La relación entre el deporte y la odontología es bidireccional, de modo que algunas prácticas deportivas pueden afectar a la salud de la boca y algunas alteraciones de la boca pueden interferir con el rendimiento deportivo.

Los traumatismos bucodentales representan una patología frecuente en la práctica deportiva profesional y aficionada con repercusiones a corto, medio y largo plazo.

Se deben a impactos recibidos y pueden conllevar, entre otras, afectaciones de los tejidos blandos (laceraciones en labios y lengua, hematomas, etc.) y de los tejidos duros (fractura de los maxilares, fracturas dentarias, avulsión dentaria, etc.).

En ocasiones, los daños sufridos como por ejemplo la pérdida dentaria, pueden acompañar al individuo el resto de su vida, ya que pese a que tengan tratamiento, el tipo y nivel de intervención necesaria va a formar parte de su persona para siempre.

Por todo ello, la mejor opción, como casi siempre, será la actitud preventiva. En este caso con el empleo de protectores bucodentales confeccionados a medida del deportista, en todas aquellas actividades de contacto o con riesgo de sufrir algún tipo de traumatismo en la esfera maxilofacial.

Por otra parte, se ha popularizado el empleo de bebidas y productos azucarados para el mantenimiento y recuperación de la actividad física durante los entrenamientos y la competición, que por sus características químicas específicas pueden afectar a los dientes a nivel de su esmalte y aumentar el riesgo potencial de caries.

Los deportes acuáticos de piscina, especialmente aquellos que representan mucho tiempo de contacto con el agua, también pueden tener sus repercusiones en la salud oral.

El cloro es empleado en las piscinas para generar desinfección; sin embargo, por medio de las reacciones químicas que establece con otras sustancias con las que se administra puede provocar una disminución del pH del agua por debajo de los límites recomendados favoreciendo la erosión dental.

La barodontalgia representa el dolor de uno o más dientes ante los cambios bruscos de la presión atmosférica. Se debe a la reacción de la pulpa dental a los cambios de presión tanto en ambientes hipobáricos como hiperbáricos. Estas manifestaciones se han relacionado con deportes subacuáticos y de alta montaña como el alpinismo y la escalada.

El bruxismo (hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes) se asocia con frecuencia al momento de la práctica deportiva donde el nivel de concentración y de estrés experimentado llevan al individuo hacia ese camino parafuncional.

Las consecuencias del mismo, además de la afectación dentaria (desgaste o deterioro de restauraciones) y de la articulación temporomandibular, puede tener repercusiones musculares cervicales y dorsales que a su vez pueden afectar al rendimiento deportivo.

Del mismo modo, existen investigaciones que han intentado establecer la relación entre las infecciones de la boca y lesiones de los deportistas a otros niveles del organismo como muscular, articular y tendinoso.

Las bacterias o los productos asociados a su presencia y metabolismo viajarían a través del torrente sanguíneo generando el problema a distancia, muchas veces de manera latente hasta que las exigencias de la competición la activan desencadenando el problema.

Todos estos aspectos mencionados concluyen en la necesidad de una salud oral adecuada para evitar complicaciones en este sentido.

El tratamiento de las patologías orales existente y el desarrollo de una estrategia preventiva adecuada permitirán al deportista un pleno desarrollo de sus aptitudes físicas e intelectuales, claves para el éxito en su tarea y lograr unos resultados deportivos a pedir de boca.