El diseñador se adentra hoy en los 70 años y lo hace manteniendo su podio. "Adivine cuáles son los cuatro grandes diseñadores estadounidenses: Ralph Lauren, Perry Ellis, Calvin Klein y Tommy Hilfiger", rezaba una valla publicitaria situada en la neoyorquina Times Square a mitad de la década de los ochenta. Entre los cuatro nombres, uno era completamente desconocido; el de Tommy Hilfiger, que por entonces comenzaba una andadura en su propia firma de ropa con la que años después cumpliría este pronóstico.

Descendiente de una familia irlandesa, Thomas Jacob Hilfiger (Nueva York, 1951) tuvo claro que se dedicaría al mundo de la moda. Su camino en esta industria comenzó siendo adolescente, cuando empezó a trabajar como distribuidor de ropa hippie, para posteriormente hacerlo en la firma Jordache, donde permanecería hasta aproximarse el lanzamiento de su propia línea homónima en 1985, tras rechazar una oferta de Calvin Klein. Con el blanco, el rojo y el azul como colores corporativos de la firma, su icónica bandera como imagotipo y prendas de aire casual en la línea del estilo deportivo norteamericano, Hilfiger edificó un imperio de moda. Ahora, en su emporio tienen hueco perfumes, líneas infantiles y todo tipo de accesorios, además de contar con embajadores como Beyoncé, Gigi Hadid, Lewis Hamilton, Rafa Nadal o los sobrinos de George Bush, Lauren y George P. Bush.

El estadounidense ha reconocido la importancia de la publicidad en el auge de las marcas, una de las herramientas que ayudó a la firma a saltar al imaginario común cuando era desconocida. Sus estrategias han ido desde patrocinar las giras de Lenny Kravitz a realizar colaboraciones inspiradas en al arte o apuntarse a la tendencia de vender las colecciones de forma simultánea al presentarlas en plataformas como Instagram.

Con una estética que camina entre el corte clásico y el deportivo, clave para llegar a un público amplio y diverso, al diseñador y sus creaciones se los asocia con la Gran Manzana y es que, además de compartir colores corporativos con la bandera americana, esta fusión de estilos se convirtió en identificativa de la moda casual estadounidense, de la que fue uno de los máximos exponentes y uno de los diseñadores más virales durante los noventa. Desde esa época en la que se convirtió en precursor de lo que hoy se conoce como estilo casual han pasado treinta años y el diseñador, para quien la moda siempre ha sido sinónimo de diversión, sigue evolucionando. Ahora se suma a los retos digitales y prueba de ello son declaraciones en las que explica que "los desfiles de moda están anticuados".

Con el foco puesto en los millennial y con el espíritu transgresor que le caracteriza, algunas de sus propuestas las han lucido famosos como la modelo, actriz y activista Zendaya, icono de esta generación.