MIREMOS por el espejo retrovisor de la historia. En aquellos tiempos el área urbana del barrio de Ametzola se asentaba sobre terrenos que pertenecieron a la anteiglesia de Abando hasta el año 1890 en que pasaron a formar parte de la villa de Bilbao. Nos recuerdan las crónicas del ayer que el actual barrio de Ametzola estaba compuesto por la plaza de la República (con la Casa Consistorial y el frontón de Abando); Zugastinovia, con viviendas de obreros; Autonomía y la zona de la plaza de toros de Vista Alegre. La ocupación de la zona como ampliación del primer Ensanche bilbaino por un lado y del propio barrio de Ametzola por otro fue lenta a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Durante la etapa franquista se fueron abriendo nuevas calles completándose la zona oeste del barrio a comienzos de la década de los 70. La industria se expandía por las cuatro esquinas.

No fue un asunto fácil imponerse a esa dura ley de hierro. En un primer momento, Ametzola era un nudo ferroviario externo, que contaba con una gran superficie de terreno. No había parada de viajeros antiguamente. Sólo eran terrenos donde se ubicaban dos playas de vías y naves para el almacenaje, naves industriales, y otros usos ferroviarios. El paisaje, en los años noventa, evocaba a un apocalipsis industrial. Daba miedo o se podía utilizar para el rodaje de una secuela de Blade Runner, pongamos por caso.

El cambio fundamental en la configuración urbana de Ametzola comienza en la propia década de los 90, cuando la sociedad Bilbao Ría 2000, constituida en 1992, programó en esta zona una de sus primeras actuaciones, liberando un gran espacio de terreno ocupado por la estación de mercancías de Renfe para llevar a cabo un proyecto de regeneración urbana. Asimismo, la construcción de la Variante Sur Ferroviaria, realizada a partir de 1995, también contribuyó a dicho proceso de regeneración. En definitiva, se eliminaron instalaciones que suponían una fractura con respecto a los barrios colindantes (lo que se conoce por una trinchera...) y se liberaron espacios. En dichos espacios se llevaron a cabo intervenciones urbanas y arquitectónicas que en el plazo de una década transformaron el tejido urbano de Ametzola. Nacía una nueva tierra de promisión para la residencia.

Se acometió la integración de actuaciones arquitectónicas, medioambientales y urbanísticas, generando un nuevo espacio habitable de 110.000 m2. Allí se dan cita, desde 2010, el ascensor de Ametzola en 2010, que salva el desnivel entre esta zona y el barrio de Irala; Torres de Ametzola, un proyecto residencial que incorpora un total de 900 viviendas, 150 de ellas con carácter de protección oficial; la estación de Ametzola, que unifica el trazado de varias líneas ferroviarias; el propio parque de Ametzola, pulmón verde de 36.000 m2 con dos grandes paseos, plazas y estanque (989 m2), graderío, pérgola, linternas de iluminación natural de la Estación de Ametzola que se alumbraron en 200, una ladera arbolada de soberbia variedad botánica, rosaledas, y recogida neumática de basuras soterrada. En definitiva, una nueva zona verde de trazado naturalista en torno a las nuevos edificios residenciales. Lejos queda ya el mes de enero de 1998, cuando al fin se cubrieron los servicios ferroviarios que dividían el Distrito 7 y creaban una trinchera de vías de 110.000 m2, entre los barrios de Ametzola y Rekalde, dos universos bien distintos.

El barrio lleva el nombre del industrial bilbaino José de Amézola y Aspizúa (1874-1922), hijo de uno de los empresarios más influyentes de la Bizkaia de finales del siglo XIX. Entre otros cargos fue vocal del Banco de Bilbao, activista político en las filas del conservadurismo y también es considerado, junto a Francisco Villota, el primer medallista olímpico estatal tras lograr el oro en la modalidad de cesta punta de los Juegos Olímpicos de París de 1900. La historia es singular. Lean, lean.

Los segundos Juegos Olímpicos de la era moderna fueron un conjunto de pruebas y concursos deportivos celebrados a lo largo de varios meses durante la Exposición Universal de París (1900), que ni siquiera fueron publicitados como Juegos Olímpicos en la época. El problema al que se enfrentaban los historiadores deportivos era discernir que pruebas deportivas de las disputadas aquel año en París debían ser consideradas olímpicas y cuales no. Según el libro de Concursos los españoles Villota (“de Madrid”) y Amézola (“de Bilbao”) fueron “campeones del mundo, por incomparecencia de los rivales”. En 2008 el COI reconoció las medallas.

Mención especial merece el parque que lleva el nombre del barrio, un importante espacio verde de 36.000 m2 diseñado según el proyecto de Javier López Chollet, que contempla como elemento ornamental principal un estanque de 990 m2. A lo largo del recorrido, el paseante puede encontrarse con varias esculturas, como la que preside la entrada al parque desde la calle Gordóniz, denominada Casco Urbano y realizada por Miquel Navarro (Valencia, 1945). La obra, que mide doce metros de altura, está construída en aluminio y simboliza la cabeza de un guerrero, además de estar coronada por unas figuras que representan a dos fábricas.

Existen también dos esculturas-homenaje a Dolores Ibarruri La Pasionaria y a Santiago Brouard, quienes disponen también de sendas calles con su nombre en el barrio. Entre bloques de viviendas, existen dos zonas de juegos infantiles, además de ser un espacio con conexión gratuita a Intenet a través de wifi. En lo referente a servicios, el barrio cuenta con un ascensor municipal gestionado por la Sociedad Funicular de Artxanda inaugurado a comienzos de 2008, que conecta la Avenida del Ferrocarril y el parque con el barrio de Irala a través de la calle Batalla de Padura.

También está dentro del barrio el Pabellón de Deportes de la Casilla, además de la Plaza de Toros de Vista Alegre y la hoy en día es la sede del Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento que conserva una zona expositiva con la maquinaria original de la fábrica de pan de Irala, Harino Panadera, que supuso en Bilbao el inicio de la construcción del barrio de Irala. Estuvo en funcionamiento todo el siglo XX, desde su fundación en 1902 hasta cerrar sus puertas a finales del mismo. Una huella del ayer.