Sin embargo, no debemos confundir aproximación con uso profesional. Es algo que la propia Google alerta. En la explicación de la herramienta, Google dice que no busca sustituir los servicios profesionales de traducción. Pese a ello, el gobierno de los Estados Unidos ha decidido emplear esta herramienta para algunos contextos donde su uso está levantando una importante polémica. El más sonado ha sido su introducción en la decisión de aceptar a un inmigrante o no. Un aspecto que en medio de la crisis del Covid-19 se ha tornado aún más crítico.

La cuestión es que un documento de los servicios de inmigración de EE.UU. al que se ha tenido acceso explica a los oficiales cómo traducir contenidos de los perfiles sociales de los inmigrantes cuando lleguen. El objetivo es disponer de más información sobre su origen, procedencia, motivaciones, actitudes, etc. Voy a dejar de lado, solo a los efectos de este artículo en una sección de tecnología, cómo de ético es hacer uso de estos servicios para dirimir la aceptación de una persona al llegar a una frontera. Me voy a centrar simplemente en las confusiones que puede generar la herramienta.

A los ordenadores les cuesta mucho entender la jerga, contenidos satíricos -que ya sabemos ha generado episodios dramáticos- y los detalles de frases poco elaboradas -muy propias, además, de las redes sociales de propósito general que todos usamos-. Por poner un ejemplo de lo que estamos hablando. En 2017, Facebook tuvo que pedir perdón tras hacerse público que su servicio de traducción había traducido el texto de un hombre Palestino diciendo “Buenos días” a “Hagámosles daño” (en inglés) o “Ataquemos” (en hebreo). Es un ejemplo de la dificultad que tienen estas máquinas de entender la jerga y los detalles. A Twitter le pasó algo similar con la traducción del urdu al inglés de una frase de un profesor de la Universidad de Pennsylvania. Y es que una cosa es revisar una traducción con algo de contexto, y otra es hacerla sin tener ni idea de urdu o hebreo. Te dejarás llevar por la máquina a buen seguro.

Más allá del empleo de traductores de lenguaje natural, no deja de sorprender tampoco que la administración Trump esté empleando cada vez más las redes sociales como una manera de conocer a la gente. Y además, lo esté haciendo con redes sociales creadas por la propia Estados Unidos. Si la seguridad nacional de un país va a depender de los comentarios en redes sociales y de los traductores aproximados como Google Translator, creo que tenemos un problema de definir con quién queremos convivir. Todos y todas hemos hecho comentarios en redes sociales que harían dudar. Pero es que las redes sociales tienen un código de comunicación y un contexto de participación muy concreto (estar viendo un partido de fútbol, felicitando un cumpleaños, comentando una fotografía de la época universitaria, etc.).

En 2018, fueron un total de 11.740 inmigrantes los que sufrieron este diagnóstico traducido de redes sociales, según documentos oficiales. Unos cuantos de ellos iraníes procedentes de la cultura persa. ¿Por qué esto es importante? Porque estamos hablando de un contexto social donde el humor forma parte de la manera de expresarse. Porque claro, hay idiomas y culturas que tienen estas connotaciones. Sabiendo que Google Translator se rige por otros textos previamente traducidos, ¿habrá cogido libros de esta cultura persa para aprender cómo interpretar los textos?

Está claro que la tecnología avanza y mejora nuestras sociedades. Pero debemos entender que hay asuntos con los que no hay que jugar mucho. Y uno de ellos es la vida de los ciudadanos.

Google dice que no busca sustituir los servicios profesionales de traducción. Pero el gobierno de EE.UU. emplea esta herramienta para algunos contextos donde su uso está levantando polémica