La medicina insiste en que a partir de los 40 años, lo importante no es solo curar, sino llegar a tiempo. Muchas enfermedades graves se gestan durante años en silencio y solo dan la cara cuando ya están avanzadas. Por eso los organismos científicos y las sociedades médicas recomiendan una serie de revisiones periódicas por franjas de edad, incluso en personas que se sienten sanas.
A partir de los 40 años
A los 40, los especialistas recomiendan dejar atrás la costumbre de revisarse solo “cuando toca” y empezar a pactar un chequeo periódico con el médico de familia. En esta etapa, lo fundamental es controlar de forma regular la tensión arterial, porque la hipertensión es un factor clave en infartos e ictus y suele ser silenciosa. También es el momento de realizar un análisis de sangre que revise colesterol, glucosa, función renal y hepática, ya que permite detectar diabetes incipiente, dislipemias o alteraciones metabólicas que aún no provocan síntomas. Además, conviene valorar el peso y el perímetro de cintura y revisar el estilo de vida, porque el aumento de grasa abdominal, el sedentarismo y el tabaco tienen un impacto directo en la salud cardiovascular.
En las mujeres, a partir de esta edad el ginecólogo presta especial atención a los cambios del ciclo y a signos de perimenopausia. En los hombres, es buen momento para comentar síntomas urinarios o sexuales que puedan apuntar a cambios en la próstata.
A partir de los 50 años
Cumplir 50 años supone cruzar otra frontera. Es aquí donde entran los programas públicos de cribado de cáncer colorrectal, uno de los tumores más frecuentes y, al mismo tiempo, de los más prevenibles. Aunque te encuentres perfectamente, el test de sangre oculta en heces cada uno o dos años permite detectar pólipos o lesiones muy iniciales antes de que den problemas. En las mujeres, esta década coincide también con las mamografías periódicas dentro de los programas de detección precoz del cáncer de mama. Es la edad en la que conviene hacer una valoración completa del riesgo cardiovascular, teniendo en cuenta tensión, colesterol, glucosa, peso, tabaquismo y antecedentes familiares, para decidir si bastan medidas de estilo de vida o ya es momento de iniciar tratamiento preventivo.
La barrera de los 60
A partir de los 60 años, emergen otros factores que conviene vigilar. Uno de ellos es la salud ósea: en mujeres posmenopáusicas y en hombres con factores de riesgo, es razonable evaluar el riesgo de osteoporosis e incluso realizar una densitometría si el médico lo considera adecuado.
Los cribados de colon y mama siguen activos y en los hombres, es también la etapa en la que muchos urólogos plantean una valoración individualizada de la próstata. Más allá de lo físico, a los 60 resulta esencial revisar cualquier cambio en memoria, sueño, estado de ánimo o equilibrio para frenar deterioros cognitivos.
Si llevas tiempo sin un chequeo, lo más práctico no es aprenderse todas las pruebas, sino pedir una cita y plantearlo frente al profesional sanitario en cuestión.