Al presidente de Unicef País Vasco, Isidro Elezgarai le está costando desconectar con la que está cayendo en el mundo a consecuencia de esta pandemia. Desde su terraza, donde ha trasladado su despacho, piensa en los más pequeños de la casa que llevan semanas confinados sin apenas rechistar. “Son unos valientes y los reyes del hogar”, dice Elezgarai. No puede dejar de pensar en el día después, en cómo la sociedad irá adaptándose a la nueva forma de vivir. Unicef ha donado más de un millón de euros para material sanitario para combatir el covid-19.

¿Imagina un mundo sin abrazos?

—¿Me lo preguntas a mí? Que soy un besucón y me encanta abrazar...

... Abrazos y besos contenidos.

—Dicen que es necesario reducir el contacto con la gente para controlar el bicho, pero ¡tengo unas ganas de achuchar a todo Dios...!

Lo lleva mal, ¿eh?

—Eso es lo que peor que llevo y la incertidumbre que esta situación genera a nivel mundial. Y todavía no ha llegado a los países mas desfavorecidos donde no tienen recursos cómo aquí. Además, el virus está mutando...

¿Sale a la calle?

—Poco. Suelo llevarle la comida a ama y a comprar el pan...

¿Todos los días?

—Sí, todos los días, antes de ir donde ama, me arreglo para sentirme bien. Un día, patatas con merluza en salsa verde; otro, otra cosa... Me encanta cocinar y también le solemos llevar la comida a mi suegra...

Es clave sentirse bien, ¿no?

—Es que si yo no me arreglo y me siento a gusto conmigo mismo no puedo empezar la jornada. Me pongo mi americana y voy a visitar a mi amatxu. Son visitas cortas, pero por lo menos estoy un rato con ella.

¿Madruga?

—No mucho, después de desayunar, un poco de taekwondo? y me arreglo.

Qué efímero es todo, ¿verdad?

—Esta situación nos está haciendo pensar que las cosas no son para siempre. Ni la vida, ni el amor, ni la fortuna...

En un segundo cambia todo.

—Así es. Debemos aprender a ser ricos teniendo poco.

¡Qué poco se necesita para vivir!

—No valoramos nada.

¿Cuando esto acabe, seremos mejores?

—Creo que sí, va a ser positivo.

¿Va a ser un año perdido?

—Va a ser un año para la reflexión y para diseñar hacía qué modelo de sociedad queremos caminar.

¿Ha sacado alguna conclusión?

—Que vivimos en un mundo sin liderazgo político. Si hubiese habido un o una líder a nivel mundial ante esta pandemia, habría reunido a los presidentes de cada país o comunidades para tomar medidas conjuntas.

¿Se ha improvisado demasiado?

—Se han ido tomando decisiones sin saber a qué se enfrentaban y sin conocer adónde íbamos. Se han tomado decisiones desde la incertidumbre. Y eso, en una situación tan grave como la que estamos viviendo, no puede ser.

¿Dónde está la cooperación?

—Esa palabra ha brillado por su ausencia. ¿Cómo es posible que la vieja Europa no se haya unido al momento para frenar esta pandemia? No vivimos en una sociedad de valores, sino del insulto.

“Todavía el virus que está mutando no ha llegado a los países más desfavorecidos; ahí sí que no tienen nada”

“Está situación nos está ayudando a ver que nada es para siempre; ni la vida, ni el amor, ni la fortuna...”