Bilbao
Un día internet, puerta de puertas, sedujo a Joseba Castro, 25 años crecidos en Balmaseda. "Se busca piloto". Algo así rezaba la propuesta del Objetivo Montecarlo 2012, un concurso orientado para gente sin experiencia estatal o internacional al volante de un coche de rallys que buscaba alistar a uno de los 213 inscritos en la prueba monegasca del Mundial de Rallys. Joseba, sin embargo, resultó escéptico. "Sabía que corría, pero no tanto. Apuntarme lo vi como un gasto: 180 euros para participar, además de los costes del viaje a Madrid, al circuito del Jarama en concreto". No así su novia Estela, quien, haciendo gala a su nombre, puso a su querido a rebufo. "Un día me dio la sorpresa, me apareció con un papel que era la inscripción". Besos y abrazos. Así encarriló el rastro de un sueño de los que se palpan reales.
Joseba aparcó entonces el bar Eguzki, su sustento. Echó la persiana en las Encartaciones, hizo las maletas y se las llevó a la capital del Estado. Con él viajaba la experiencia de "unos 9 rallys regionales, de Euskadi, disputados en apenas 3 años", desde 2007 a 2009, cuando dejó su vicio por falta de montante. El handicap que deja a tantos en la cuneta. Autodidacta, este año iba a disputar la Copa Hankook, pero en los primeros 5 kilómetros terminó su temporada. Estampó su Citroën Saxo Grupo4 que compró de tercera mano a sus colegas. Pero el caprichoso destino le sirvió en mantel y bandeja la mayor experiencia de su vida. "De servir cafés pasé a ponerme al volante. ¡Casco, guantes, buzo y a acelerar!". Aceleró tanto, tan bien Joseba, que superó el primer corte. Quedó entre los 50 mejores. La siguiente criba le dejó entre cinco candidatos. Y finalmente, en un mano a mano con el catalán Sergio Cruz, otro soñador. En el retrovisor quedaban pruebas en asfalto seco, mojado, sobre tierra, nieve, hielo, slaloms, frenadas... y la sorpresa mayúscula y gratificante de un tipo que no se conocía a sí mismo.
Después de una semana de instrucción a manos del campeón de España de 2011 en rallys de tierra, Óscar Fuertes, y del excopiloto con el que Carlos Sainz ganó el Dakar y actual acompañante del príncipe Nasser Al-Attiyah, Lucas Cruz, Joseba se erigió en vencedor en el Jarama. "Fui a disfrutar de un día de motor y mira. Ahora me veo en Montecarlo, en el Mundial. No sé lo que me encontraré. Bueno, sí, a los mejores del mundo. Casi seré más un fotógrafo que un piloto", bromea Joseba. De ganar en Montecalvo en 2008 en categoría junior, cuando se proclamó subcampeón de Euskadi, su mayor gesta, a montarse en un Mitsubishi EVO X en la cita mundialista de Montecarlo (17-22 de enero), que, además, estrenará el Campeonato 2012. Allí precisamente estará "medio Balmaseda". "Ya están preparando el viaje y las pancartas. Voy a llevar un buen ejército". Sus aitas asistirán en autocaravana. "Es el sueño de tu vida, hijo", le recuerda su madre, que para nada adhiere presión.
"La gente pasa por el bar a desearme suerte. La verdad es que no tengo miedo, solo respeto. Es cierto que es una gran aventura, pero solo quiero acelerar". Lucir en el mayor escaparate, dejarse gustar. Porque quién sabe si un sueño cumplido es solo el comienzo de otro por cumplir. "Mi primera meta es terminar. Me han dicho los instructores que igual acabarán el rally la mitad de los participantes. De modo que si acabo clasificaré bien. Ya sería la leche". Lo que menos le preocupa es de lo que el profesional más se queja, la maquinaria. "Me han dicho que mi coche será 1,5 segundos más lento por kilómetro que el resto", el de Loeb, Ogier y esos monstruos... Entre tanto, la mano tendida que fue internet sigue dando frutos. "Ahí miro vídeos de tramos y cámaras on board. También miro clasificaciones para ver los ritmos, porque no tengo referencias". No importa, colma su satisfacción. Por de pronto, Joseba es un eco de agradecimientos. Sabe que en Balmaseda ya le aguarda una fiesta de recibimiento. Y es que solo el hecho de competir, de tener a uno de la cuadrilla, un vecino, en el Mundial, de volver a contar muchos años más tarde con un vasco en la élite, ya es un triunfo. Lo que fue un papel es un volante. El que ganó en Montecalvo se marcha a Montecarlo.