N la orquesta SUV surgen de vez en cuando solistas decididos a interpretar a su aire la monocorde partitura de moda. El último en desoír el canon es Hyundai, que empuña su batuta para componer y ejecutar el nuevo Tucson. El riesgo no ha sido en vano. La metamorfosis de este producto de éxito depara uno de los mejores SUV de talla media del mercado, un modelo que mezcla con maestría tecnología avanzada e imagen conmovedora. Disponible con tracción delantera e integral, se postula en variantes térmicas, diésel y gasolina, e híbridas, convencional y ligera de 48V; cubren un abanico de potencia entre 115 y 230 CV. Aunque la calidad se paga, la tarifa oficial del Tucson discurre entre 27.400 y 47.300 euros, importes atenuables por una batería de descuentos que rebajan el umbral de acceso a 22.800 euros.

La decisión de Hyundai de alejarse de los lugares comunes por los que discurre el diseño SUV da un impulso decisivo al Tucson y a su propia reputación como fabricante. El estreno constata otro salto más de calidad de la firma, que pisa de refilón territorio premium con este nuevo producto.

El desarrollo de la cuarta generación del Tucson implicaba afrontar un auténtico desafío: dar el relevo adecuado a uno de los grandes activos de la marca. Se trataba de optimizar un proyecto de calidad contrastada, celebrado por el público y respetado por la competencia. El resultado no defrauda a los más exigentes.

El sustituto de este pilar comercial de Hyundai -es el segundo modelo más solicitado, mil y pico ejemplares por detrás del Kona- depara abundantes y significativas sorpresas. La primera obedece a su aspecto. El Tucson 2021 respeta las proporciones conocidas. Añade un par de centímetros a su eslora (4,5 m), otro a la batalla (2,68 m), uno y medio a la manga (1,865 m) y medio a la alzada (1,65 m). No obstante, la moderna concepción genera mayor habitabilidad, sobre todo en las plazas traseras; también procura un maletero más capaz, con hasta 620 litros dependiendo de la motorización.

Apenas hay, por tanto, variación de talla, aunque sí de fisonomía. La última entrega muestra un aspecto radicalmente distinto; no se parece a la saliente ni a ninguno de los productos hermanos. Estrena un estilo esmerado y futurista, que transmite una impresión de elegancia y robustez recalcando las señas de identidad singulares. El frontal es el rasgo diferencial que lo hace inconfundible. Aparece dominado por una innovadora y llamativa parrilla que ocupa todo el ancho del vehículo. La conforma un panal de lentejuelas poliédricas de apariencia metálica, que confiere un efecto joya al rostro del coche. Este peculiar semblante guarda una sorpresa que se revela al poner el contacto, momento en el que las cinco piezas de cada borde se encienden, componiendo sendos triángulos de iluminación diurna LED.

Con ese elaborado diseño, el Tucson pone la mejor cara, preludiando lo que esconde de puertas adentro. La concepción de la cabina, holgada y cómoda incluso para cuatro adultos de buen año, denota el esfuerzo del fabricante por acercarse a los niveles de empaque y refinamiento propios de las marcas de prestigio. La sensación de calidad se acentúa, como es lógico, en las terminaciones más cuidadas y costosas.

Además de presentar impecables ajustes y recurrir a materiales de superior entidad, el renacido Tucson ostenta una concepción interior ergonómica, acogedora y nada recargada. Destaca en ella el completo puesto de conducción, cuyo cuadro de instrumentos digital adopta forma de tableta flotante de 10,25 pulgadas. La consola central acoge una segunda pantalla táctil de idéntico tamaño para gestionar un sistema multimedia con el último grito en conectividad; suple al display de ocho pulgadas que traen de fábrica los acabados modestos.

El Tucson es un producto muy bien trabajado, agraciado con un diseño insólito, que respalda con sólidos argumentos su ambición de liderar su categoría. La buena impresión causada por la interpretación más sencilla, sosegada y asequible no hace más que mejorar a medida que se incrementa el presupuesto y el punto de mira asciende en la escala de potencia y refinamiento. La relación calidad-precio es, en cualquiera de los casos, irreprochable. Así que el nuevo estandarte de Hyundai es un producto altamente recomendable para quien busque un SUV con personalidad y garantías.