La primera ministra británica, Theresa May, volvió a mandar una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidiendo un nuevo retraso del Brexit, en esta ocasión hasta el 30 de junio y evitar una salida sin acuerdo el próximo 12 de abril, al no votar los diputados a favor del acuerdo de la premier.

En el escrito, May propone que si los diputados británicos aprueban un acuerdo antes de esa fecha, el Reino Unido debería poder irse antes de las elecciones al Parlamento Europeo, el próximo 23 de mayo. Pero dejó claro que Londres se prepararía para presentar candidatos a las mismas en caso de que no se alcance un acuerdo.

No obstante, la líder conservadora británica no se rinde y asegura que continuará buscando la “aprobación rápida” del acuerdo de salida y una “visión compartida” para la futura relación entre el Reino Unido y la Unión Europea. De hecho, May apuntó a que si las conversaciones entre los conservadores y los laboristas no pudieran establecer “un enfoque unificado” en el Parlamento británico, se le pediría a los diputados que voten sobre una serie de alternativas.

Ahora, según la interpretación británica la pelota está en manos de Bruselas para decidir si otorga una nueva extensión del Artículo 50 (el que regula la salida de un Estado miembro), el proceso legal a través del cual la isla abandona la Unión Europea, tras rechazar los diputados en tres ocasiones el acuerdo al que había llegado la primera ministra. Para ello, la propuesta tiene que ser respaldad por unanimidad por los otros 27. La fecha del 30 de junio tiene un significado especial, pues es el día antes de que el nuevo Parlamento Europeo celebre su primera sesión.

Mantener la credibilidad El negociador principal del Brexit de la Unión Europea, Michel Barnier, en una reunión de embajadores de la UE en Bruselas, dijo que cualquier extensión otorgada debería ser la última oferta, para mantener la credibilidad de la Unión Europea. Mientras que Donald Tusk se mostró a favor de conceder al Reino Unido una prórroga flexible de 12 meses, con la opción de abreviarla, si el Parlamento del Reino Unido ratifica un acuerdo con Bruselas.

Pero desde París, la oficina del presidente francés, Emmanuel Macron, reconocía ayer que era “prematuro” considerar otra demora y reiteró su oposición a que se otorgue cualquier nueva extensión sobre el Brexit si Londres no tiene un plan concreto con un claro apoyo en la Cámara de los Comunes. De lo contrario, se debe considerar que el Reino Unido ha optado por abandonar la Unión Europea sin un acuerdo.

May ya solicitó otra extensión hasta fines de junio, pero esto fue rechazado en una cumbre el mes pasado. Por el contrario, le ofrecieron una breve demora hasta el 12 de abril, fecha en la debe decir si pretende participar en las elecciones parlamentarias europeas, o hasta el 22 de mayo, si los parlamentarios del Reino Unido aprobaran el acuerdo de salida.

Un portavoz de Downing Street defendió que ahora se dan “ circunstancias diferentes” y que la primera ministra “ha dejado claro que está buscando que la extensión sea breve”. En este sentido, el abogado del Gobierno británico, Geoffrey Cox, reconoció en una entrevista a la BBC que si las negociaciones entre el Ejecutivo y el Partido Laborista fracasan, entonces es probable que la prórroga sea “larga”.

En la ciudad británica de Newport, el líder laborista, Jeremy Corbyn, explicó que “el gobierno no parece haber cambiado mucho sus opiniones” y apuntó a que su partido “presionaría para mantener la relación aduanera entre Reino Unido y Bruselas”, además de la defensa de derechos y regulaciones.

Referéndum, la línea roja de May Desde el Ejecutivo de May apuntan a que las conversaciones entre Corbyn y May se interrumpirán si el principal partido de la oposición insiste en poner sobre el acuerdo la realización de un segundo referéndum para que la población pueda ratificar el acuerdo final. Lo cierto es que las aguas en las filas laboristas no están en calma. De hecho, su líder adjunto, Tom Watson, advirtió de una rebelión laborista si Corbyn acepta un acuerdo sin este punto.

Las conversaciones de alto nivel, que ayer celebraron su tercera jornada, han progresado más de lo esperado, pero su destino dependerá de si alguno de los líderes está dispuesto a arriesgarse a una división en su partido para asegurar el acuerdo. Los ministros principales del gabinete parecen estar dispuestos a aceptar una unión aduanera como el precio a pagar para llegar a un acuerdo. Por el momento, los ministros no han descartado llevar una versión del acuerdo original de May a los Comunes en los próximos días si las conversaciones se rompen, pero creen que es más probable que la primera ministra espere unas semanas. El sector duro conservador, favorable a una salida de la Unión Europea, está incluso dispuesto a renunciar para enviar un mensaje de que sus posiciones euroescépticas son sólidas.

El diputado conservador y euroescéptico, Jacob Rees-Mogg, dijo en un programa radiofónico que el Reino Unido debería usar un largo retraso de Brexit como una oportunidad para ser tan obstructivo como sea posible, pero en su cuenta de Twitter fue más duro, alegando que “si una extensión larga nos deja atrapados en la Unión Europea, deberíamos ser lo más difíciles posible. Podríamos vetar cualquier aumento en el presupuesto, obstruir al supuesto ejército de la UE y bloquear los esquemas integracionistas de Macron”.