Un ganadero guipuzcoano que dejó morir de inanición a 45 vacas de la explotación bovina que tenía en un caserío de Berastegi ha reconocido los hechos este lunes y ha aceptado una condena de 14 meses de prisión y cuatro años de inhabilitación para cualquier profesión relacionada con los animales.

Durante la vista por estos hechos, que ha tenido lugar este lunes en el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia, la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la Asociación en Defensa de los Derechos de los Animales y su Legislación, Animal-Lex, que inicialmente reclamaban un año y medio de cárcel, han accedido a rebajar su petición inicial a cambio de que el procesado admitiera los hechos que se le imputaban como autor de un delito de maltrato animal.

DEJÓ DE ALIMENTAR A LAS VACAS

La muerte de las vacas se produjo en el año 2017, cuando el inculpado dejó de "dispensar alimento sólido a las reses" que formaban parte de su explotación ganadera.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, esta situación se prolongó "dos meses", durante los que resultó "imposible" que los animales se alimentaran "por sí mismos", ya que "estaban estabulados y carecían de medios automáticos" que les dispensaran alimentos. "De esta manera -agrega el documento-, murieron de inanición un total de 45 ejemplares bovinos".

ANIMALES MUERTOS

El hallazgo de los animales muertos generó cierta conmoción en Gipuzkoa, después de que vecinos de Berastegi alertaran a la Diputación del fuerte hedor que procedía de las instalaciones ganaderas, situadas en el barrio de Amerialde, por lo que la institución foral envió un veterinario al lugar.

El técnico encontró a las reses muertas, tras lo cual levantó acta del hallazgo y se activó el protocolo correspondiente en estos casos.

Los cuerpos de las vacas fueron trasladados al centro de incineración de animales de Ortuella, al tiempo que se comenzó a alimentar y tratar al ganado vivo, además de realizar labores de desinfección de los establos, ya que en las instalaciones había cerca de un centenar de cabezas en total.

Las pérdidas económicas para la explotación ganadera por la muerte de estas vacas fueron evaluadas inicialmente por la Diputación en cerca de 90.000 euros, sin contar el costo que supusieron otras labores asumidas por la institución foral como el traslado de los ejemplares muertos y la atención de los que aún se encontraban con vida.

Tras estos hechos, el sindicato agropecuario EHNE pidió que no se pusiera "en duda la profesionalidad de los baserritarras de Gipuzkoa" a causa de este "suceso lamentable y aislado", al tiempo que solicitó que el incidente fuera esclarecido "cuanto antes" y "de la forma más correcta".

En un primer momento, la institución foral explicó que los primeros indicios apuntaban al "abandono" o a la "mala gestión" de la explotación, sin contemplar "en ningún caso" que el "maltrato" hubiera sido "intencionado".

No obstante, la Fiscalía de Gipuzkoa abrió unas diligencias de investigación sobre la muerte de estos animales que concluyeron con la apertura de este proceso penal.