"Alcohooool, alcohooool, alcohooool. Hemos venido a emborracharnos...”. Esta es la cantinela que podrían corear, si no todos, muchos de los asistentes que cada día se acercan al perímetro de txosnas de Aste Nagusia. Si las fiestas se caracterizan por algo es por la barra libre a los excesos que incluso los más juiciosos y moderados se permiten para sí mismos. La cultura del bebercio parece inherente al recinto festivo, donde la cerveza y el kalimotxo siguen siendo las joyas de la corona. Sin embargo, las modas pasajeras mandan tanto que tienen el poder de dejarlo a uno en la obsolescencia más absoluta. Porque quien no haya oído hablar de los chupitos de Plata o Plomo o de tequila de fresa puede tener la seguridad de que se ha quedado en el Pleistoceno de la jarana nocturna.

“La gente se bebe hasta los floreros”, asevera Txetxu González, un histórico de Pinpilinpauxa, donde se pueden formar hasta cinco filas de personas para llegar a la barra. Y eso que tienen turnos de una veintena de personas para atender a todos los sedientos. “Nos chocamos constantemente”, expone Aitor Urres, comparsero responsable de los suministros que controla todos los pedidos. Así, revela que en una semana despachan 280 barriles de cerveza, 800 botellas de ron y más de 1.000 botellas de chupito. “Bueno, despachamos, y nos bebemos...”, reconoce, porque una de las características de Pinpilinpauxa es que tienen una barra interna en la que los comparseros pueden servirse gratis lo que quieran. “Eso hace que a menudo recibamos visitas de otros comparseros”, indican con cierta ironía.

Lo habitual es que los grupos de amigos pongan bote para pagar las consumiciones con el fin de agilizar las transacciones

En Pinpilinpauxa se encaraman a los mostradores para probar el llamado Pinpielixir, una bebida propia de esta txosna hecha con licor de piruleta y purpurina comestible. “Tengo que reconocer que a mí no me gusta mucho, me recuerda a los jarabes”, admite González. No son los únicos con oferta propia. En Satorrak cuentan con uno que se llama Satorberezi. “Es un chupito afrutado, de licor de mango y de plátano”, expone Pablo Sánchez, miembro de Satorrak, quien explica que también despachan los de Plata o Plomo y tequila de fresa, dos bebidas que tienen su origen en Nafarroa y ya se han hecho fuertes entre las brebajes con elevada graduación que más se solicitan entre los juerguistas. Hasta Mekauen! muchos se acercan exclusivamente por su característico mojito. “Y La chica de la cerveza es una artesanal que tenemos, que se suelen beber mucho ahora”, apunta el comparsero Igor Uribe.

Las comandas cambian a lo largo del día. Por la mañana, más vino o vermú. Por la madrugada, más combinados de ron y ginebra. Cerveza y kalimotxo, durante todo el día. “Este año hemos puesto Coca-Cola Zero porque había mucha demanda”, explica el comparsero de Satorrak, quien también revela que en muchas comparsas han optado por la Pepsi en lugar de la Coca-Cola al uso. Otra de las decisiones, y esta ha debido ser unánime, ha sido eliminar las botellas de agua del recinto festivo. “Al que quiera agua le vendemos un vaso –que cuesta un euro– y le damos agua del grifo. La idea es eliminar los residuos de plástico al máximo”, indica el comparsero de Satorrak.

VOTA: ¿Cuánto gastas al día en Aste Nagusia?

  • 150
  • 181
  • 141
  • 108

Angel de la Torre es miembro fundador de Moskotarrak y, aunque eso da una pista de que no está en la veintena, conoce al dedillo lo que bebe la juventud que cada noche se agolpa en la barra de su txosna. “Tiran mucho de los combinados, que ahora se hacen con bebidas energéticas como Red Bull o Monster. Los chavalitos se meten mucha caña con esas bebidas”, indica. ¿Y chupitos por la noche? “¡Una infinidad! Plata o Plomo salió el año pasado y se sigue consumiendo un montón. Al tequila de fresa nosotros le llamamos Moskotxupito”, revela el comparsero que, después de tantos años, tiene muy controlados los pedidos para no quedarse sin suministros. “Algunas bebidas se piden para todas las fiestas y otras, cada día. Los que nos traen la cerveza, por ejemplo, hacen ellos el cálculo: tienen el culo pelado”, expone.

Como de la desinhibición al descontrol hay una delgada línea, es más frecuente que la picaresca haga acto de aparición a altas horas. “Por la noche son más frecuentes los simpa –acción de irse sin pagar–. Durante el día nosotros nos ofrecemos a dar los vasos sin pagar a condición de que luego los devuelvan. A partir de cierta hora no podríamos hacerlo”, explica el comparsero de Moskotarrak. Desde Pinpilinpauxa, una de las txosnas más masificadas, indican que a veces un cliente pide una consumición y posteriormente, otra. Y cuando el comparsero está sirviendo esa segunda copa, desaparecen. “Pero no es lo normal, hay demasiada cola como para escabullirse”, afirma Aitor Urres con una media sonrisa. De hecho, la práctica de marcharse sin pagar en txosnas está tan mal vista que parece estar en peligro de extinción. “La gente sabe que somos voluntarios. Este año, incluso, una persona ha venido a darme las gracias por estar tras la barra. Funcionamos por militancia y se valora”, indica Igor Uribe.

Bendita agua

Igone, Ainhoa y Sonia son tres amigas de Mungia y Barakaldo que, con kalimotxo en mano, son firmes defensoras de este brebaje. “La del kalimotxo es una borrachera que conoces y da más margen de tiempo. Con alcoholes más fuertes disfrutas menos”, considera Igone. Sonia, por su parte, está encantada de que ahora haya opción de pedir Coca-Cola Zero: “Los azúcares se procesan mejor”. Otro motivo para optar por el cóctel más tradicional de Euskadi es el precio. “No puedes ir todos los días a cubatas”, asevera Ainhoa. ¿Y el día después? Ya lo dice la canción: “Noches de desenfreno, mañanas de Ibuprofeno”. Sin embargo, para estas amigas el mayor amortiguador de resaca consiste en “beber agua entre un trago y otro”. Sonia va más allá del clásico más básico y cita algunos secretos que escuchó en un programa de televisión: Aquarius, agua con limón, plátano y huevo cocido.

Muchas comparsas cuentan con bebidas especiales: en Pinpilinpauxa, el ‘Pinpielixir’; en Moskotarrak, el ‘Moskotxupito’...

No es lo mismo salir un día en Aste Nagusia que aguantar el pulso de todas las fiestas. Como comparsera de Aixeberri, Saioa afirma a la velocidad del un rayo que lo mejor para resistir las nueve jornadas es el agua. Ante una respuesta tan evidente, matiza, al menos, lo que no hay que beber: “Mejor que no tenga alta graduación”. Y agrega: “Pero hay que tener cuidado con el kalimotxo: al final te metes mucho azúcar y cafeína. Aunque este año tenemos hasta Coca-Cola sin cafeína, cerveza sin gluten... La oferta es cada vez más amplia”. Sus amigos Aritz y Leizadi, que no son comparseros, tienen opción a portarse con menos mesura. “Empezamos por cerveza y luego cambiamos al cubata”. Por lo que no pasan es por ciertas bebidas. “El Jägermeister sigue existiendo, pero yo dejé de beberlo a los 16 años”, afirma Aritz.  

Y tan inherente como el bebercio al recinto festivo bilbaino es el hecho de que lo habitual es pagar las consumiciones después de poner un bote. Porque eso de que cada uno pague lo suyo, además de ralentizar las transacciones, no se lleva entre los vascos. Si acaso, si el grupo es reducido, se paga a rondas. Por el momento, para hacer los cobros, Pinpilinpauxa es la única txosna que cuenta con datáfono. En un futuro, si la Diputación Foral de Bizkaia sigue con la intención de imponer el sistema Batuz en las txosnas a partir de 2026, habrá que ver lo que ocurre.