Desconocido en Euskadi, está considerado un héroe de guerra en Carelia, frondosa e ignota tierra rusa. El gobierno de aquel país así lo ha proclamado. Se llamaba Martín Peña Ontoria, una figura poco investigada hasta la fecha. Tirando del hilo, se sabe que nació en Basauri en 1923, que fue exiliado como niño republicano de la Guerra Civil a la URSS y que acabó inscribiéndose voluntario a las milicias rusas que lucharon contra el imperio nazi. En el fragor de la batalla clandestina, aquel vizcaino de 18 años y 1,80 metros de estatura perdió la vida, según transmisión oral, bajo un tanque alemán y por una altruista causa.

“Estando herido quedó oculto en el suelo con una granada de mano que estalló cuando vio avanzar un tanque de los nazis situándose bajo el mismo. Fue una muerte heroica la de este joven vasco que nunca pudo regresar a su tierra”, defiende la madrileña Dolores Cabra, secretaria general de AGE (Archivo de Guerra y Exilio).

El joven, voluntario de unas milicias populares, pereció en los históricos combates ocurridos en agosto de 1941 en tierra de nadie entre Finlandia y Rusia. Su muerte, según investigaciones, pudo producirse el día 7 de aquel mes. La operación se llevó a cabo en los bosques de Siandeba. Como recuerdo a él y sus compañeros guerrilleros, el Gobierno ruso, junto a un convento de sensibilizadas monjas ortodoxas, exhumó en 2016 pertenencias y restos de estos combatientes. En el remoto lugar construyeron un monumento dedicado a sus personas y una lápida con el nombre y apellidos de todos ellos. Dos de aquellas religiosas llegaron el viernes en tren a Bilbao con el fin de conocer la tierra de aquellos jóvenes refugiados que dieron la vida en Carelia.

Estas religiosas recuerdan cómo restos relacionados con Martín Peña fueron hallados junto a los de otros trece combatientes procedentes de la Guerra Civil, la mayoría vascos. Del vizcaino apenas se ha investigado nada, excepto que nació en 1923 -podría ser el 2 de mayo- y que antes de llegar a la casa de niños de Leningrado había pasado por Odessa, tras arribar a la URSS en 1937, con 14 años.

Partió el 12 de junio, en la histórica salida del barco Habana desde Santurtzi en 1937, en la que también viajó la a la postre madre del jugador de baloncesto internacional Jose Biriukov. 82 años después, el Gobierno de Rusia y las monjas ortodoxas han rendido un acto de recuerdo y homenaje a estos soldados. En el lugar de su muerte, las religiosas marcharon silenciosas en procesión sosteniendo en el aire los retratos de 11 de los 23 chicos republicanos españoles que perecieron en estos olvidados parajes tras marchar al frente como voluntarios a luchar por la URSS en contra del nazismo.

La ceremonia sin precedentes conmocionó a las reunidas, entre ellas socias de AGE e incluso una sobrina de Martín Peña. “Fue muy emotivo. Gracias a que me encontraron y que el Gobierno de allí se preocupó porque en la familia sabíamos muy poco”, valora Begoña Martín Arana. “Creo que mi padre y sus hermanos no hablaban por tristeza, por mi tía. Era un tema secreto aunque mi tía Isabel movió algo, incluso buscó intermediación por un primo en el Vaticano”, añade.

El mes pasado, las monjas del lugar expusieron en Moscú que la historia de aquellos chicos voluntarios “nos conmovió”. Dada su implicación, ya están en Bilbao y Gorliz la abadesa Varvara Ivanova y otra religiosa que fueron recibidas en primera instancia en casa de Vitori Iglesias, niña de la guerra que viajó en el mismo barco que Martín Peña. “Yo solo tenía cinco años, cómo voy a acordarme de él entre tantas personas”, aporta Vitori.

Como hijos propios La abadesa rusa envía un mensaje al pueblo vasco, tierra que han querido conocer para agradecer la labor prestada por aquellos imberbes soldados. “Estamos muy agradecidas por lo poco que pudieron hacer. Ojalá siendo tan niños no les hubieran dejado ir a la guerra. En dos ocasiones les dijeron que fueran a la casa de adopción, pero ellos volvieron y acabaron muertos. Eran criaturas pero les estamos muy agradecidas. Son para nosotras como hijos propios”, enfatiza Varvara Ivanova a DEIA tras viajar de San Petersburgo a París y de allí a Bilbao. Retornan el día 12, vía Niza.

Mientras tanto, habrá estos días recepciones oficiales a estas religiosas, y la familia de Martín Peña conservará por siempre las pertenencias del joven que las monjas les entregaron en Rusia cuatro meses atrás. “En Carelia exhumaron un plato, un katilu y una pala con el nombre y apellido de mi tío, unas monedas y una carta diciendo que era hijo de Juliana Ontoria y Plácido Peña, procedentes de Gumiel de Izan en Burgos y afincados en Basauri”, concluye Begoña, la sobrina del héroe vasco-ruso.