BILBAO - La paz definitiva en Colombia pasa por hacer partícipes, entre otros muchos actores, a los indígenas. Ubicados, por lo general, en zonas de difícil acceso y lejanas a los grandes centros administrativos, estos protagonistas de la vida colombiana se niegan a seguir siendo masacrados. Un hecho que aún persiste, pese a los Acuerdos de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC, firmados por los representantes de estas dos entidades el 24 de noviembre de 2016 en Bogotá.

Uno de los máximos exponentes de la lucha aborigen es el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), que cuenta con 48 años de trabajo en la región suroccidental del país de la que toma nombre. Pese a que la ONU ha atendido sus problemas y ha calificado como crítica la situación que viven los miembros del CRIC, el resto de la comunidad internacional apenas se ha hecho eco de dichas resoluciones. Por ello, tres de sus miembros aterrizaron el pasado domingo en el Estado español y ayer realizaron uno de sus actos en la sede del Instituto Hegoa de la UPV/EHU. Dos de ellos, Lidia Emilce Paz y Jorge Eliécer Sánchez, son líderes del CRIC, mientras que Alejandra Correa es investigadora del Instituto de Estudios Internacionales de la Javeriana de Cali.

Más asesinatos con Iván Duque La principal denuncia que hizo el CRIC fue el sangrante número de asesinatos de dirigentes sociales sin pasado guerrillero, que cifra en 462 desde que culminaron las negociaciones entre Colombia y las FARC. Remarcan que esta violencia hacia su institución y otras de índole similar ha aumentado desde la llegada de Iván Duque a la presidencia.

Pese a todas estas trabas, desde el CRIC siguen firmes en su propósito de “defender la tierra, el agua y la vida”, aún y cuando el gabinete presidido por Duque ha rechazado en varias ocasiones sus propuestas. Además, todas las promesas que legaron los anteriores gobiernos colombianos han sido incumplidas de manera sistemática. Para ello, se realizan mingas (en Colombia, una reunión para hacer un trabajo gratuito) en las que participan dirigentes de distintas regiones indígenas y planifican sus acciones conjuntas en busca de un fin común.

En palabras de Sánchez, “el gobierno actual es incapaz de implementar las medidas de los Acuerdos de Paz” por culpa del reiterado abandono histórico a las minorías étnicas. Debido a este desinterés, sus zonas se ven amenazadas por grupos paramilitares y revolucionarios que aún mantienen su poder. Dentro de esta amenaza también entra el futuro de la población indígena, razón por la cual ha crecido el número de suicidios ante el temor a perder a seres queridos en una guerra que se parecía terminada hace apenas dos años.