LOS aviones de la tristemente célebre Legión Condor bombardeaban Bilbao aquel 6 de mayo de 1937 cuando vino al mundo Olivia Martínez, apenas un mes antes de que entrasen en la ciudad las tropas del general Mola. No era el suyo, no obstante, un destino lúgubre y funesto y lejos de ese porvenir en negro, a los nueve años ya actuaba en el ballet de la Ópera de París y cuentan las crónicas que ganó un primer premio de baile clásico en el Conservatorio de la capital francesa. A la edad de quince años Olivia ya era primera bailarina de la Compañía de Baile Clásico de París. Pronto Olivia, junto a sus hermanos Juan Martínez El Payo y Emilio Martínez, formaron el trío Los tres Martínez y trabajaron con mucho éxito en el Moulin Rouge. Era, como mandaban los cánones de los artistas de la época, una mujer trotamundos y se hizo mundialmente conocida en el mundo del flamenco con el sobrenombre artístico de La Greca, habida cuenta que comenzó a bailar ese tipo de palos en Grecia. El mismo gestor del Moulin era propietario del París Olympia. Allí Olivia se codeó con los artistas más famosos del momento como Joséphine Baker o Edith Piaf. Solo tenía 16 años y en su camino se cruzó el aventurero de La Habana Ricardo Liaño...

Ricardo sobrevivía en Francia, donde también lo hacía su hermano el famoso Pedro de Córdoba, catalogado por la crítica como el Picasso de la Danza. En sus giras con La Greca aprovechó contactos que hacía para desarrollar actividades paralelas. Mientras La Greca se presentaba durante temporadas enteras en Tokio, Buenos Aires o Ciudad de México durante 15 años, incorporando a sus muchas habilidades el arte del toreo, Ricardo recorría el mundo atendiendo sus innumerables negocios, llevando un lujoso e insostenible estilo de vida.

Después de actuar por toda Europa y Oriente Medio, vino a España tras triunfar en el Olimpia de Paris, y en 1961 se presentó con su grupo en la Sala de Fiestas York Club de Madrid, para seguidamente hacerlo en el Teatro Cómico. Al año siguiente bailo en Cannes, con motivo del tradicional festival cinematográfico y su gira internacional de 1964, la inicio en Bruselas, desde donde paso a México, bailando siete semanas consecutivas en el Teatro Blanquita, para luego hacerlo en el Teatro Colon de Bogotá y en otros de Colombia, hasta su presentación en Japón. Durante su estancia en América, participo en más de 20 novilladas (compartió cartel con El Cordobés) y se hizo célebre.