coronavirusa sus 92 años ha sido capaz de doblegar al virustras permanecer dos semanas ingresado en el hospital de Santa Marina, ha recibido ya el alta médica

Ramón vive solo en su casa de Deusto. Entre Edu y sus hermanos se encargaban de cuidar de él a turnos. La rutina se vio alterada cuando, el 16 de marzo, recién iniciada la alerta sanitaria, el hijo empezó a presentar síntomas compatibles con el covid-19. "Había pasado la noche con él y empecé con fiebre, tos leve, una presión tremenda en el pecho... Llamé al teléfono del Consejo Sanitario y automáticamente me dijeron que tenía que salir de casa de aita. No me llegaron a hacer el test pero estuve de baja oficial por covid-19; he estado catorce días confinado, pasé cuatro malos, con vómitos, y a partir de ahí me fui recuperando", rememora Edu casi un mes más tarde.

Lo peor comenzó cuando, diez días después de sus primeros síntomas, a su aita le empezó a subir la fiebre por encima de los 38 grados y comenzó con tos. "Nos temimos que podía ser coronavirus. Aunque se encontraba estable, esa misma noche le trasladaron al hospital de Basurto. Allí estuvo ingresado dos días y se confirmaron sus peores temores: el test PCR que le realizaron dio positivo al covid-19. El virus, además, le había provocado una neumonía bilateral. Pese a ello, en ningún momento ha precisado de respirador. "Le ponían la careta del oxígeno y decía que le hacía daño en las orejas, preguntaba por qué se lo ponían".

En aislamiento

En aislamiento absoluto y sin poder recibir visitas, la familia tuvo que seguir en la distancia la evolución de Ramón. "Se lleva muy mal; hay que pasar por esta situación para entenderlo. Tienes la sensación de que se va a quedar ahí, en soledad, sin poder despedirte de él", admite Edu. Para Ramón también fue una situación muy dura a nivel psicológico. "No entendía por qué estaba allí, quería salir de la habitación e irse. Conseguí llevarle un teléfono móvil pero lo apagaba constantemente. Todos le decíamos lo mismo, que le estaba cuidando gente que estaba luchando por él, que tenía que tener paciencia... Pero él solo veía que se quería ir a casa", relata su hijo.

Y eso que el trato de todo el personal de la clínica fue, según afirma, excepcional. Edu solo tiene palabras de agradecimiento para todos los trabajadores del centro. "Hubo enfermeras que nos hicieron videollamadas con su teléfono móvil personal para que pudiéramos verle. Y como apagaba tantas veces su teléfono, tenían guardado su PIN en el historial y se lo metían para encenderlo. El tratamiento humano de todo el personal ha sido una pasada", alaba. Incluso le hicieron llegar una carta que Paula, la hija de Edu, le escribió a su aitite en esos días. Espero que podáis leerle esta carta y que le digáis lo siguiente: lo primero y lo más importante es que es el mejor aitite del mundo, que todo va a salir bien y que pronto nos vamos a dar el abrazo más largo y más fuerte del mundo. También decirle que no esté triste y que todos le queremos un montonazo, comienza la misiva que la niña, de once años, escribió por iniciativa propia, y que también dedica a todos los trabajadores del centro, por cuidar a todas las personas que están ingresadas en estos momentos tan complicados para todos. En ella le cuenta su rutina de deberes y gimnasia de las mañana, el menú para comer de ese día, los batidos de fruta que ha aprendido a elaborar o la última película que ha visto. Y ahora hablemos de fútbol, como ya sabrás no hay partidos de liga y sin ver partidos de Liga€ nos aburrimos mucho, aunque un día salimos al balcón a cantar el himno del Athletic y fue muy guay, ojalá estuvieses ahí y te dieras cuenta de cuál es el mejor equipo del mundo, bromea también la pequeña.

La fiebre empieza a remitir

Con el paso de los días, Ramón fue encontrándose poco a poco mejor; la fiebre empezó a remitir y apenas necesitaba ya oxígeno para respirar. Su evolución ha sido una sorpresa no solo para la familia, sino para los propios médicos. "Poco a poco ha ido recuperándose y estando mejor", relata Edu, hasta que el pasado miércoles le dieron finalmente el alta médica y pudo irse a casa. Se emociona al recordar cómo se sintió cuando le dieron la noticia. "Fue una sensación impresionante", asegura sin poder articular ninguna palabra más. Los días ingresado han limitado la movilidad de Ramón, que se encuentra más debilitado, y, pese a que la realidad de hoy en día es diferente a la de hace un mes, al menos está en casa. "Lo ideal habría sido poder ir a verle, abrazarle, que su nieta pudiera visitarle...", lamenta Edu. "Pero solo ver el vídeo que le grabó mi sobrina cuando llegó a casa es una pasada. No tengo palabras para describir lo que se siente en un momento así". En su calle, al llegar con la ambulancia, le esperaba su familia, que aplaudió su recuperación y regreso a casa, y sus vecinos, que salieron a recibirle a las ventanas entre vítores y gritos de alegría y ánimo. Todavía con la mascarilla puesta, él juntó y elevó las manos en señal de victoria. El recibimiento que se merece un luchador como él.

"Con patologías previas serias y 92 años, la sensación de que esté en casa es impresionante. Ha aguantado como un campeón"

"Algunas enfermeras hacían videollamadas desde su móvil personal para que le viéramos"

Hijo de Ramón