco es difícil”.Ellas también señalan Moskotarrak como el epicentro de los encuentros, pero sin darle más trascendencia: es parte del ambiente, no la meta de la noche.

Ligar en Aste Nagusia es cuestión de pura estrategia y de mirar, mirar mucho

Mucha gente

La dinámica es sencilla: la gran afluencia de gente, la predisposición festiva y el hecho de pasar horas en la calle generan un terreno propicio para los encuentros espontáneos. Las txosnas funcionan como plazas abiertas donde pedir una bebida se convierte en la excusa para hablar con desconocidos. Y si la conversación no fluye, no pasa nada: basta con moverse unos metros para encontrar otra cuadrilla, otra canción, otra oportunidad. Para el joven madrileño la estrategia es clara: “Mi táctica para ligar es bailar, sentir la música y lo más importante: mirar mucho”. Cree que en fiestas no sirve de nada esperar: “No hay que tener miedo, hay que lanzarse”. Sus palabras resumen bien la filosofía que muchos adoptan durante estos días: menos planificación, más iniciativa.

En las txosnas es uno de los lugares donde más se aplica la técnica del ligoteo

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Aste Nagusia no garantiza conquistas, pero sí multiplica las posibilidades. Nueve días en los que Bilbao se transforma, en los que las rutinas se suspenden y la ciudad vive prácticamente sin relojes. Hay espacio para el ligoteo, para los encuentros fugaces y también para quienes simplemente quieren disfrutar sin más pretensiones que bailar y estar con los suyos.

Quienes vienen de fuera suelen destacar esa apertura: la facilidad para empezar una conversación, la naturalidad con la que se mezclan los grupos, la falta de rigidez en la noche. Un contexto que anima a la gente a socializar. Al final, Aste Nagusia no necesita aplicaciones, ni algoritmos, ni fórmulas mágicas. Solo hace falta estar allí, dejarse llevar por la música y, si se da la ocasión, atreverse.