Las malas lenguas repiten que en Felipe González (Sevilla, 1942) no queda nada de Isidoro, el abogado laboralista que lideraba al PSOE en la clandestinidad. Se equivocan. "¿Isidoro? Si hombre, ese gato anaranjado que hacía bromas todo el rato en la serie de dibujos animados. Alfonso Guerra me regaló un peluche de ese gato. Era un cachondo, por consiguiente".Le apunto que Isidoro era su alias durante los años finales del franquismo. "No recuerdo muy bien el franquismo. Me estoy haciendo mayor. Uno tiene una edad. También me fallan bastante los años noventa. Es la memoria, por consiguiente", afirma.

¿A qué se dedica últimamente?

—A ganar mucho dinero sin dar palo al agua. Cuesta llegar a este punto, pero se disfruta un huevo. ¿Has oído hablar de las puertas giratorias? Bueno, pues eso es una tontería comparado con lo mío. Yo paso unas facturas que ríete tú de los dentistas. A veces por pichorradicas: una conferencia sobre la transición europea o sobre la integración europea , por ejemplo; que en navidades las doy gratis en casa hasta que empiezan a protestar.

¿Algo más?

—¡Ah! Y también me dedico a asesor de multimillonarios, que está muy bien pagado y se puede teletrabajar. Llevo ya unos años así. No me pienso jubilar. Me cuesta entender a la gente que quiere jubilarse a toda costa. ¡Qué poco amor al trabajo, por consiguiente!

¿Recuerda los tiempos de la clandestinidad?

—Claro que sí: esa época antes de ser expresidente y exsocialista. Tiempos duros con maratonianas jornadas para ganar cuatro perras. Esos tiempos en los que tuve que vivir en aquella casita tan humilde, la Moncloa creo que se llamaba. Y siempre con líos y follones. La clandestinidad, buuuf, menudo sufrimiento.

Perdóneme, no me refiero a la época en la que fue usted millonario clandestino, hablo de cuando luchaba por la libertad en la clandestinidad.

—Tú te debes referir a la época de la pana, el Ducados y el Dos Caballos. Casi no me acuerdo, por consiguiente. Debió ser divertido, porque todo el mundo me pregunta por aquello, pero qué va, se me ha borrado. Me queda una sensación difusa de un macroconcierto o algo así en Francia, en un pueblo llamado Suresnes.

Macroconcierto no, un congreso que determinó la trayectoria del PSOE.

—¿Ves? Ya sabía yo que se trataba de un eventazo en el que participó mucha gente con melenas, patillas y tal. Y las chicas con petos vaqueros, faldas flojas con estampados de flores y todo aquello. Pero qué va, no me acuerdo de los detalles. Yo estuve, ¿verdad?

Claro, fue usted el Pedro Sánchez del momento.

—Un momento, un momentoooo. Sin faltar. Yo no me hubiera puesto a gobernar con los de Unidas Podemos jamás. Pero, pero ¿qué es eso de no creer en el sistema capitalista y la economía de mercado? Son unos herejes. Yo no tengo nada que ver con Pedro Sánchez. A no ser, por supuesto, que lo de Pedro Sánchez sea algún tipo de enajenación mental transitoria, se le pase y lo corrija todo después.

Para terminar, y sin ánimo de molestarle: ¿Sabe si le llamaban a usted Mister X?

—No es molestia ninguna, mire usted. Es cierto. A mí me conocían por Mister X.

¿Lo reconoce usted?

—Nada que ocultar. En la peña bética Gordillo, del barrio de Triana, en Sevilla, me apodaban Mister X porque me lo jugaba todo a las X en las quinielas. Soy así. Aunque también los hay que aseguran que me iba ese tipo de cine. Infundios.

No me refería a eso. Pero...

—Ni pero, ni pera. Ahí te quedas. Por listo. Y por consiguiente.