CONSCIENTES de la trascendencia actual y futura de las Ciencias de la Salud y la Biomedicina, exalumnos de la Escuela de Ingenieros han creado un par de dispositivos que apuntan alto. Amaia Marco está detrás del detector de caídas, un aparato de pequeñas dimensiones -que se coloca a la altura del pecho- concebido para mayores que viven solos. Aprovechando el teléfono móvil, una app que trabaja en segundo plano se encuentra a la escucha del dispositivo detector que solo se conecta al teléfono en caso de caída. “Encontramos que es una evidente mejora a la medalla del servicio Beti ON porque la persona no tiene por qué estar consciente, ya que el dispositivo reconoce la propia caída”, señala. En ese caso se inicia una ronda de hasta un máximo de tres llamadas a números seleccionados de la lista de contactos. Tiene varios niveles de seguridad para evitar falsos positivos y negativos que lo hagan poco fiable. “Al plantearse como un accesorio de un teléfono móvil es de bajo coste y tiene un consumo pequeño para que la batería puede permanecer sin recarga durante varios días”, destaca el profesor Javier Ortiz.

Por su parte, Iker Herrero planteó como proyecto de fin de grado la plantilla sensora de la marcha de apenas dos milímetros de espesor. Una plantilla duradera, recambiable e intercambiable, conectada mediante un enchufe a un módulo electrónico de pequeñas dimensiones que se sujeta a los cordones de la zapatilla sin obstaculizar el movimiento natural del pie.

“Los profesores Javier y Manuel me sugirieron hacer algo orientado a la salud. La idea me motivó y empezamos con esta plantilla cuya función es capturar las presiones en doce zonas de la planta del pie”, afirma Iker Herrero. Los datos obtenidos permiten calcular parámetros como los ritmos de carrera, los tiempos de apoyo de cada zona, la energía o la potencia. La plantilla es fruto de la colaboración del taller de Bioelectrónica de la Escuela con el módulo de Electromedicina de FP de Repélega. “El dispositivo aún no se ha comercializado pero está en fase de pruebas”, señala Herrero. Con el impulso del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Bizkaia, los dos jóvenes trabajan para que sus productos sean visibles a los potenciales compradores. “Es lo más complicado porque entran factores como la publicidad y el marketing”, destacan. De hecho, Herrero aspira a poder mostrarlo en el próximo maratón nocturno de Bilbao, en octubre.