ITUADO en la comarca navarra del Baztan, a 83 kilómetros de Iruñea y 150 por carretera de Bilbao, Zugarramurdi es conocido como el pueblo de las brujas debido a sus historias de leyendas y akelarres. Aunque su enorme cueva horadada por el agua es muy popular, no lo es tanto su museo centrado en la brujería, que se puede visitar durante todo el año.

Zugarramurdi es destino de multitud de turistas atraídos por las historias y leyendas que fueron surgiendo en torno al proceso inquisitorial de 1610, que puso en marcha la Inquisición tras conocer el relato de una joven de la localidad acerca de sus sueños, en los que aseguraba haber volado y visto a personas del pueblo participando en akelarres.

El resultado fue el procesamiento de 53 personas de la comarca del Baztan, la mayoría mujeres, a las que tildaron de brujas. Gran parte de ellas murieron en cárceles o en el traslado a Logroño aunque otras acabaron en la hoguera. Y aunque Zugarramurdi no fue el único pueblo navarro que vivió estos episodios, el Auto de Fe del siglo XVII le hizo ganarse el título oficioso de Pueblo de las Brujas.

Con la intención de dar a conocer lo que sucedió en el enclave y su entorno a principios del XVII, la localidad rehabilitó su viejo hospital, situado en el mismo pueblo en la salida hacia las cuevas, para instalar en él el Museo de las Brujas. Allí se abordan todas las cuestiones relacionadas con el mundo de la brujería, a la vez que retrata a la sociedad navarra del momento con sus mitos y sus leyendas.

Trabajos de investigación como los de Florencio Idoate, Aita Barandiarán, Julio Caro Baroja, Gustav Heninngsen, José Dueso, J. Paul Arzac o Koro Irazoki sirvieron de impulso al museo, inaugurado en julio 2007 y que aúna la necesidad de "proteger el patrimonio y la explotación de un atractivo recurso turístico".

En él se muestra al visitante cómo era la vida cotidiana de aquellas gentes. Espacio de duelo y recuerdo, rompe con la imagen folclórica de las brujas y presenta vestimentas de época, incluidas las de los frailes inquisidores, objetos cotidianos como calderos, pergaminos y archivos de época, paneles y material multimedia que ayudan a comprender el mundo de la brujería en apenas una hora de visita.