LA alegría de la joven científica tecnóloga informática Ana Freire es manifiesta, tanto por ver su trabajo investigador y profesional reconocido, como recibirlo por ser mujer en el mundo de la tecnología, campo aún mayoritariamente masculinizado. Todavía es frecuente en el imaginario popular visualizar las matemáticas y sus aplicaciones en informática y en ingeniería como algo abstracto, alejado e incluso ajeno al bienestar social de la población, por lo que premios como el Ada Byron que concede la Universidad de Deusto, que este año ha recaído en Ana Freire, ayudan a enmendar este error poniendo en su verdadera dimensión una realidad que va cambiando poco a poco. Tanto las matemáticas como su aplicación en ingeniería informática están cada día más imbricadas en tecnologías transversales que buscan aplicaciones directas para una mejoría en la vida de la ciudadanía. Y habiendo sido Ada Byron una precursora en informática como la primera mujer programadora, para la premiada recibirlo supone verse doblemente premiada, como mujer y como tecnóloga.

Como a otras muchas jóvenes al final de sus estudios de Bachillerato, sus buenas calificaciones la llevaron a plantearse si estudiar Medicina. Por suerte, alguien le indicó que la informática no era solamente teoría y máquinas, sino que tiene su vertiente de aplicación social: la inteligencia artificial dedicada a las necesidades cotidianas de la sociedad. Algoritmos para predecir esclerosis múltiple, para prevenir las tendencias suicidas o facilitar la construcción de robots asistenciales o dedicados a la creación de extremidades blandas para robots? Y decidió introducirse en ese mundo tecnológico precisamente por esa deriva de aplicación de ayuda a las personas.

Recibir el premio Ada Byron supone, además, para Ana Freire un espaldarazo en su idea de la aplicación social de la tecnología especialmente vista con ojos de mujer. “Porque todavía en la Universidad, en los estudios de ingeniería informática tan solo son mujeres un 10 o un 12%, lo que supone un claro desequilibrio de género que sería necesario corregir. Y corregir, no a los 18 años, cuando es imperioso el momento de la elección de estudios, sino mucho antes, a los 6 o 7 años cuando se empiezan a impulsar estereotipos que presentan a las mujeres como menos capacitadas para la tecnología”, subraya.

Es en este sentido referentes como Ada Byron son fundamentales: mujer, matemática, informática, programadora. Es un modelo que hay que presentar a las niñas para que entren en el campo de la ciencia y la tecnología, porque más allá de unos primeros estudios básicos, “es su aplicación a múltiples disciplinas lo que más puede engancharlas”, indica.

Reconoce que ella no ha sufrido ni sentido en ningún momento discriminación laboral ni profesional, pero sabe que existen tanto el techo de cristal y el suelo de barro, como la brecha salarial. Algo que ella achaca en gran medida a que las mujeres siguen eligiendo estudios y profesiones en las que se cobra menos, inducidas, en su opinión, por falsas ideas sobre roles que les hacen elegir esos caminos a edad muy temprana, eludiendo otros como las matemáticas, la ingeniería informática u otras nuevas tecnologías.