bilbao - La situación de bloqueo en la investidura del presidente español está llegando a tal punto que el lehendakari decidió terciar ayer en esta controversia para expresar el malestar del Gobierno vasco al máximo nivel, porque esta situación también afecta a los intereses vascos e impide tener una interlocución firme y estable con Madrid para abordar las transferencias y las infraestructuras. Iñigo Urkullu pidió ayer a todas las partes que comiencen a hablar de los programas y las cosas del comer, en un momento en que el debate sobre el gobierno de coalición o en solitario monopoliza toda la discusión y la mantiene bloqueada. Aunque no concretó los destinatarios, su mensaje interpela al candidato Pedro Sánchez para que comience a seducir a Unidas Podemos en base a los programas en lugar de agitar el espantajo de una repetición electoral que le podría beneficiar; y también interpela a Pablo Iglesias, que sigue en el bucle, empeñado en tener cargos en el Consejo de Ministros, y está trasladando el debate a los medios de comunicación con su carta a La Vanguardia, que no ha contribuido a crear un mejor clima en las conversaciones. Urkullu vio “lamentable” que no se haya hablado aún de programas, y pidió que no se busque el “rédito” político.

El Gobierno vasco lleva días lamentando el bloqueo permanente y la falta de diálogo, porque cuando levanta el teléfono para llamar a Madrid no se encuentra al otro lado de la línea una interlocución clara y estable para abordar infraestructuras como el Tren de Alta Velocidad, o el traspaso de competencias. En poco más de dos semanas tendrá lugar el primer intento de investidura. Arrancará el día 22 sin que los principales partidos hayan acercado posturas. Se agita también la posibilidad de una repetición electoral el 10 de noviembre. El PNV, por su parte, se mueve entre el sí y la abstención para que la legislatura arranque cuanto antes. Su situación es de fortaleza electoral, pero no tiene interés en otra convocatoria que no le reportará más que sus seis escaños actuales y que afectará a la estabilidad.

Urkullu decidió ayer terciar en esta polémica y apremiar públicamente a Sánchez y a Unidas Podemos a negociar programas. Además, pidió que nadie pretenda sacar “rédito” y “provecho” electoral de esta situación. “Si alguien pretende sacar rédito, se equivoca, porque esta situación es perjudicial para la política de las cosas, y es más propia de las cosas de la política”, afeó. Pidió hablar de “programas y prioridades”, y señaló la responsabilidad que tiene el más votado. “No creo que se haya hablado de programas hasta ahora, y eso es lo lamentable”, zanjó en la visita a un instituto en Bilbao. Pidió “asumir con hechos la disposición a negociar programas de gobierno”.

El lehendakari asume que esta situación perjudica a todos, pero también lastra con claridad a su gobierno que, en virtud de los plazos marcados para la investidura, se puede pasar perfectamente cuatro meses sin interlocución con el Ejecutivo español, desde la campaña de las elecciones generales del 28 de abril. El equipo de Sánchez se encuentra en funciones, con las atribuciones muy limitadas, y solo atiende el teléfono para los trámites y asuntos ordinarios. No hay proyectos ni papeles sobre la mesa para abordar los siguientes movimientos sobre el Tren de Alta Velocidad ni las transferencias, porque el PSOE no sabe si va a gobernar y, en el caso de que lo haga, desconoce si lo harán los mismos ministros.

El caso es más sangrante en el ministerio que aborda las demandas territoriales, porque está completamente desmantelado tras el paso de Meritxell Batet a la presidencia del Congreso. Estando en funciones, el Gobierno español no puede de todos modos cerrar transferencias, pero ahora la interlocución también se ha visto comprometida y agrava la situación. “No hay definición en nada”, lamentan desde el Ejecutivo, que confiaba en haber retomado pronto el diálogo sobre los traspasos del seguro escolar, los productos farmacéuticos y las ayudas a la jubilación en las empresas en ERE. El método de cálculo estaba claro tras haber pactado la autopista AP-68 con el sistema del Concierto Económico. El apartado jurídico estaba muy encarrilado. El problema es que la silla está vacía.

la pugna por el gobierno El PSOE no quiere dar cabida a Unidas Podemos en el Consejo de Ministros, donde aspira a entrar el mismísimo Pablo Iglesias. Pedro Sánchez cree que el gabinete sería ingobernable, y presiona a Podemos con las elecciones, pero no le ofrece a cambio ninguna percha programática que le sirva a Iglesias para modular su planteamiento y aceptar un gobierno en solitario con la entrada de su grupo en niveles inferiores de la administración. Pero desde Lehendakaritza puntualizan que el aviso se dirige en general a los principales actores de la investidura, y también afean a Iglesias su carta en La Vanguardia, donde trató de añadir presión a los socialistas y siguió enrocándose en el gabinete de coalición y lanzando dardos en público. El Gobierno vasco, de coalición entre PNV y PSE, se limita a exigir responsabilidad a todos y hablar de los programas.

Sánchez e Iglesias volverán a reunirse el martes, aunque el presidente en funciones ya ha rechazo el último intento de Unidas Podemos, que pasaba por cerrar el gobierno de coalición y someterse a la investidura con ese pacto. Si el Congreso lo rechazara, Iglesias se rendiría. El PSOE lo rechaza porque se huele el truco: cree que Iglesias lo plantea porque sabe que ERC se abstendrá. El PNV también se mueve entre la abstención y el voto a favor. La clave ahora es el voto de Podemos, y ahí está el bloqueo.