Cada noche en Bilbao se viven quince minutos mágicos. Ocurren cuando el cielo cambia de color y habla en cada ráfaga de explosión. En esos quince minutos es como si el mundo se paralizara. Se paraliza. Se busca el mejor sitio para divisar el horizonte y fundirse con las imágenes que se proyectan en el lienzo en negro del cielo. Y aunque ocurre cada año no por eso deja de ser una de las citas que congrega a miles de personas cada noche. Algunos son ya entendidos, forman parte del jurado popular que acierta a calibrar la mejor traca, la combinación de colores más espectacular y el sonido más potente en ese cuarto de hora de la noche en el que hasta las barracas paran.

Los fuegos artificiales se pueden ver desde muchos sitios pero como en todo en esta vida lo importante es con quién se comparten se esos quince minutos mágicos. Algunos se tumban en las campas del parque de Etxebarria para hacer del cielo un planetario; otros, bocata en mano, se unen a la muchedumbre que se junta en el Arenal. Si se trata de verlos desde lo más alto, desde hace años la Torre Iberdrola abre las puertas a la ciudadanía para ofrecer un espacio diferente donde confesarse con el cielo, compartir con los amigos o celebrar una fecha clave. Y ese fue el encuentro que celebraron el viernes un actor vasco afincado en Londres, una saxofonista catalana y un saxofonista vasco residente en París. Brindar por el futuro desde el piso 29 es un sueño al que no pudieron renunciar y que seguramente hasta las estrellas aplaudieron.

La Torre Iberdrola da cobijo a más de un encuentro y confesiones con un telón de fondo insuperable. Durante el espectáculo, los invitados pueden disfrutar del mejor rock desde los años 60 con Bwatzabal Band, mientras degustan helado y Agua de Bilbao. Es una manera de convertir este momento en una cita especial aunque a veces el solo hecho de encontrarse ya provoque la magia y haga saltar las chispas.

Así lo disfrutaron una joven pareja de 17 años que celebran los seis meses de su primer amor. ¡Qué se puede añadir a una cita tan especial y en un entorno tan mágico! Solo ese beso y ese selfie que derrocha ternura en cada fotograma.

Pero las historias son tan infinitas que 15 minutos dan para llenar más de una página. Tres vecinas de Santutxu también se dieron el gusto de ascender al cielo para así palpar los fuegos casi con la mano. “Es un lujo y estamos muy agradecidas de haber tenido la oportunidad de venir”, se complacen.

Entre los días 17 y 24 de agosto, coincidiendo con la Semana Grande, los fuegos se han podido contemplar desde la cara este del edificio y un sofisticado sistema de audio ha permitido reproducir el sonido tan característico en el interior de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

Los sicilianos La Rosa se hicieron acreedores del premio del jurado con el espectáculo que cerró el concurso de fuegos artificiales. Una exhibición aplaudida y laureada desde el piso 29 de la torre más alta de Bilbao.

Ayer cerraron la cita los fuegos de exhibición. Fueron la pirotecnia Valecea los encargados de despedir las noches más coloridas del cielo. Hasta la próxima Aste Nagusia.