Psiquiatra de profesión, Tannock es un entusiasta de la política que ha encontrado en la idea de una Europa unida, la plataforma para luchar por sus sueños y, como señala, por el futuro de sus hijos y nietos.

¿Qué ha pasado para que estemos todos perplejos a ambos lados del Canal de la Mancha?

-El Brexit fue un problema desde el inicio porque el Gobierno británico no estaba preparado, no sabía lo que quería. Se pusieron unas líneas rojas sin pensar en las consecuencias. No se pensó en lo que supondría cerrar la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Hubo una especie de triunfalismo y arrogancia por parte de los ministros, que no sabían cómo funciona la Unión Europea. Es muy triste. El antiguo embajador representante permanente del Reino Unido en la UE, que fue cesado de su cargo, ha dicho que al principio fue él quien tuvo que enseñar al Consejo de Ministros británico lo que era el mercado interno, la unión aduanera..., en definitiva cómo funcionaba la Unión Europea porque ellos no entendían nada. La clase política británica está encerrada en una especie de círculo estrecho alrededor de Londres y no entienden mucho de la UE.

¿Sugiere que no midieron bien las consecuencias de salir de la UE?

-Ellos prometieron muchísimas cosas que eran imposible de cumplir, como lo del gran dividendo financiero para el Servicio Nacional de Salud, que fue una de las grandes mentiras dichas durante la campaña. También dijeron que iba a ser rápido, que la negociación iba a ser una cosa muy simple, que el Reino Unido tenía todas las cartas en su mano, que los 27 necesitaban más del Reino Unido que el Reino Unido de los 27 y eso nos daba todas las ventajas. Que el comercio seguiría igual, sin problemas, que la industria no se vería afectada y que tendríamos todas las ventajas con nuestra independencia soberana para poder reconstruir el sueño anglófono con los países de lengua inglesa, algo que yo llamó el Marco Polo II. Es como si España dijera que se sale de la UE y que con la hispanidad es suficiente para la prosperidad. No sé lo que está diciendo Vox ahora, pero esa nostalgia de un pasado imperial está muy dentro de las fantasías brexiters.

¿La aparición del UKIP de Nigel Farage, obligó a los ‘tories’ a adoptar una posición antieropea?

-Desfortunadamente ese señor, que curiosamente está entrando ahora en el bar -se refiere Nigel Farage- y se está aproximando a nosotros, ¡qué casualidad!, ese señor, junto a muchos simpatizantes dentro de mi partido, han prometido el paraíso terrenal después del Brexit: prosperidad sin vínculos con nuestros vecinos europeos. Por eso no me extraña que con las líneas rojas que la señora May se autoimpuso para mantener a mi partido unido, tratando de contentar a todos, dijera que el único acuerdo posible era el adoptado por los 27 y el Reino Unido.

Pero a Theresa May le llueven las críticas de todos lados...

-Ella consigió una cosa poco habitual, enojó tanto a la derecha antieuropeísta populista como a los europeístas como yo dentro del partido porque en este acuerdo, pese a que todavía no se ha completado en el tema de las relaciones comerciales a largo plazo, está lo que se llama la declaración política, que es algo que expresa los objetivos. En esa declaración se expresa con claridad que tenemos que salir de la unión aduanera y que tenemos que acabar con el mercado interno. Y ese no es un Brexit para que el Reino Unido se quede cerca de la UE, es como con Canadá, un acuerdo de libre comercio.

Pero tampoco apoyan el acuerdo firmado con Bruselas

-Con este acuerdo deberíamos completar los acuerdos de libre comercio que prometió el ministro de Comercio Internacional, Liam Fox. Él prometió que a la fecha del Brexit tendríamos todo completado para firmar con todos los países del mundo con los que la UE mantiene acuerdos comerciales en la actualidad. La realidad es que de los 69 acuerdos que tenemos con países como Japón, Canadá, Corea.., hay solo siete listos para firmar y en ellos se incluye uno con las islas Feroe, que tienen 13.000 habitantes. Otra promesa falsa.

¿Por qué tanto empeño con la frontera irlandesa?

-El enojo entre los populistas antieuropeístas del partido radica en el backstop (salvaguarda) para mantener la frontera abierta, que significa que el Reino Unido debería permanecer en la unión aduanera hasta que se adopte una solución para mantener la frontera, entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, abierta. Tal vez con tecnologías que en la actualidad no existen y podría prolongarse durante años, ellos lo llaman el backslave, en el sentido de que seríamos un país esclavo de la UE. Y las dos partes del partido votaron contra el acuerdo. Por eso May perdió por 149 votos y ahora estamos donde estamos.

¿Esto tiene arreglo?

-El haber aprobado no salir sin acuerdo va a restringir la capacidad de movimientos del Gobierno para luego pedir una extensión de la aplicación del artículo 50 (salida de un país miembro de la UE). Aquí Barnier nos ha dicho que si el Gobierno británico pide una ampliación deberá tener una razón, pero ahí encontramos el problema de las elecciones europeas. Si es por un periodo corto no habrá problemas para una ampliación técnica de unas seis semanas hasta el 23 de mayo, pero si pasamos la fecha de las elecciones europeas la cosa se complica. Yo apoyo una extensión más larga, de 21 meses, que es el periodo previsto en el acuerdo. Tendríamos que presentarnos a las elecciones europeas y en ese periodo quiero que haya un segundo referéndum. Y si después de tres años el electorado británico sigue queriendo salir, lo respetaremos. Pero al menos ahora saben exactamente lo que implica el Brexit. Los sondeos públicos demuestran ahora que hay una mayoría para quedarnos.

Ustedes, los partidarios de un referéndum para quedarse, critican el celebrado para salir en 2016.

-Lo que más me enojó fue el censo electoral para aquel referéndum. Fue muy injusto. Por ejemplo, las personas más afectadas por el Brexit, que son los europeos que viven en el Reino Unido, como mi esposa que es de Eslovaquia, y los británicos que viven en la Unión Europea, como mi madre que vive en París o el medio millón que vive en España, la mayoría no pudieron votar. Así que muchísimos británicos que viven en Europa y los tres millones de europeos que viven en el Reino Unido, tampoco. En cambio los ciudadanos de la Commonwealth, que no son ciudadanos europeos, tenían voto en el referéndum. Y todavía más injusto fue para mí, que los brexiters hicieran promesas falsas haciendo campaña en las comunidades de Bangladesh o Pakistán de que votando para salir habría una nueva política de inmigración para sustituir a los europeos que han venido los últimos años al Reino Unido por ciudadanos de la Commonwealth. Otra mentira. Ahora ellos también están enfadados porque les habían prometido que sus primos y todas sus familias iban a tener el derecho de reunificarse en el Reino Unido y ahora les dicen que nunca les habían prometido eso. No fue el Gobierno, fueron activistas de mi partido los que hicieron esa campaña. Hubo muchas cosas extrañas, como la cuestión del dinero, ocho millones de libras regaladas por el señor Arron Banks y nadie ha explicado todavía de dónde vino ese dinero, aunque hay sospechas de que había una potencia extranjera.

¿No será Rusia por casualidad?

-Yo no voy a decir que país es, eso es usted el que lo puede comentar.

Todos los ojos buscan a May para responsabilizarle del fracaso, pero ¿no fue Cameron el verdadero responsable?

-Sí, para mí Cameron fue el gran responsable. Él estaba tan convencido de que iba a ganar que cuando hubo enmiendas para, por ejemplo darle el voto a mi madre en Francia, él votó en contra, pese a haber sido una promesa del manifiesto del partido. Hubo otra enmienda desde la Cámara de los lores que señalaba la necesidad de una mayoría del 55% del voto o tres de las cuatro, nosotros las llamamos naciones, del Reino Unido. Con esto no hubiéramos tenido el problema que tenemos ahora con Irlanda del Norte y que ha creado una fuerza centrífuga que impulsa la independencia de Escocia. Ahora estamos valorando la posibilidad de la independencia de Escocia y de la reunificación de Irlanda. Él fue muy irresponsable. Y después de haber perdido, como no tenía ningún plan b, se marchó.

¿Sería posible que tras el ‘Brexit’ el Reino Unido volviera a integrarse en la Unión Europea?

-Todo es posible en la política. Yo voy a formar parte de un movimiento que se llama Rejoin (reunirnos). Nunca voy a perder mi sueño de unidad, de más integración, de que sea un modelo para el resto del mundo. Cuando viajo a África o a Asia nos miran con admiración y no quiero volver a otro periodo de la historia que acaba en lágrimas. El nacionalismo-populismo representa desafortunadamente la tendencia a la guerra de nuestro continente. En cambio este es un proyecto de paz y seguridad, que hasta ahora, ha tenido muchísimo éxito. La única cosa buena del Brexit es que ha sido como una vacuna contra las personas que quieren destruir la UE. Ha sido tan desastroso y tan caótico que los nacionalistas en Europa, como Le Pen en Francia, Salvini en Italia o Viktor Orbán en Hungría, ninguno de ellos está ya exigiendo que sus países salgan de la Unión Europea. Ellos quieren tomar poder en sus países y aquí en Estrasburgo o en Bruselas, pero no destruir la UE porque han visto que aislados y, como ellos dicen, independientes, les implica también pobreza económica para sus países.

El que un diputado vote en contra de las propuestas de su partido es algo inconcebible en otra democracia que no sea anglosajona.

-Es que yo no fui elegido en ningún manifiesto del Brexit, fui elegido en 2014 antes del referéndum y yo represento a Londres que fue la única zona de Inglaterra que votó para remain (quedarse) y Londres es ahora más remain que antes, así que es muy difícil atacarme a mí diciendo que no soy leal a mi partido, a mi gobierno... Yo soy leal a la gente que represento, al programa por el que fui elegido y a mis principios personales. Yo no tengo nada que perder, no tengo ninguna carrera política. El Brexit pondrá fin a mi carrera y yo lo que hago es luchar para mis hijos, mis futuros nietos... No quiero que pierdan los derechos y libertades que yo he tenido de poder circular, vivir, estudiar, trabajar y, en mi caso, casarme con una europea. Yo veo en el proyecto europeo algo positivo por la paz y la prosperidad que no se ha dado en ningún otro continente. Esto para mí es el progreso, el mundo moderno y el Brexit es, para mi, un acto egoísta, destructivo, la nostalgia de un país más nacionalista, populista y autoritario. Y eso, aunque sea conservador, a mi no me agrada. Yo soy un patriota británico, pero también me siento europeo.

¿Debería dimitir Theresa May?

-Es difícil de saber. Ella tiene que decidir su propio futuro. Está en una posición muy difícil, aunque muchos de los problemas que tiene los ha creado ella misma. En este momento no hay nadie en el Partido Conservador que pueda hacer un mejor trabajo y lo que espero es que sea lo suficientemente estadista como para tener otra visión de Europa, ya que la que ha tenido hasta ahora es más bien limitada. De lo que no cabe duda es de que hay personas dentro y fuera del partido que quieren que dimita. Y esa posibilidad existe.

La UE dice que la pelota está en el tejado británico, ¿qué harán ahora?

-La cosa se ha complicado. Ahora hay un movimiento llamado los Independientes, tenemos a los liberales, tradicionalmente proeuropeos. Hay un movimiento de centristas que se organiza. La política británica se está complicando. Nunca la he visto tan complicada e impredecible en mis 20 años de carrera política.