LLEVÁIS una racha curiosa en las últimas semanas. Por alguna razón, en el departamento de Gestión de Eventos Lamentables estamos invadidos de expedientes de gente preocupadísima, alarmadísima y convencidísima de que la situación relacionada con la gestión de la climatología raya el Armagedón. Que no digo que no sea así, porque habéis hecho todo lo posible para que así sea, pero le dedicáis demasiado tiempo a un buen puñado de chuminadas. Me explico. Lo del calentamiento global debería daros para preocuparos al menos un par de horas al día pero no le dedicáis ni cinco minutos. Vivís en una zona privilegiada del planeta: ni demasiado fría ni demasiado cálida; ni demasiado lluviosa ni demasiado seca; sin huracanes ni tifones ni tornados. Y, sin embargo, en el último mes nos habéis puesto el departamento patas arriba de plañidos porque habéis tenido mareas vivas y polen. Habéis caído en la climatosis que, como indica su terminación, es una enfermedad degenerativa. Pero no confundáis las cosas y no os pongáis en manos de quienes os engordan el vicio -políticos, casi siempre-. Si llueve en Bilbao y hay mareas vivas, se hacen charcos, algunos muy gordos, es verdad, en las riberas de la ría porque se sobrepasan. Pero no es el Nilo, caramba. Ni el monzón. Y claro que el polen es un engorro para los alérgicos. Pero de ahí a confundirlo con un exceso de contaminación va un saltito. No vivís en Shanghái ni necesitáis pasearos con mascarillas por las calles de vuestras ciudades. Que sí, que más vale prevenir. Pero no podéis pretender vivir en medio del desastre del siglo cada semana. Y, si tenéis esa impresión, estáis equivocados. Informaros. Humanos, escuchadme: es mejor proteger el medio ambiente que protegeros de él. Dejad de buscar quien os solucione los miedos y empezad a corregir las causas que os los provocan. Y dejad en paz al polen, a las rías, a la lluvia, que sin ellas no seríais. Por cierto, cuando venga la próxima borrasca (que vendrá) abrigaos bien. Y disfrutadla.

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