Afirman quienes mejor la conocen que la Esteban es capaz de lo mejor y lo peor. De generar inmortales vínculos de amor y amistad con aquellos que la rodean, como de despertar los más agrios odios, duros e irreconciliables, que tan bien ejemplifican las dos Españas. Generosa con quien lo necesita, pero terriblemente dura e intuitiva para ridiculizar a sus rivales, la de San Blas ha sabido como nadie activar la tecla del show. Jugar con los tiempos, los silencios, las risas, los lloros, las rupturas, las operaciones estéticas, los Deluxes... Servirse, en definitiva, del mejor TV-business para convertir en un apetitoso empleo lo que antaño hubiese sido una esporádica colaboración en televisión, o una portada (bien pagada) en la revista Hola o en la Pronto. Porque más de dos décadas, desde aquella primera aparición suya en Como la vida de Antena 3, de la mano de Alicia Senovilla, lleva poniendo la mano a fin de mes la también bautizada como princesa del pueblo.

Belén Esteban tiene marca, firma e identidad personal. Algo así como los lloros, el cardado o el inconfundible lip liner de Lidya Lozano, pero con una cercanía personal que congratula a millones. Y ella lo sabe. Por ello, tras años de búsqueda de negocios, sartenes y vías alternativas de ingresos a la televisión (que algún día terminará), la copresentadora de Sálvame dedicó el pasado año a lanzar con mimo su propia empresa: Sabores de la Esteban. Y el resultado ha sorprendido a propios y extraños. Su gazpacho, salmorejo y patatas fritas, además del sobresaliente gastronómico, han recibido el beneplácito del mercado. Tanto que la empresa murciana Cool-Vega Company alcanzó la mejor cifra de negocio de su trayectoria el pasado 2021.

Oro parece, plata no es, lo cierto es que tan bien deben ir las ventas que Belén acaba de regalar a su hija Andrea un piso de 100 metros cuadrados con trastero y garaje. Confortabilidad máxima para que, en su regreso a Madrid tras estudiar Comunicación Audiovisual en el Reino Unido, la joven pueda instalarse en su propia casa con su novio. Eso sí: la vivienda, valorada en 346.000 euros (y para cuya compra la Esteban ha pedido una hipoteca de 265.000), se ubica muy cerca de donde ella vive.