N el corazón de la reserva de la biosfera de Urdaibai, donde la madre naturaleza luce sus más esplendorosas galas, aquel 13 de agosto de 1925 quedó marcado para siempre. No en vano, se trata de la fecha de la inauguración de la Colonia Infantil Nuestra Señora de Begoña, en Sukarrieta, (según relatan las crónicas de la época la bendijo el obispo Mateo Múgica Urrestarazu...),en un paraje natural de enorme belleza en la cuenca del río Oka, junto la desembocadura de la ría de Gernika-Mundaka. El Urdaibai. Basta nombrarlo así para que la inmensa mayoria de los vizcainos muestren su orgullo. No en vano, se trata de una zona consideraba coom una relevante área de reposo e invernada para las aves migratorias; vecina de una de las olas surfeables más importantes de toda Europa y un espacio mágico, donde el hombre y la tierra se besan de manera apasionada.

Pongámoslo todo en contexto. En los primeros años del siglo XX, la preocupación de la sociedad y de las autoridades vizcainas por la salud de los niños de las familias económicamente más desfavorecidas que habían acudido en masa a la comarca de Bilbao, atraídas por los cantos de sirena de sus minas e industria siderúrgica, era grande. Había serios problemas sanitarios derivados de las condiciones de hacinamiento y salubridad en la que vivían miles de trabajadores en Bizkaia y se buscaban soluciones para evitar el derrumbe de esa sociedad en cuarto creciente.

Una muestra de ello fue la financiación, en 1907, por parte del Ayuntamiento bilbaino y a través de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Bilbao, de la colonia escolar para el período de vacaciones estivales en Górliz, idea que luego fue extendiéndose a otros municipios.

En 1917 la Comisión de Colonias Escolares de Bilbao expuso al Ayuntamiento de Busturia su propósito de enviar a este pueblo durante un mes en la estación veraniega a dos grupos de 50 niños cada uno y tres profesores para lo que solicitaba el permiso correspondiente, a lo que el ayuntamiento de Busturia accedió al parecer. Cuentan las voces del pueblo que aquellos primeros niños a los que se les ofrecía baños de sol y de mar se albergaban en la escuela de niños de Aingerubide de chicos -donada al municipio por Manuel María Arrotegi Amunategi-donde dormían en camitas de campaña que llevaban de Bilbao y comían en la sala de la Taberna Borda, tanto el desayuno como el almuerzo y la cena. Esos fueron los primeros pasos.

Recordemos que a mediados del verano 1917, hubo una inspección de la Diputación y el día siguiente la prensa publicó un artículo encomiástico sobre la obra ya que tanto los inspectores como el periodista habían encontrado todo excelente. Llama la atención en la crónica que en el salón del comedor de los niños había una foto de un señor bien vestido pero con alpargatas. Correspondía la foto a Sabino Arana Goiri en la cárcel.

Tiene su porqué el recuerdo de la anécdota. No en vano, a comienzos de la década de los años 20, Ramón de la Sota Llano comenzó la construcción de una residencia para marinos y pecadores ancianos en terrenos comprados la familia Atxikallende (Nicolasa o Nikole Atxikallende fue la mujer de Sabino Arana...) en Sukarrieta. Pronto se empezó a edificar y fue conocida como Ama Begoñako Etxia.

El proyecto del edificio fue obra del arquitecto bilbaino Ricardo Bastida.

Oigamos ahora al blog Zain Dezagun Urdaibai donde puede leerse que “mientras se levantaba el edificio, la hija de Sota hizo en 1922 un viaje a Santander con su capellán y el mecánico que conducía el coche y, a la altura de Islares, por causas que se desconocen, el vehículo salió de la carretera y cayó a la zona de playa, quedando sus ocupantes aprisionados bajo él, sin poder zafarse; la marea estaba baja pero, al ir subiendo, ahogó a los tres ocupantes del automóvil. Después de esta tragedia Sota, que había adquirido todo en razón de la vocación de su hija únicamente, vendió a la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao tanto terrenos como edificios y allí se trasladó en lo sucesivo, desde 1925, la Colonia Escolar que incluso fue ampliada con un ala nueva y la torre donde está el reloj”.

Digamos que este es uno de los ejemplos más brillantes de inserción de una arquitectura educativa de gran calidad en la naturaleza que a la vez le proporciona una recualificación paisajística; el edificio se congratula de su entorno. Esta brillante conjunción para usos que se mantienen tantos años después es ya en sí mismo un bien cultural de indudable valor, de eso no cabe duda.

Conviene recordar que poco después de su construcción se amplió con un edificio en 1929 y de nuevo años más tarde se construyó otro con tratamiento formal idéntico a los anteriores. Anexo se elevó una torre a modo de observatorio con reloj que singulariza el conjunto.

Con posterioridad, en 1935 se adquirieron más terrenos con un inusual criterio urbanístico proteccionista, a fin de evitar que posibles construcciones alterasen el admirable equilibrio entre arquitectura y entorno natural. De nuevo en 1942 se compraron otras tierras hasta los 78.000 metros cuadrados actuales, con una zona agropecuaria y arbolado para dedicarla a más vegetación, área de cultivo y zona deportiva. Se creaba, como ven, un espacio único.

Desde 1982, la Colonia se dedica a la formación medio ambiental para divulgar a la infancia el aprecio, respeto y aproximación a la naturaleza y el equilibrio ecológico. Actividad sin parangón en Euskal Herria lo que le otorga una importancia excepcional. La Colonia Infantil de BBK (Kutxabank) es una obra social de extraordinaria importancia en el ámbito educativo. Por sus características reúne las suficientes cualidades para hacerla merecedora de su reconocimiento como patrimonio cultural fundamentadas en los valores histórico, científico, social, sentimental, arquitectónico, urbanístico y paisajístico.

En 2010 se levantó una fuerte polémica por el interés de crear un Guggenheim Urdaibai en aquellas tierras hasta que la zona fue declarada Conjunto Monumental por el Gobierno vasco. En la delimitación realizada por Lakua se encuentran edificios auxiliares como la casa del guarda y la vivienda del director , jardines con su mobiliario, pérgola y escaleras de acceso a la playa.