Donostia - Se estrecha el cerco al bullying en el seno de la comunidad educativa de las ikastolas. Los alumnos de edades más tempranas empiezan a ser conscientes del sufrimiento del otro y de la necesaria empatía, algo impensable en otros tiempos. Así lo demuestran las cifras del programa contra el acoso escolar KiVa, que se estrenó hace dos años en 52 ikastolas de la CAV y Nafarroa. Transcurrido este tiempo, el balance de este plan llamado a sentar las bases de una sana convivencia en las aulas ha permitido reducir a la mitad los casos de bullying en Euskadi, una mejora que incluso supera a los resultados obtenidos en Finlandia, de donde se importó el programa.

Prácticamente dos de cada diez alumnos encuestados reconocían ser víctima de algún tipo de bullying hace dos años, un acoso que el año pasado se redujo al 9,9% y que, según el último informe, se sitúa actualmente en un 8,8%. “La verdad que es estamos ante un descenso de casos espectacular”, subraya Agueda Laraudogotia, responsable del proyecto KiVa en Euskal Herria, consciente de que a partir de ahora el descenso será más atenuado.

La progresión del programa es imparable y actualmente se han sumado a él un total de 64 ikastolas, dos de ellas de Iparralde. Durante este próximo mes el plan se adaptará también en cursos de la ESO, para lo cual han sido formados profesores de 46 centros escolares muy implicados en poner freno a cualquier conducta inadecuada que pueda herir la autoestima de los escolares.

A la luz de los datos, se percibe que los niños y niñas acosadoras van tomando conciencia del problema. En Euskadi hace dos años, según las respuestas ofrecidas en las encuestas, un 9,9% de los escolares reconocían sentirse acosadores, un porcentaje que en la actualidad se ha reducido al 4,7%. “No solo estamos satisfechos por los resultados obtenidos, sino por el trabajo en prevención realizado. Con la experiencia que atesoramos, una vez que ocurra un caso está todo el trabajo estructurado de manera que sabemos los pasos que hay que dar”, explica la responsable.

Actualmente, todas las ikastolas se reúnen cada tres meses para valorar el seguimiento de casos y contrastar información. El plan ofrece una doble vertiente: se centra en el conflicto surgido entre acosadores y víctimas, pero a su vez implica a toda la clase en un trabajo preventivo para que no vuelva a ocurrir. La tesis de partida es la siguiente: el calvario que va a sufrir la víctima y la intensidad del acoso escolar va a depender en buena medida del grupo de alumnos, porque son ellos quienes alientan con su apoyo, o desbaratan, el plan urdido contra los más débiles.

De este modo, a cada alumno se le hacer ver el rol que juega: si es de los que toman parte o de los que dan la espalda. El objetivo del plan es que asuman la responsabilidad que pueden llegar a tener para revertir la situación y echar una mano a la persona que está sufriendo. Se trata de un enfoque “muy interesante” en la medida en que depende de ellos que el acosador deje definitivamente su inadecuada conducta.

Tres profesores por centro Cada ikastola ha designado a tres profesores que son referentes ante cualquier caso de bullying. Más allá del trabajo preventivo, cuando estalla el conflicto los docentes hablan con la víctima tomando muy en serio su relato. A este respecto, y después de los dos años de implantación, los responsables del proyecto KiVa admiten que hay reacciones para todos los gustos tanto entre las familias de los acosados como de los acosadores. Precisamente, el trabajo de la escuela es reconducir estas situaciones de la manera más normalizada posible. “Surgen entre las familias reacciones muy airadas y otras que no lo son tanto. Lo ideal es que se actúe cuando se detecta un caso, pero sin grandes aspavientos para que los hijos no se asusten con la reacción de sus padres”. Algunos lo hacen de manera tan violenta que los menores optan por silenciar lo ocurrido en la siguiente ocasión.

Laraudogotia explica que a los alumnos hay que explicarles que todo episodio de acoso escolar es “algo serio”, pero que se debe abordar “sin histerismos”, haciéndoles ver a las víctimas que se les va a acompañar durante todo el proceso. En las aulas han conocido diferentes modalidades de acoso entre los estudiantes. Desde alumnos a los que se esconden o roban sistemáticamente prendas, a otros tipos de maltrato emocional, como puede ser que el grupo principal de la clase margine a un compañero o compañera. Según se ha podido constatar, suele ser muy común entre chicas de 5º y 6º de Primaria.