AS ventas de berlinas se están pegando un gran batacazo, que hace a muchos fabricantes ver las estrellas. Algunas brillan con especial intensidad y son la excepción que sigue cautivando a un sector del público. Es el caso de la superlativa Clase S de Mercedes-Benz, referente que ahora transfiere buena parte de su refinamiento, deportividad y tecnología a la quinta generación del Clase C. Lo hace tan bien que en la casa han rebautizado a la berlina menor como S baby. La firma alemana prepara la comercialización de las variantes sedan y familiar de este exitoso modelo de categoría media-alta; las animan motorizaciones electrificadas: diésel y gasolina con hibridación ligera a 48V, además de dos híbridas enchufables, de 170 a 313 CV. El modelo entra en fase de producción en junio, por lo que las entregas comenzarán unas semanas después. Así que aún no se conoce cuánto van a afectar al precio del Clase C los considerables progresos de su última remesa.

Acosado por la expansión del concepto SUV, el formato de berlina convencional resiste gracias al beneplácito de una clientela minoritaria, fiel al estilo clásico e insumisa a los caprichos de la moda. Sobrevive también por la presencia de escasas, pero valiosas propuestas con esa silueta tradicional, como el C.

La más accesible de las creaciones de Mercedes-Benz con estampa de tres cuerpos acerca al público de clase media bastantes de las sofisticaciones recién estrenadas por el aristocrático S. La elegancia deportiva que distingue al buque insignia de la marca alemana inspira el diseño de su hermano pequeño, que también adopta algunos de sus avanzados recursos tecnológicos. La receta promete uno de los productos más relevantes de una categoría en la que solo compiten los mejores.

La quinta entrega del Clase C se reconoce por la figura esbelta y musculada que exhiben sus dos carrocerías. La berlina y su derivado Estate con techo prolongado se estilizan creciendo unos milímetros a lo largo (4,75 metros) y ancho (1,82 m), pero rebajando ligeramente la altura (1,44 m); también prolongan la distancia entre ejes (2,86 m), lo que procura dos centímetros más para las piernas a los ocupantes del asiento posterior. El envase familiar gana capacidad de carga (490 litros), no así el sedán (455 l). En función del acabado, presentan tres diseños de parrilla diferentes, todos ellos presididos por el emblema de la estrella.

Otro aspecto decisivo a la hora de distinguir a la inminente entrega del modelo es la concepción interior. El nuevo Clase C evidencia su devoción por la tecnología a través de una ambientación vanguardista en la que cobra protagonismo la instrumentación más avanzada. Quien se acomode a sus mandos encarará un cuadro de control digitalizado que simula flotar tras el volante; dicha pantalla se propone en dos tamaños, 10,25 y 12,30 pulgadas. Una segunda pantalla vertical, que puede tener 9,5 o 12 pulgadas de diámetro, se aloja en la consola central, ligeramente orientada hacia el puesto de conducción. A través de ellas se supervisan las constantes vitales del vehículo y pueden gestionarse las más diversas y sorprendentes funciones de navegación, asistencia, entretenimiento y servicios.

El Clase C hereda del Clase S la evolución del sistema MBUX, interface que permite al usuario interactuar con el vehículo de forma intuitiva. Ahora, este recurso es capaz de procesar con mayor celeridad y precisión órdenes vocales de los ocupantes, ofrece imágenes en realidad aumentada enviadas por la cámara frontal a la pantalla, al tiempo que permite el acceso a los ajustes personales a través de un escáner de huella dactilar. El sistema, que posee la facultad de actualizar su software de manera remota, está preparado para entablar contacto con terceros; por ejemplo, con un domicilio con equipamiento domótico, para la activación a distancia de electrodomésticos o realizar comprobaciones de seguridad.