bilbao - No pudo utilizar un tono más grave. A Andoni Ortuzar se le notó ayer el hastío y el enfado con el socialista Pedro Sánchez, y con el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, nada más hacerse oficial que no habrá siquiera un segundo intento de investidura y que la situación ha quedado sentenciada por su incapacidad de alcanzar un acuerdo: salvo giro de última hora, habrá elecciones generales el 10 de noviembre. El líder del PNV arremetió contra el “fracaso político total” y la “inmadurez democrática” de los principales actores en este enredo. “Es producto de no estar a la altura de las circunstancias. No había condiciones insalvables”, reprochó. En un mensaje que anticipa la tónica que tendrá la campaña electoral de los jeltzales, quiso desvincular al PNV del despropósito de los últimos días porque “ha tirado del carro”. Han sido los actores principales quienes no han tenido voluntad, según denunció ayer. “Supongo que habrá mucha frustración en la ciudadanía, pero sí pediría que la gente separe el grano de la paja y que sepa residenciar responsabilidades en quienes son los auténticos responsables”, sentenció.

Ortuzar se expresó en esta clave al inicio del Foro Revbela organizado por la Fundación Araguaney en Santiago de Compostela, donde disertó sobre la nación vasca. Recalcó que su partido sí lo ha intentado, y puso en valor la tradición pactista en Euskadi. Los caprichos del calendario quisieron que ayer mismo se conociera que PNV y PSE han superado su histórica enemistad en Barakaldo con un gobierno de coalición. Cuando a Ortuzar se le preguntó en quién carga las culpas del bloqueo estatal, dijo que “el ranking” lo encabeza Sánchez porque es el líder del PSOE, el partido mayoritario, pero situó a Pablo Iglesias “muy cerquita” por su posición “maximalista”. Ortuzar había insinuado otras veces que la mayor responsabilidad recae en el más votado, pero ayer señaló con nombres y apellidos a Sánchez y criticó que ha faltado voluntad política. Itxaso Atutxa deslizaba hace unos días que Sánchez quería repetir las elecciones y no buscaba realmente un pacto. El enfado ya no se oculta en el PNV, que ve cómo se acumulan retrasos en las transferencias y en el TAV con el gobierno en funciones y a otros menesteres. El PNV fue uno de los partidos que aupó a Sánchez en la moción de censura y contribuyó a que despertara políticamente.

Por otro lado, tanto el PNV como el Gobierno vasco han optado por ridiculizar y no dar mayor cancha a la propuesta de Albert Rivera de abstenerse en la investidura a cambio de una serie de condiciones muy difíciles de cumplir para Sánchez, y que incluyen la ruptura del Gobierno progresista en Nafarroa. Los jeltzales no quieren fortalecer la posición del líder de Ciudadanos y no quieren alertar ahora del riesgo de recentralización que supondría su entrada en el gobierno porque eso supondría darle a Rivera la baza de presentarse como el candidato que no gusta al nacionalismo vasco y catalán y, por extensión, presionar a Sánchez. En esa lógica, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, redujo a una mera “anécdota” la propuesta de C’s. Erkoreka vio una propuesta de “cara a la galería”, y no quiso ahondar en sus condiciones aunque, al ser requerido por la ruptura del Gobierno navarro, dijo que la propuesta “no es seria”. En las anteriores convocatorias electorales, C’s ha querido recuperar el protagonismo presentándose como el azote del nacionalismo y visitando Errenteria y Ugao con la intención de provocar situaciones de enfrentamiento con la izquierda abertzale.

Erkoreka se limitó a decir que el rumbo de las propuestas de investidura es “kafkiano”, “incomprensible e irresponsable”. Y que, si hubiera elecciones, “los principales responsables tendrán que explicar a la sociedad por qué le devuelven la pelota de la responsabilidad que no han querido o no han sabido asumir”.