Este era un país que a veces parecía que giraba al revés. Como si su núcleo, ahora tan comentado, se hubiera parado un día y comenzado a dar vueltas al sentido contrario. Entre el común de las y los mortales parecía que todo iba con normalidad, pero había excepciones que daban señales de que la rotación se había podido invertir. La hemeroteca está llena, ironizaría que desde tiempos inmemoriales, de noticias en las que la oposición parlamentaria ha reclamado al PNV abrir el melón de la fiscalidad en Euskadi. Relato iniciativas textuales registradas en la Cámara vasca: Para hacerla más progresiva. Para que su control se realice desde el Parlamento y no desde las diputaciones forales. Para alinear la política fiscal de la CAV con la nueva estrategia que se está poniendo en marcha en Europa y a nivel mundial. Para que, en relación con una nueva fiscalidad en Euskadi, se garantice el sostenimiento de los servicios básicos y el impulso de la actividad económica. Para abordar el impuesto sobre transmisiones patrimoniales. Para evaluar la afectación de la subida de los impuestos a los vascos (y vascas). Y, así, hasta un infinito y más allá regado con debates monográficos, preguntas a los consejeros de Hacienda de turno –con permiso de la única consejera que hemos tenido del ramo, Idoia Zenarruzabetia–, respuestas por escrito, etc, etc. Y hete aquí que en este país llegó un buen día la concesión de los deseos por tanto tiempo reclamados. Hace dos días, EAJ-PNV y PSE anunciaron el tan esperado pistoletazo de salida para abordar, por fin, esa reclamada reforma fiscal. Y se han encontrado con la sorpresa del recelo de EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP-Ciudadanos al anuncio por, según parece, la proximidad de las elecciones municipales y forales. ¿Electoralista? ¿No es más transparente que la ciudadanía sepa cual es la propuesta de cada partido cuando acuda a las urnas?. Moraleja: Da igual para donde gire el motor de nuestro país. Siempre habrá quien se empeñe en intentar invertir su sentido para crear la sensación de que todo va del revés. Y eso es una pena. Fin del cuento. (De momento).