Bilbao - La desaparición de Rafael Castaños en el Pirineo francés ha tenido el peor de los desenlaces. La Compañía Republicana de Seguridad de la localidad gala de Gavarnié, encargada de su búsqueda, rescató ayer a las 17.30 horas el cuerpo sin vida del mendizale de Santurtzi después de que unos montañeros diesen la voz de alarma. El cadáver presentaba politraumatismos, aunque al cierre de esta edición se desconocían las causas que rodean el fallecimiento de este amante de la montaña de 46 años al que se le perdió la pista cuando se dirigía en ruta al refugio de Estom. Las autoridades francesas informaron del fatal hallazgo a la familia del santurtziarra, que esta semana se había desplazado hasta la zona de Cauterets para participar y seguir de cerca las labores de búsqueda.

Las autoridades galas han abierto una investigación para esclarecer las circunstancias que están tras la muerte de este montañero que salió solo a hacer una ruta por los picos de Sede y Lavas que no está muy frecuentada y que mezcla tramos de senderismo con otros de escalada alpina. Desde que la familia dio el domingo el aviso de la desaparición, la localidad de Santurtzi se volcaron para que las autoridades galas no abandonasen la búsqueda. El miércoles cerca de 300 personas se concentraron en Kabiezes tras una pancarta con el lema en castellano y francés Que no pare la búsqueda.

El portavoz de la familia, Juan Andradés, explicó que los servicios de rescate franceses habían informado a la familia de que habían “agotado los protocolos de búsqueda aplicables en estos casos” y que daban por finalizado el rescate para tratar el caso como el de una persona desaparecida. Ayer, el azar quiso que unos montañeros que estaban de ruta por la zona se topasen con el cuerpo. La hipótesis que manejaban los cuerpos de rescate franceses era que Castaños había podido sufrir una caída en una zona de complicado acceso. Sus conocidos destacan de Rafael que era un hombre “metódico, profesional y detallista” que siempre llevaba las rutas “muy bien preparadas” y con “mucha experiencia”, ya que tenía más de 20 años “subiendo y bajando montañas”. Esta vez, la montaña pudo. - DEIA