ON muchos los vascos que llegado el periodo estival deciden hacer sus maletas y marcharse en busca del buen tiempo y la playa, dejando atrás las sombrías nubes y las tormentas de verano que campan por Euskadi.

Las cántabras Noja y Castro Urdiales, la riojana Casalarreina o la burgalesa Medina del Pomar son algunas localidades a los que miles de vascos escapan cada verano. Sin embargo, este año el coronavirus hace que estas localidades sean una opción de riesgo, debido a la alta tasa de contagios existente en sus comunidades. Aún así, muchos son los que deciden hacer de tripas corazón y visitar sus segundas residencias porque "es como estar en casa".

Los datos muestran una dura realidad. La incidencia acumulada en los últimos catorce días en Nafarroa supera los mil casos por 100.000 habitantes, con 1.001,52, mientras en Castilla y León el dato es de 884, cuando en Euskadi es de 827. La Rioja, con 702, y Cantabria, con 686, mejoran los datos de la CAV pero tampoco pueden lanzar las campanas al vuelo. De hecho, la comunidad que preside Miguel Ángel Revilla solicitó ayer martes al Tribunal Superior de Justicia de Cantabria autorización para prorrogar otros catorce días el toque de queda de 1.00 a 6.00 horas y aplicarlo en setenta municipios, 17 más que los que en la actualidad se están viendo afectados por esta medida. Además, desde ayer martes Santander, Castro Urdiales, Laredo, Noja, San Vicente de la Barquera, Potes o Arnuero y otros doce municipios cántabros entraron en riesgo alto, por lo que los locales hosteleros no pueden servir en el interior y solo podrán abrir las terrazas.

A pesar de ello, una vizcaina que veranea en Oriñón, Janire Jobajuria, afirma que se siente segura porque esta zona de Castro no registra aglomeraciones "excepto algún fin de semana muy concreto". Cuando eso ocurre, "basta con actuar con sentido común: evitar estas masificaciones y llevar la mascarilla en la mano para ponérmela si me encuentro rodeada de gente". "Me siento más vulnerable en mi vida diaria teniendo que ir al trabajo, al supermercado o cogiendo el transporte público. Y es que aquí me paso el día en la calle", señala.

En cambio, Iera Nevado, que visita Ajo, confiesa que aunque no se atreve a decir que tiene miedo, siente respeto, por la cantidad de gente que hay, pero aderezado con cierta tranquilidad "porque vengo habitualmente". Añade que los vecinos de Ajo se sienten molestos porque ante la decisión del ejecutivo cántabro de decretar toque de queda en determinados municipios, el ocio nocturno de este pequeño municipio de 1.500 habitantes, recibe muchos visitantes de otros pueblos para hacer botellón.

"No siento miedo por el hecho de viajar, sino por la relación que establece la gente entre este destino y la juerga y la noche, la gente se descontrola", cuenta una joven que pasa los fines de semana en Medina del Pomar, Argiñe Eiros. Coincide con ella Patricia Millán, residente habitual de la localidad burgalesa y estudiante de Publicidad en la Universidad del País Vasco, que lo corrobora alegando que decenas de jóvenes bilbainos están confinados tras visitar el pueblo.

También coincide otra joven bilbaina visitante del municipio burgalés, Patricia Viteri, que admite que no nota cambio con respecto a la vida que lleva habitualmente en Bilbao, aunque reconoce que hay mucha gente de su edad confinada, por lo que tiene cuidado, "pero no miedo".

Desde otro pueblo de Burgos, Puente Arenas de Valdivielso, Mónica Alonso refiere que siente respeto por las personas con las que vive. Su marido pertenece a un grupo de riesgo y convive con su madre, pero confiesa que miedo no siente.

Tranquilidad en La Rioja

Por su parte, una joven que visita el pequeño pueblo riojano de Galilea, Marta Fernández, confiesa que "aquí ha habido algún que otro brote, pero lo han conseguido controlar. Yo voy bastante tranquila, porque vengo de un pueblo que básicamente ha estado en rojo todo lo que llevamos de pandemia".

Disfrutar con los amigos o la familia, hacer rutas de montaña o tomar una consumición en la terraza de un bar son algunos de los planes más recurrentes para estas mujeres. Patricia Viteri confiesa que su plan de vacaciones es ir a "piscina, montaña y bares. Mucho más no se puede hacer". Argiñe Eiros busca en Medina "un periodo de desconexión y de no estar con mucha gente, una alternativa de ocio diferente".

La seguridad es un sentimiento que escasea desde el inicio de la pandemia, pero cada cual trata de desarrollar su propia estrategia para prevenir los contagios, el suyo y el de sus seres queridos. Patricia Viteri explica que, en su caso, las medidas de seguridad no han variado al trasladarse a Medina del Pomar: "Sigo utilizando la mascarilla y mi grupo de amigos aquí es más reducido, por lo que es un grupo burbuja más efectivo". Janire asegura que sus medidas de seguridad son intentar estar al aire libre y evitar a la gente. Marta coincide: "La clave es juntarse con un grupo reducido de personas". También Mónica Alonso explica sus claves para que sus vacaciones sean seguras: "Llevar las mascarilla en todo momento, menos con el núcleo familiar, y no juntarse con demasiada gente, al igual que en Bilbao". En su opinión, la mascarilla sigue siendo "la mejor de las medidas".

Aunque se cumplan todas estas medidas es inevitable sentir cierta inseguridad a la vuelta a casa. Por ello, el pasado día 20 el gobierno español aprobó la venta de test de autodiagnóstico del coronavirus en farmacias. Marta Fernández confiesa que "tenía la intención de cogerme una prueba de las que venden en las farmacias, pero ahora que nos estamos empezando a vacunar llevo con un poco más de tranquilidad todo esto, aunque no lo descarto".

En cambio, Patricia Viteri confiesa que ella no se había planteado hacerse este tipo de pruebas, pero que ahora "igual sí lo hacemos, sobre todo de cara a la vuelta a la universidad, para no contagiar a mi entorno". Mónica Alonso explica que "es una medida tan reciente que no lo había pensado. Puede ser una buena opción".

Desde mañana jueves estas localidades turísticas acogerán al aluvión de visitantes que comenzarán sus vacaciones de agosto. Un incremento de población que deberá llevar aparejado un incremento de las medidas de seguridad anticovid.

Aunque La Rioja, con 702, y Cantabria, con 686, tienen mejores números que Euskadi, tampoco pueden lanzar las campanas al vuelo

Nafarroa, con 1.001,52 casos por 100.000 habitantes, y Castilla y León, con 884, presentan peores cifras que las registradas en la CAV