BILBAO. El histórico dirigente nació en Azkoitia el 24 de agosto de 1932. Fue el séptimo y último hijo de la familia. Como el resto de sus hermanos, inició estudios eclesiásticos. A los 10 años ingresó en el seminario de Durango y luego en el de Javier de la Compañía de Jesús.

Apasionado de la lectura, en 1956 se incorpora como profesor de Lengua al colegio Jesús María El Salvador de los Jesuitas de Zaragoza. Se licenció en Derecho, Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza y amplió su formación en las universidades alemanas de Frankfurt y Berlín. Allí se especializó en Derecho político.

En 1967 abandonó la Compañía de Jesús y se traslada de Madrid a Bilbao. Ejerció de abogado y dio clases de Derecho en la Facultad de Económicas de Sarriko y en la de Derecho de Deusto durante casi una década. A su regreso a Bilbao, Arzalluz se hizo militante de EAJ-PNV y tres años después formó parte en la clandestinidad de las ejecutivas del partido jeltzale, tanto en el Bizkai Buru Batzar como en el Euzkadi Buru Batzar, la ejecutiva nacional.

Tras la muerte de Franco y el comienzo de la Transición, Arzalluz ocupó el único cargo público que ha ostentado en su carrera: el de diputado y portavoz de EAJ-PNV en el Congreso por el Territorio de Gipuzkoa en la legislatura constituyente (1977-1979). Desde su puesto de diputado fue uno de los negociadores del texto constitucional, de cuya ponencia finalmente EAJ-PNV quedó fuera. Intervino también en la redacción del texto estatutario aprobado en 1979.

El 10 de abril de 1980 sucedió a Carlos Garaikoetxea en la presidencia del EBB de EAJ-PNV, al ser éste designado candidato a lehendakari. Presidió el EBB durante dos mandatos bianuales, siendo sustituido al finalizar el segundo, el 16 de mayo de 1984, por el presidente del Gipuzko Buru Batzar, Román Sudupe.

Arzalluz vuelve a ser elegido presidente del EBB el 19 de febrero de 1986. A principios de julio de 1987, EAJ-PNV celebra en Zestoa su primer congreso en diez años y en él se vota su confirmación como presidente y la necesidad de una reforma de la organización.

El partido emprende así la renovación de su equipo dirigente que, con Arzalluz a la cabeza, culminando en enero de 1988 la reforma organizativa y la de los estatutos. También en 1988 fue uno de los firmantes del Pacto de Ajuria Enea.

En ese mismo año negocia con los presidentes Felipe González y luego con José María Aznar e interviene en las sucesivas negociaciones para el Gobierno Vasco con el PSE, con Txiki Benegas de interlocutor habitual, además de mantener relaciones con CiU y acuerdos con partidos regionalistas para ir en coalición a las elecciones europeas. A finales de 2003 confirma en un acto en Bilbao que dejará el cargo cuando se renueve la Ejecutiva en enero de 2004 y su abandono de la vida política. Es sustituido al frente del EBB por Josu Jon Imaz.

"Hombre de rotundas declaraciones, en la política estatal se le ha concedido una enorme capacidad de influencia y referencia obligada para los temas vascos. En Euskadi no hay más que decir que ha sido un auténtico referente y fuente de muchos políticos", ha indicado el PNV.

EL PERFIL

Jesuita, culto, polémico y pragmático a la vez, Xabier Arzalluz, fallecido este jueves en Bilbao, fue la figura clave del nacionalismo durante 25 años, en los que pasó de defensor de los pactos a apostar por el plan Ibarretxe, un hombre de partido que manejaba los hilos mientras dejaba gobernar a otros.

BILBAO. Arzalluz nació en Azkoitia, pueblo euskaldún, religioso, en el seno de una familia carlista. Con esta crianza, sus primeros pasos estaban casi predestinados: A los diez años ya entró en el seminario de Durango y luego en el de los jesuitas.

Su paso por la compañía de Jesús le concedió una sólida preparación intelectual -abogado, amplió estudios, como hacían muchos jesuitas en aquella época, en Alemania, y hablaba cinco idiomas-, la base de sus discursos futuros llenos de citas.

Dejó los jesuitas en 1967, se casó -tuvo tres hijos- y en los últimos años del franquismo dio clases en la universidad de Deusto, mientras ya formaba parte de las ejecutivas clandestinas del PNV.

Fue en la transición cuando su figura emergió a la luz pública, ya que fue el portavoz del PNV en el Congreso en las Cortes Constituyentes. En aquellos años, entre 1977 y 1979, cuajó su relación con los que luego fueron los "popes" de la política española, desde Suárez a Felipe González, pero también una rivalidad: la de Carlos Garaikoetxea, su enemigo íntimo.

Arzalluz era un hombre de partido: el único cargo público que tuvo fue el citado de diputado, que dejó en 1980, para ser presidente del PNV.

De hecho, fue el artífice de la dicotomía que sigue practicando el PNV: los cargos del partido y del gobierno vasco son incompatibles, y mandar, manda el partido, el gobierno gestiona.

Esa fue una de las razones de su enfrentamiento con el entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea, que estaba en la cima de su popularidad y quería el poder. Acabó como el rosario de la aurora, con Garaikoetxea creando la escisión, Eusko Alkartasuna.

Fue entonces cuando Arzalluz aguantó el tirón, sostuvo al PNV y se convirtió en el jefe indiscutible del partido durante quince años. Dejaba gobernar a Ardanza, que "se maneja muy bien entre tanto papel", decía Arzalluz.

Sus adversarios le temían por sus conocimientos, e incluso le tachaban de soberbio, pero sus compañeros de partido le adoraban por lo mismo, y porque en los mítines se remangaba la camisa hasta el codo, como si estuviera todavía en la plaza de Azkoitia, alzaba las manos y enardecía a las masas con su verbo afilado.

Un espectáculo en los mítines, un pragmático en los despachos: pasó de negociar con Felipe Gonzaléz a lograr un pacto con José Maria Aznar cuando éste llegó al poder, entre elogios mutuos que hoy suenan tan lejanos.

Y es que durante los años ochenta y casi todos los noventa Arzalluz fue un moderado: defendió el "espíritu del Arriaga" en el que reconocía el pluralismo de la sociedad vasca, y el PNV gobernó en Euskadi largos años con el PSE.

Fue a finales de los noventa cuando Arzalluz, que había apadrinado la subida de Ibarretxe a lehendakaritza, asumió las tesis de éste y apostó por la autodeterminación.

Arzalluz dejó la política en 2004. Él, que lo había sido todo, fue aparcado por una generación joven. Una escena en un Alderdi Eguna resumió el relevo: Ibarretxe le dio una abrazo y le dijo "Xabier, te queremos". Arzalluz le miró atónito, incrédulo ante lo que sonó a un relevo en público.

Así fue: en 2004 dejó la presidencia del partido. No ejerció ninguna tutela y sus apariciones públicas y sus entrevistas fueron contadas. Se fue de verdad.