ENTRAR en La Dolce Vita es sumergirse en un colmado con alma italiana donde el producto artesano, ecológico y de cercanía son la base de su filosofía. Así, dan carácter a una fusión vasco-italiana, aderezada con calidad y cariño, para que los clientes se sientan como parte de la familia.

Entre las especialidades italianas que pueden degustarse allí destaca el helado artesano de calidad en una variedad de más de 90 sabores, algunos tan bilbainos como el de bollo de mantequilla, de Carolina o de Idiazabal, unas galletas o cookies recién horneadas, unos alfajores a los que da forma Alberto con maña, mimo y sin prisas. El local es un remanso de paz en el bullicio de la urbe y de la propia calle donde se ubica, de las más animadas de Bilbao en cuanto a hostelería se refiere. Entre los dulces también prepara tartas y, por encima de todo, recomienda el tiramisú casero con receta de la nonna italiana.

El capítulo salado tiene un trío de protagonistas en el paladar, como son la pizza auténtica, de masa fina, la foccacia y la lasagna boloñesa en distintas variedades, algunas originales por estos lares, como la de pera y gorgonzola, de gambones con azafrán, de espinacas con ricotta e incluso de bacalao al pil-pil en alguna ocasión. Todo ello tanto para degustar en el local como para llevar, ya sea horneadas o congeladas para calentar en casa o en la oficina. De hecho, preparan menús take away y también recogen encargos de postres y de sus especialidades saladas.

No faltan las ensaladas, con su punto refrescante, a las que aportan productos italianos como la mozzarella de búfala, burrata... por citar algunos. Para sorprender al cliente van cambiando y ofreciendo nuevas elaboraciones. Estas armonizan con la cerveza italiana y con sus vinos ecológicos. Otro de sus fuertes son los embutidos selectos, como la mortadela italiana y, cómo no, el vero café italiano, de calidad superior. Sin olvidar la pasta fresca con la que preparan el plato del día.

En suma, este negocio familiar combina gastronomía con degustación en un local con capacidad en sus mesas para unas 20 personas, con música ambiente de radios italianas, para sentirse como en Italia pero en el centro de Bilbao. Incluso se puede charlar en italiano con su afable propietario. Y si te gusta cuidarte, nada como su bol de Açai, pitaya y coco, que es todo un éxito.

Ha surgido así una fórmula de éxito en la calle Ledesma para un desayuno, brunch, merienda o un plato del día.