Mercedes-Benz, a quien todo el mundo reconoce cierta buena mano a la hora de concebir y ensamblar vehículos, dice que “la nueva Clase S subraya nuestro deseo de fabricar los mejores automóviles del mundo… combina el lujo codiciable con el mayor nivel viable de investigación”. Tras esta declaración de principios solo cabe añadir que no hay margen para la sorpresa y que, efectivamente, el modelo supremo de la marca de la estrella es uno de esos contados coches superlativos que hoy se pueden adquirir. Eso sí, desembolsando no menos de 108.150 euros.

Si fuese posible otorgar un título de mejor coche del mundo, el Clase S figuraría por derecho propio entre el puñado de aspirantes. Así que casi no es preciso comprobar los progresos en diseño, tecnología y confort que se anuncian para mantener a la nueva entrega entre los favoritos. La séptima generación que comienza a llegar a los concesionarios, su estreno oficial está fijado para enero, exhibe una silueta menos solemne, más esbelta y sugestiva. Aumenta unos centímetros todas sus cotas (alcanza 5,125 metros en la versión de carrocería normal y 5,289 en la larga), lo que permite ganar habitabilidad (tiene tres metros entre ejes) y capacidad de carga (ofrece 530 litros de maletero). Además, estrena una concepción interior en la que cobra protagonismo la tecnología, sobre todo en el puesto de conducción.

Tradicional abanderado de la firma alemana, el Clase S abre su catálogo ofertando mecánicas de combustión. Cuenta, de entrada, con tres bloques de seis cilindros y tres litros, dos diésel (286 y 330 CV) y otro de gasolina (435 CV); este último incorpora sistema de hibridación ligera a 48V, que aporta 22 CV adicionales. La transmisión es siempre la 9 G-Tronic automática. El repertorio motriz aguarda la inmediata incorporación de dos variantes más solventes (S 450 y S 580); en 2021 llegarán interpretaciones V12, AMG y Maybach, además de una versión híbrida enchufable (S 580 e) que promete más de 100 km de autonomía en modo eléctrico.