Si algo nos ha quedado claro con la velocidad de propagación del covid-19 es que el mundo es global. En pocas semanas, hemos pasado de un brote local en Wuhan a uno mundial. Hemos aprendido lo que es una pandemia. Y hemos entendido que la propagación mundial, sin embargo, ha tenido que ser atendida con recursos sanitarios locales. Por ello, otro palabrejo que nos dejará esta pandemia para la historia es la soberanía sanitaria. Casi no nos acordamos de aquellos días de falta de mascarillas o equipos de protección individual (EPI). La deslocalización de las cadenas de suministro llevó a muchos países a producir en países con mano de obra más barata, para que, posteriormente, y con una buena planificación y garantía de suministro, llegara en unas fechas esperables. El Covid-19 y su velocidad de expansión transformó por completo esa planificación. E introdujo la idea y necesidad de recuperar la soberanía sanitaria en muchos países para afrontar futuras pandemias.Me acordaba de esta historia estos días al escuchar que Microsoft está aparentemente interesada en comprar las operaciones de la aplicación china TikTok en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Esta noticia no pasaría de la sección de tecnología si no fuera por el contexto que la rodea: la guerra comercial entre China y EE.UU., llevada al plano tecnológico, habría llevado al presidente Trump a afirmar que suponía incluso una amenaza contra la seguridad nacional. La noticia ahora resultaba ser que el presidente norteamericano vería con buenos ojos la operación de compra.

Las declaraciones de Trump añadían un matiz que considero relevante. Describía a Microsoft como una empresa "muy Americana" (parece que entiende que hay graduaciones en ello). Más allá de las siempre cuestionables declaraciones del presidente, me parece que apunta a otra soberanía menos comentada: la de los datos. En este mundo de tecnologías digitales que tenemos, podemos cualquiera de nosotros, siempre y cuando lo hagamos bien, crear una aplicación en Bermeo e instalar un servidor con una base de datos en Urretxu donde ir guardando todos los datos que los usuarios de dicha aplicación vayan generando en cualquier parte del mundo en el día a día. Los datos no entienden de fronteras, aranceles o visados.

¿Será la operación de Microsoft la primera en la historia que nos anticipe una era en la que haya más operaciones hacia la soberanía de datos? Llevo varios días especulando con esta idea. Especialmente por la cantidad de textos sobre la operación que vienen acompañados de explicaciones sobre la posibilidad que tendría EEUU de que los datos de los norteamericanos se queden en su país. Cuando hablamos de estas aplicaciones planetarias, al final estamos hablando de un programa informático que, genera datos (vídeos de usuarios realizando actividades artísticas diversas), y que éstos son guardados y empleados con diferentes fines. Cuando hablamos de que alguien compra no sé qué aplicación, al final, además del programa, lo que está comprando es esa base de datos. Los "activos de TikTok en EEUU" (que tantos medios han publicado), no son más que los datos que los norteamericanos que usan la aplicación generan. Delimitar éstos, ya no es tan fácil. ¿Cuando un ciudadano de Chicago vaya a Pekín por trabajo y grabe un vídeo en TikTok quién guardará ese dato?

TikTok recoge información sobre lo que vemos y leemos; el tipo de música, rostros y voces que ponemos en nuestros vídeos cortos musicales; datos del dispositivo móvil que usamos; desde dónde usamos la app, etc. No os creáis que esto es muy diferente a lo que hacen otras aplicaciones como Instagram o Facebook. Pero, la diferencia radica en que esta es china. Y por lo tanto, se escapa de "manos amigas". Es normal así la beligerancia de India y EEUU; no son países precisamente amigos de China.

¿Veremos a futuro más operaciones para proteger la soberanía de los datos de los ciudadanos? Y, en esta misma línea: ¿algún día tendremos en Bermeo o Urretxu nuestros datos?

TikTok recoge información sobre lo que vemos y leemos; el tipo de música, rostros y voces que ponemos en nuestros vídeos cortos musicales; datos del dispositivo móvil que usamos, etc.