BILBAO. Úrsula Gertrudis Albrecht, que este fue su nombre al nacer, se opone a todos esos que dicen que ella es la Merkel con estilazo. “No es verdad que yo sea Ángela con el Vogue en la biblioteca. Ella tiene su propio estilismo, que es muy particular, y yo tiendo más clasicota, si quieren”, asegura la recién elegida mandamás europea.

Desde que contrajo matrimonio con el adinerado industrial alemán de la seda, Heiko Von der Leyen, perdió su apellido de soltera. “Es lo normal por aquí, y también en Inglaterra y Estados Unidos. Las oficinas de objetos perdidos de nuestras ciudades deben estar llenas de apellidos de mujeres. Jajajaaa”, afirma y se ríe palmendose fuertemente la parte exterior del muslo derecho. Intuimos que es mejor seguirle la corriente y forzar la risotada. Por si se le escapa una de las palmotadas y nos acierta de lleno en la cara. Se trata de un señora de armas tomar. Ha sido ministra de Defensa de Alemania hasta hace nada. Y los generalotes prusianos aprendieron a hacer ganchillo en unos cursos de relajación a los que les obligó a acudir con uniforme de campaña. “Si se ponen nerviosos, la lían. Acuérdate de cuando Hitler”, subraya.

¿Le agobia la responsabilidad de gobernar Europa?

-Eso me lo preguntas porque soy mujer. A un hombre le hubieras preguntado por sus planes, sus proyectos? ¿Te han dado alguna vez con la mano abierta?

Disculpe no quería...

-Tira, tira. Que no tenemos todo el día. Mira, bonito, llevo siendo ministra en Alemania ni me acuerdo. He llevado la cartera de Defensa, y les tenía a todos tiesos como velas. Y lo que es peor, fui Ministra de la Tercera Edad. ¿Crees que tener metidos en cintura a los militares es complicado? ¡Pues pan comido comparado con hacerte con los abueletes! Un emérito alemán es para echarle de comer aparte: el que no es veterano de una Guerra Mundial es veterano de dos, la otra es astrónoma, fue soprano de la Ópera de Berlín o diseñó la suspensión de los primeros Porsche. Muy complicado hacerles el gusto. Pues terminaron comiendo de mi mano, chaval. Que lo sepas. Así que esto de la Comisión Europea me pilla con mucha mili hecha.

Es cierto: usted es la única ministra que ha formado parte de todos los gabinetes de Merkel desde que alcanzó la cancillería en 2005.

-Echaré mucho de menos a Ángela cuando se jubile.

¿Han sido buenas amigas?

-No es por eso. Es porque Merkel es la única política alemana con un nombre cortito y fácil de pronunciar. Fíjate: la presidenta del CDU se llama Annegret Kramp-Karrenbauer y otro de los picatostes es Thorsten Schäfer-Gümbel. Y así todos. Que, cuando dan una rueda de prensa, en lugar de sujetarles delante un cartelito con el nombre les ponen una tele con un sinfín del texto de su nombre. Y más te vale no enfadarte con ellos, porque, cuando te enfadas llamas a alguien por su nombre completo. Yo me mosqueé una vez con Annegret? y terminé dándole la razón por puro agotamiento. Aunque Úrsula Gertrudis Von der Leyen también tiene lo suyo.

No se puede comparar. ¿Qué problema será el primero que aborde?

-La tontería de los ingleses y el dichoso Brexit. Especilitos, que son unos especialitos. Nooo, yo la Libra... ñeñeñeee. No, yo conduzco al revés? ñeñeñeee. No, yo mido en pulgadas....ñeñeñeeee. No, yo no sé si me quedo o me voy de la UE? ñeñeñeee. O se me aclaran ya, o los avío de la misma. Tanto tiquismiquis, hombre por Dios. El lunes mismo voy para allá. Les voy a espabilar bien. Y me voy llevar unas warsburst con chucrut en el tupper, que allí no hay cristiano que coma bien.

¿Algo que añadir?

-Si. Que me hace mucha ilusión que en España sea Úrsula uno de los nombres de mujer más buscados en Google. Me lo han dicho los frikis de mi gabinete. Eso es que caigo bien por allí.

¿Ha oído usted hablar de la actriz Úrsula Corberó?

-No

Ya me parecía a mí.

-La presidenta de Comisión Europea se aleja para perderse entre el gentío de la verbena de fiestas de Santurtzi. Se ha anudado el pañuelo morado al cuello, y viste falda azul y saya de puntillas con el pico arremangado. “Esto de sentirse sardinera si que empodera. ¡Se van a enterar en Europa!”, grita en perfecto alemán que nadie entiende. Y sigue pegando brincos.

Desde su gabinete nos filtran que está en Santurtzi por equivocación. Quería ir a Saint Tropez. Pero erró al elegir el billete en Internet. Y no quiso reconocerlo. Se lo está pasando también que el próximo año repetirá.

“Ni punto de comparación. Esto es vida”, concluye.