- Confiesa que no ha podido ver la final de la Copa del Rey. “Como era un partido entre el Bilbao y el San Sebastián y, además, se jugó fuera de Madrid, la verdad es que no le presté mucha atención. ¿Cómo quedaron? ¿Perdieron los dos? Jajajajaaa. Yo, en ese partido, voy con el árbitro. ¿Era Mateu?”, pregunta.

Se encuentra inmerso en una febril recopilación de datos para escribir un nuevo libro. Esta vez está convencido de que sorprenderá a todo el mundo con Su excelencia: Santiago Bernabeu. Describe la obra como “una biografía necesaria sobre la figura del egregio presidente del Real Madrid, de inmarcesible memoria, don Santiago Bernabéu. Cuento su vida y milagros. Espero que los milagros, de los que recopilo testimonios indubitables y pruebas como panes, sirvan en el proceso de beatificación de Su Excelencia, don Santiago. Y cierra España”.

El Yavoy del teléfono móvil de Tomás Roncero suena una conocida canción de Manolo Escobar. Acaba de coger la videollamada. Y responde amablemente nuestra preguntas

¡Hala Madrid! ¿Quién es?

Hola. Llamo de DEIA para lo de la entrevista inventada.

—¿Del Ya? Para el Ya lo que haga falta.

No, no: de DEIA.

—¿DEIA? ¿Ese es un diario de vascongadas, no? Pues muy bien. Me gusta mucho la gente del norte. Gente muy noble y trabajadora. Y se come fenomenal por ahí. Tengo que ir más a menudo. Fíjate: me pillas cambiando las flores del altar a San Vicente del Bosque que tengo en casa; calas blancas.

Que yo sepa no es santo aún. Pero, a lo nuestro ¿Qué opina del tema de la final de Copa?

—Santo es, faltaría más; lo único que sucede es que este Papa, que es muy proselección argentina el pibe, no le ha nombrado todavía. Sí, hombre sí. Es santo. Y yo voy a proponer que le nombren patrono de Sudáfrica. Saint Vincent of the Forest & The Holy Moustache. Ya lo estoy viendo.

Claro, claro. ¿Qué me dice de la Copa?

—No me he enterado del resultado ni de cómo fue el partido. Pero una vergüenza la pitada al rey y al himno. Hombre por Dios, no hay derecho a ese tipo de actuaciones de una serie de desaprensivos que siempre son los mismos y que todos sabemos quienes son. ¡Que se vayan! ¡Que se vayaan! No les queremos. Fueraaa.

Respire. Tómese el pulso. Baje de la lámpara. Así, bien. En el brazo no, tómese el pulso en la vena gorda esa del cuello. ¿Cómo va?

—Mejor. Me voy a poner una pastilla de esas para los picos de tensión debajo de la lengua. Es que hay temas que me calientan. Y yo, lo del himno...lo del himno...Buu...Ahaaa.

Serénese. Busque un pañuelo. Eso parece un calzoncillo del cesto de la ropa. Da lo mismo. Ya pasó, ya pasó.

— ¡Joder! Un calzoncillo. Es verdad. Como tengo todo blanco y con escudo del Madrí, me pasan estas cosas, confundo pañuelos con calzoncillos. No es la primera vez.

Eso no es lo peor señor Roncero. Sepa que la final de Copa no se jugó ayer. Yo le preguntaba acerca de qué solución le parece la más adecuada.

—¿Que no se ha jugado la final de Copa? ¿Qué me dices? Anda, claro, por lo del dichoso coronavirus. Ahora caigo. Pues una pitada que se ha ahorrado el rey.

¿Qué solución considera la más viable?

— Hombre, pues vista la situación, yo suspendería la final y nombraría campeón de este año al equipo que más se lo merece.

¿Cuál?

—El Real Madrid, por supuesto. Si no, se queda sin títulos este año. Que no contamos con un delantero que merezca la pena en el Madrí. Vergüenza, vergüenzaaaa.

¿Otra vez? Baje de la lámpara, hombre. ¿Lo ve? Se ha caído. Como el Madrí con aquel gol de Zamora en el Molinón. Vaya costalada. Cuelgue, que llamo a urgencias.

—Déjate de urgencias. Llama a Pirri, que es médico. Ayyyyy. Está lámpara era culé.