Washington - El presidente Donald Trump no ceja en su empeño de complicar la situación migratoria en la frontera sur. El Gobierno de Estados Unidos anunciaba ayer una reforma que permitirá que las familias de inmigrantes puedan permanecer detenidas de manera indefinida, en sustitución de un acuerdo de 1997 que de facto limita este tiempo de arresto a un máximo de 20 días en aras del bienestar de los niños.

Sin embargo, esta nueva normativa, que previsiblemente será impugnada en los tribunales, está llamada a reemplazar al denominado Acuerdo Flores, un pacto que implica la liberación de las familias en 20 días y que, en opinión del actual Gobierno, incita a los inmigrantes a entrar en Estados Unidos con niños.

“Ningún niño debería ser un peón”, afirmaba ayer el secretario en funciones de Seguridad Interior, Kevin McAleenan, al presentar la nueva normativa que será publicada mañana en el Registro Federal y entrará en vigor 60 días después, si antes no prospera alguno de los recursos--.

McAleenan confía en el efecto disuasorio de la reforma y asegura que el Gobierno sospecha que algunas familias serían “fraudulentas”, conforme a los análisis de ADN que se han realizado en una serie de programas piloto puestos en marcha en los últimos meses.

El presidente Trump, ha presumido de mano dura contra la inmigración y la semana pasada su Gobierno ya anunció que negaría los visados y los permisos de residencia permanentes a inmigrantes sin recursos, lo que podría reducir a la mitad el número de entradas.

Según los datos del Departamento de Seguridad Interior, en los últimos cuatro años, solo el 18 por ciento de los inmigrantes que fueron liberados en Estados Unidos cumplió con una orden judicial para salir del país. El dato, en cambio, se eleva al 97 por ciento en el caso de quienes estaban detenidos.

Malestar en Dinamarca Esta controvertida reforma se anunciaba coincidiendo con la decisión de Trump de cancelar su viaje a Dinamarca por el comentario “repugnante” que hizo la primera ministra de ese país, Mette Frederiksen, al calificar de “absurdo” el interés estadounidense en comprar la isla autónoma danesa de Groenlandia. En declaraciones a los periodistas en la Casa Blanca, Trump sugirió que su decisión no se debió tanto a la negativa de Frederiksen a hablar sobre una posible compra de Groenlandia por parte de Estados Unidos como al tono que empleó la política para descartar el asunto.

“El comentario de la primera ministra de que era una idea absurda me pareció repugnante”, afirmó Trump antes de emprender viaje a Kentucky. “No fue una forma agradable de decirlo. Podría haber dicho simplemente ‘no, preferimos no hacerlo’. No está hablando conmigo, está hablando con los Estados Unidos de América. No puede decir ‘qué absurdo’”, agregó.

Trump había reconocido el domingo su interés por comprar Groenlandia, después de que varios medios informasen de que el presidente estadounidense llevaba semanas hablando con sus asesores sobre esa posibilidad. El mandatario consideró que la adquisición era “estratégicamente interesante”, aunque señaló que no sería una prioridad de su visita a Dinamarca, a donde había sido invitado por la reina Margarita II.

La cancelación del viaje de Trump ha causado malestar en Dinamarca, donde varios líderes políticos hablaron de gesto “irrespetuoso”, “insulto”, “farsa” e incluso de una “crisis diplomática”, aunque el Gobierno danés intentó ayer restar importancia al tema.

El interés de Trump en Groenlandia se debe probablemente a los recursos naturales que la isla tiene bajo el hielo que está derritiéndose a velocidad récord, además de a su importancia geoestratégica por su cercanía al Ártico. Pese a que políticamente pertenece a Dinamarca, Groenlandia es un territorio autónomo que desde 2009 maneja todas las competencias, excepto política exterior, defensa y política monetaria. - Efe